_
_
_
_
_
Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Espanyol gana en Riazor tras quedarse con un jugador menos

Mientras jugó contra un adversario intacto, el Deportivo pareció muy por encima del Espanyol. Con su nuevo estilo enérgico y sin concesiones estéticas, el Depor mostró más envergadura y atacó con más fundamento el área rival. Así fue hasta que, con media hora de partido por delante y empate sin goles en el marcador, el Espanyol perdió un jugador por la expulsión de Moisés. Y entonces el fútbol deparó una de sus típicas veleidades, aunque el asunto tuviera su lógica. El Espanyol encontró la excusa para atrincherarse, el tipo de situación que más le cuesta a este Depor. Anoche le costó tanto como el partido, resuelto por el Espanyol después de quedarse en inferioridad.

El Deportivo ha metabolizado las recetas de Caparrós y, sin nostalgia por la lírica de otros tiempos, exhibe una mayor convicción en los nuevos principios que ahora imperan en Riazor. En la primera parte, en el Depor remató casi todo el mundo menos Tristán, la presencia ausente de tantos partidos. Romero pudo marcar si no lo evitase una gran estirada del debutante Gorka, quien poco antes había regalado otra ocasión en un desafortunado despeje. Fuera de ese desliz, el suplente de Kameni acabaría completando una noche memorable. El resto de su equipo tuvo un aspecto gris. La alineación del Espanyol no parecía obra de Lotina, con De la Peña de media punta y dos delanteros. También su estilo, paciente y con mucho toque, resultó sorprendente.

Cuando Moisés fue expulsado, dio la impresión de que el Espanyol caería pronto. La inferioridad de su equipo permitió que Lotina se reencontrase a sí mismo: se fueron Luis García y De la Peña y entraron dos defensas. El cambio de piel de su rival desconcertó al Depor, que, de repente, quedó varado y con las miserias al aire. Para rematarlo, se despistó y sucedió lo impensable. Fredson llegó solo para rematar un saque de esquina y marcó de volea. Cinco minutos después, Armando Sá coronó un contragolpe. Caparrós sacó a todo delantero que tenía mano, pero él que apareció fue Tristán para marcar un gol sin más valor que atenuar la derrota y seguir enmascarando su flagrante inactividad.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_