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Reportaje:FÚTBOL | Semana de clásicos

El pacifismo 'laportiano'

El joven presidente azulgrana ha roto con los 'Boixos Nois'

El primer clásico de Joan Laporta no pinta bien para el mundo culé. El legado histriónico de la era Joan Gaspart, quien arrastró a su vez muchos de los defectos del paternalismo de Josep Lluis Núñez, no parece en cualquier caso acabar con la sonrisa de este pipiolo presidente, nacionalista convencido y azulgrana de la escuela de traje y corbata. Junto a su equipo de jóvenes ejecutivos en la onda "sana" de Nike, Laporta ilusionó a la masa social culé, al punto de derrotar al publicitario Lluis Bassat, favorito. Usó, para ello, la treta de anunciar el acuerdo con el Manchester United por David Beckham, que hoy juega donde más le duele al barcelonismo.

Fue una rotunda victoria electoral la suya. Y arrancó prometiendo que el Barça cumpliría la clausura por dos partidos del Camp Nou. Por el cochinillo, por la pléyade de objetos lanzados no sólo por una minoría contra Luis Figo, el eterno culpable, cuando el portugués (esta vez sí, no como la temporada precedente), se acercaba a lanzar un córner. Laporta no ha cumplido con lo prometido, pero ya es sabido que las promesas electorales son eso, promesas. Florentino Pérez también dijo que se iban a acabar las comisiones a los agentes de jugadores...

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Con lo que sí ha roto Laporta, en un acto ejemplificador para el resto de sus colegas de la LFP, es con el grupo ultra Boixos Nois, una de esas tantas agrupaciones de cafres que con la excusa de que son la voz y el colorido en apoyo del equipo cometen todo tipo de actos vandálicos que dejan en intrascendente el tifo. Y no se lo han perdonado. Perseguido por denuncias, pintadas, amenazado de muerte, Laporta, que cuenta con escolta personal, aguanta el tipo y no cede ante los violentos, ante esos a los que prometió unirse Gaspart cuando dejara el cargo.

Y mantiene Laporta el discurso pacífico ante la llegada del Madrid de Figo y Ronaldo, ex azulgrana que si ahora son del Madrid es por la pésima gestión de directivas anteriores. Reclama que el socio culé es inteligente, le da "por supuesto" la libertad de actuación, pero aconseja un trato de respeto hacia el eterno rival dentro de la rivalidad deportiva habitual. Es como si tuviera una cuenta pendiente de lealtad y fair play. El sábado se verá si se cumple. Si el pacifisimo laportiano encuentra una mayoría de adeptos.

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