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Crónica:FÚTBOL | Séptima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça se estrella a última hora

El equipo azulgrana empata (3-3) en Riazor con el Deportivo

En Riazor reapareció el mejor Barça con su mezcla de estilo, vértigo y malabarismos. Comandado por un Eto'o fuera de serie, el Barça apabulló durante buena parte de la noche a un Depor achicado e impotente.

Pero el cuadro de Rijkaard se recreó en su superioridad cuando el partido estaba empezando a parecerse a un abuso. Y luego le faltó cuajo y entereza defensiva para resistir en el momento culminante. El Depor, que había pasado por fases humillantes, se encontró un gol en la recta final del choque, y el Barça, sin saber muy bien cómo, se dejó avasallar y entregó a última hora un empate frustrante.

El Barça fue perseverante para enfrentar el viento desfavorable que le sopló en el inicio del partido y tras un ejercicio de tenacidad, ante un rival agrupado en su campo, logró virar el rumbo en dos fogonazos deslumbrantes, cuando el Depor ya soñaba con llegar al descanso aferrado a su golito. Durante media hora de la primera parte, el Barça se dio un atracón de pelota, un rondo sin tregua frente a un Depor acurrucado en las proximidades de su área. Fue un dominio sonrojante desde el punto de vista estadístico, aunque más bien fútil a efectos prácticos, porque el Barça parecía atorado cada vez que alcanzaba la zona caliente. Hasta el tramo final de la primera parte, sólo presentó una amenaza seria a Molina tras un mágico sombrero de Eto'o que dejó estupefacto a Coloccini.

Pero entre la tenacidad propia y la racanería ajena se coló el rayo que iluminó la inspiración del Barcelona. Los dos goles se sucedieron inmediatamente, cuando ya se había rebasado el minuto 40, y costaría trabajo elegir cuál resultó más hermoso. El primero nació del encuentro entre el ingenio de Eto'o y la luminosa capacidad para combinar al primer toque que, en sus mejores momentos, siempre ha distinguido al Barça de Rijkaard. Eto'o, quien había recibido al borde del área un pase a media altura de Ronaldinho, se inventó una pared inverosímil que volvió a sumir en el estupor a la defensa del Depor. El camerunés arqueó el pecho y de esa forma anómala se la entregó a Deco, quien se la devolvió con un toque corto y preciso. No importó que su remate final le saliese un poco pifiado, porque estaba tan encima de Molina que resultó imparable.

La exhibición de Eto'o no se detuvo en toda la noche. Frente a las provocaciones del público, que le gritaba "cobarde" y le recordaba el penalti que no se atrevió a tirar hace una semana con la selección de Camerún, Eto'o actuó como una fiera desatada. Por cualquiera de las dos bandas fue el extremo más peligroso del Barça. Y por el medio ridiculizó a los centrales deportivistas hasta acallar las chanzas con que la grada intentaba desestabilizarlo. El segundo gol también partió de él, aunque la maravilla la aportó esta vez Ronaldinho, apenas visto hasta ese momento. El brasileño recibió un pase de Eto'o en el vértice izquierdo del área, donde se le ocurrió recrear para la memoria del barcelonismo el recuerdo del mejor Romario. Fue algo parecido al célebre regate del baixinho ante Alkorta, en aquel 5-0 al Madrid. Ronaldinho no estaba de espaldas, sino de medio lado, sometido a la vigilancia de Manuel Pablo. Le burló con la recordada cola de vaca, dejando que la pelota se deslizase suavemente por toda la longitud del pie, y completó el alarde con un remate de tobillo ante Molina.

Al Depor no le sirvió de nada la usura con la que administró el gol que había inaugurado el partido. El conjunto de Caparrós se había puesto por delante casi sin proponérselo, en su primer disparo a puerta. Había transcurrido tan poco tiempo que no se podrá saber si fue ese gol el que impulsó el conformismo del Depor o simplemente el equipo se mantuvo en el plan que le habían entregado en la caseta. El resultado fue un Depor voluntariamente empequeñecido, que sólo resistió el tiempo en que tardaron las musas en visitar al Barça.

El inicio de la segunda fue una fiesta azulgrana. El Barça se recreó y a la jarana, esta vez sí, se sumó Ronaldinho, quien logró el tercero de penalti. El partido parecía muerto, pero el Depor sacó una de las pocas virtudes apreciables que se le han visto en esta campaña. Fue una mezcla de fe, de carácter y de fortuna. La remontada, por supuesto, la inició Munitis, con un gran disparo que acortó distancias a falta de veinte minutos. Y el Barça se dejó embarullar en un forcejeo confuso, una cuestión más de empuje que de fútbol, que estropeó sus luminosos momentos.

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