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La pista perdida del jeque Abdalá

La ausencia prolongada del dueño del Málaga Club de Fútbol siembra la incertidumbre en el equipo El futuro de las inversiones multimillonarias en la Costa del Sol se ven amenazadas por el silencio

El jeque Abdalá Al Thani, en Puerto Banús, en julio de 2010.
El jeque Abdalá Al Thani, en Puerto Banús, en julio de 2010.GARCÍA-SANTOS

Para hacer negocios en el Golfo Pérsico se requiere tener la paciencia de Job y la velocidad de la luz. Así lo recomienda la publicación Don't they know it's Friday?, (¿No saben que es viernes?), de Jeremy Williams, y que en las últimas dos décadas ha sido una especie de guía de cabecera sobre las costumbres y la vida en la región árabe para quienes han buscado allí oportunidades de trabajo o transacciones comerciales. “Como guía orientativa, el 95% del tiempo invertido en la actividad en el Golfo se gastará en espera, seguido por un período de 5% de intenso trabajo contra plazos imposibles”, se lee en el libro. Según este manual, la clave en las relaciones con los originarios de los emiratos es “wait, wait, wait”; y esperar, esperar, esperar es lo que la Costa del Sol lleva haciendo más de dos años con las inversiones y los proyectos comprometidos por el jeque catarí Abdalá Al Thani, que en julio de 2010 compró el Málaga Club de Fútbol. La cuestión es ¿hasta cuándo?

La Junta inició el viernes el expediente de resolución de contrato para la explotación y ampliación del puerto deportivo de La Bajadilla de Marbellaque le adjudicó en diciembre de 2011 por el incumplimiento y abandono del mismo. En enero ya le advirtió y le dio un plazo improrrogable de tres meses para que actuara. Pero en este tiempo ni ha hecho ni ha dicho nada. El mismo viernes escribió en Twitter, su forma habitual de comunicarse: “Pedimos igualdad de oportunidades, justicia e imparcialidad a la Junta de Andalucía”.

Puede que el jeque crea que no se ha agotado aún el 95% de tiempo que le corresponde de hacerse esperar, pero las reglas de juego en España son otras, y aquí un silencio tan prolongado no suele considerarse un buen síntoma. “Ya me gustaría a mi saber algo del jeque”, confesó el pasado martes el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en un foro organizado por el grupo Joly, tras admitir el fracaso de sus intentos de recibir señales a través de la embajada de Catar. El Ayuntamiento de Málaga, que puso a disposición del jeque uno de los suelos más valiosos de la ciudad con los que se encaprichó para ubicar la nueva ciudad deportiva del Málaga —la última parcela de suelo libre colindante con la playa—, ya no sabe a qué carta quedar.

Ya me gustaría a mí saber algo del jeque Francisco de la Torre, alcalde de Málaga

El pasado agosto, cuando Abdalá Al Thani ya había traspasado a alguna de las estrellas del Málaga que llevaron al equipo a la Champions League como Cazorla, Rondón o Mathisen, y había trascendido que mantenía negociaciones para vender el club, la Junta de Gobierno Local aprobó el plan de urbanización de Arraijanal, un suelo de 500.000 metros cuadrados que reserva la quinta parte para La Academia, escuela de formación de jugadores y entrenamientos, que incluye siete campos de fútbol reglamentarios y otros tres de fútbol-7, y que requeriría una inversión estimada en 18,5 millones de euros.

Entonces, el Ayuntamiento de Málaga dio un sentido positivo al silencio del jeque Abdalá, y adujo que no había recibido ninguna indicación sobre una pérdida de interés en el proyecto. Ahora, ocho meses más tarde, el silencio ya es mucho más inquietante y hace sospechar que el Málaga ya no quiere La Academia. “Las prioridades del club ahora parecen otras”, supone el alcalde. Y si eso es así, será necesario modificar el plan de urbanización de Arraijanal con otras alternativas, teniendo en cuenta que el suelo es sistema general de usos públicos y que los otros 375.000 metros cuadrados van a ser parque. Y si finalmente el Málaga hiciera La Academia, es preciso emprender un complejo proceso administrativo porque necesitará de una concesión de usos que, según la ley, debe hacerse mediante concurso público.

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En sus ausencias y en sus contadas presencias, Abdalá (46 años) siempre ha estado envuelto en misterio. Miembro del clan Al Thani, gobernante en Catar, es sobrino del emir y vicepresidente del Banco de Doha, uno de las dos grandes entidades financieras del emirato. Controla un conglomerado de empresas de variada actividad (moda, agencias de viaje, telefonía móvil, automóviles). Desde que en julio de 2010 compró el Málaga, en una operación que entre la adquisición de acciones y el pago de deudas rondó los 50 millones de euros, ha pisado muy poco el territorio.

La Junta ha iniciado el expediente de resolución del puerto de La Bajadilla por incumplimiento de contrato

Prometió entonces que haría del Málaga un equipo grande en Europa, y por su puesta en escena dio la impresión de que venía para quedarse, con solventes proyectos de inversión que fueron vistos como una bendita inyección en una crisis que aun no era tan feroz. “Hemos estudiado el mercado español y hay muchas oportunidades”, anunció su entonces mano derecha Abdullah Ghubn, despedido al final de la temporada pasada, cuando se anunció un cambio de rumbo con un recorte de inversiones en el equipo de fútbol. El porqué de aquel punto de inflexión cuando justamente el Málaga acababa de meterse en la Champions League sigue siendo un misterio, y a falta de cinco jornadas para que termine la liga, ni los jugadores ni el entrenador saben aún cuáles son los planes de futuro.

Aquel verano de 2010 todo parecía muy serio. Los fichajes, el remozado de La Rosaleda, las reuniones con los alcaldes de Málaga y de Marbella, el presidente de la Diputación, la delegada del Gobierno de la Junta... Mientras, la gente se entusiasmaba pensando que había llegado una especie de rey Midas. En primavera, el jeque había contratado al despacho de abogados del expresidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla para que le asesorara en la preparación del proyecto de ampliación y de concesión administrativa del puerto deportivo de La Bajadilla, en Marbella. Con la intermediación de este, el 19 de julio de 2010 fue recibido en una recepción en San Telmo por el presidente del Gobierno andaluz, José Antonio Griñán, acompañado de los entonces consejeros de la Presidencia, Antonio Ávila, y de Obras Públicas, Rosa Aguilar, en la que, según distintas fuentes, se habló únicamente del interés por La Bajadilla.

Rodríguez de la Borbolla asegura que fue contratado exclusivamente para ese proyecto, y a la pregunta de si cree que pudo ser utilizado por lo que representa su figura dice con convicción que no lo cree, y recuerda que su bufete había trabajado durante años en la revisión del sistema de concesiones portuarias y su adaptación a la normativa territorial, entre ellas La Bajadilla. Pero la relación se interrumpió, igual que pasó con un estudio de arquitectura de París, que el jeque indicó a De la Borbolla para el diseño técnico. Tras unos meses de silencio del jeque, rescindieron el contrato, cuenta el expresidente. El proyecto sobre La Bajadilla que finalmente presentó Abdalá Al Thani fue hecho por otro equipo.

A la Junta, el interés del jeque en La Bajadilla le vino entonces muy bien, porque además de permitir acometer un proyecto en larga espera, lo pudo usar como estandarte para promocionar su propuesta de cofinanciar proyectos de infraestructura con la iniciativa privada como alternativa al recorte de los presupuestos públicos. En junio, Griñán había ofrecido a entidades financieras y empresarios proyectos en carreteras y puertos deportivos susceptibles de colaboración financiera que sumaban 2.600 millones de euros. Luego solo salieron a concurso tres carreteras y dos puertos que sumados apenas sobrepasaban los 760 millones. Por un motivo u otro, ninguno de los dos portuarios, ni La Bajadilla ni Carboneras, se han acometido.

El silencio alimenta las especulaciones, y los rumores. Se ha llegado a decir que en realidad el jeque no tiene dinero, que está molesto con la Administración porque ha habido que modificar el proyecto por el estudio de impacto ambiental, o que empantana La Bajadilla porque no se le permiten hacer ciertas inversiones inmobiliarias.

Pero todas tienen la nula fiabilidad que tenían las que hace dos años le situaban como rescatador de proyectos atascados, como el puerto deportivo de San Andrés y el auditorio de música en Málaga, o los rascacielos de Repsol. No ha comunicado nada a nadie, y ese es el verdadero problema, no saber dónde está la pega. Su última aparición fue el 24 de octubre para asistir al Málaga-Milan de la Champions League, un partido simbólico porque era la puesta del equipo malagueño en el escaparate de la élite del fútbol europeo.

Desde entonces, nunca más se supo. Y lo peor, el jeque no tiene interlocutores, como atestiguan los alcaldes de Málaga y de Marbella, o el entrenador Manuel Pellegrini, a punto de irse por lo incierto del futuro del club, aunque en Twitter lo llame “mi hermano”. Aún es viernes en Málaga para el jeque Abdalá.

Quince días para alegar por el puerto de La Bajadilla

La alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz (PP), tampoco sabe nada desde hace meses ni del jeque Abdalá Al Thani, ni de nadie en su nombre. Pero pese a reconocer el evidente incumplimiento del contrato para construir la ampliación del puerto deportivo de La Bajadilla, no quiere que la Junta lo rescinda porque se teme que eso sería abandonar en un cajón para los restos un proyecto que considera "esencial" para el desarrollo económico de la ciudad.

El Ayuntamiento sostiene que existen grupos inversores interesados en La Bajadilla, y aboga por propiciar un acuerdo con la empresa concesionaria, Nasir Bin Abdullah and Sons, para que le dé entrada en el accionariado y acometer la construcción del nuevo puerto.

El proyecto, con una inversión estimada de 109 millones de euros, contempla una construcción circular que se instalaría mar adentro con 561 nuevos atraques y un muelle para cruceros, una zona comercial y un hotel.

El Ayuntamiento de Marbella, a través de su empresa Puerto Deportivo, es socio del jeque en este proyecto, con una participación del 3% en la firma que obtuvo la concesión mediante concurso público de la explotación del actual puerto y la ampliación de La Bajadilla. El contrato se firmó el 2 de diciembre de 2011, y desde entonces la concesionaria no ha cumplido sus obligaciones ni como explotadora del actual puerto —no ha pagado el canon anual de 750.000 euros ni en 2012 ni este año, ni cobra el alquiler a los 268 atraques, por ejemplo— ni en la elaboración del proyecto constructivo que tenía que haber entregado en junio de 2012. La sociedad ya ha hecho frente a dos multas que suman 155.000 euros, y en enero recibió un ultimátum de tres meses.

El pasado viernes, la Agencia Pública de Puertos de Andalucía informó de que ha iniciado el expediente de resolución del contrato por “un incumplimiento generalizado de las obligaciones del contrato y tras haber obviado el concesionario los reiterados requerimientos efectuados por la Administración sin la más mínima justificación”. Ahora, el jeque Abdalá Al Thani dispone de un plazo de 15 días para presentar alegaciones. Puede que en esta ocasión aparezca. O no.

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