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Crónica:Fútbol | 25ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Barça gana a la italiana en Zaragoza

Los azulgrana transformaron sus dos únicas ocasiones de gol ante un rival que tuvo mayor presencia en el partido

El Barcelona rentabilizó las dos únicas ocasiones de gol que generó ante el Zaragoza. El encuentro, gobernado por el equipo de Víctor Muñoz, viró del lado azulgrana a la salida de un córner después que Eto'o amenazara con abandonar la cancha por los insultos racistas que recibió de una parte de la hinchada. El camerunés reconsideró su decisión a petición de sus propios compañeros y el juego se reanudó con el saque de esquina que originó un penalti de Celades transformado por Ronaldinho. Desequilibrado el marcador, Larsson —suma ocho goles en los últimos 11 partidos— remachó la victoria para certificar que su salida al campo fue nuevamente un revulsivo. Muy apretado por el Zaragoza, que expuso más, el Barcelona sobrevivió defensivamente por la jerarquía de Márquez, que tuvo que hacer un sobreesfuerzo para mantener a su equipo en la contienda.

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Eto'o quiso abandonar el campo tras recibir insultos racistas desde la grada

Aunque cambió de laterales, el Barcelona afrontó el partido de La Romareda como el de Stamford Bridge. Al fin y al cabo le valía la misma receta porque el Zaragoza y el Chelsea comparten el gusto por el contragolpe, y así se lo hicieron saber en su día a los azulgrana, ya escarmentados. Incluso el partido comenzó igual porque Messi remató con intención a la portería a las primeras de cambio y los dos equipos se neutralizaron en la línea de medios.

Las permutas de posición entre los delanteros confirmaron la dificultad que tenía el Barcelona para jugar en campo contrario, de la misma manera que al Zaragoza le costó enfrentar a Puyol y Márquez, una pareja de centrales que mezcla bien y ha mejorado el fútbol de contención azulgrana. La contundencia se impuso hasta tal punto que los locales pidieron penalti a la salida del primer córner que botaron cuando el mexicano agarró a Álvaro en el área, en una acción que demostró cuando menos la superioridad aragonesa en el juego aéreo.

Las jugadas de estrategia se presentaban como un buen recurso para desatascar el partido en caso de que no lo consiguieran Cani, siempre incisivo, o Messi y Ronaldinho, de nuevo quejoso con el árbitro porque no pudo atacar un centro de Belletti en una jugada que provocó el mismo alboroto en el banquillo barcelonista que antes la de Álvaro en el blanquillo.

Uno y otro equipo se esmeraban en mantener la posición y atacaban sólo en casos de superioridad numérica para que cualquier pérdida de la pelota no abonara las opciones del rival. Excesivamente prudente, el Barcelona no quería correr ningún riesgo ni avalar el juego del Zaragoza, cada vez más atrevido y rápido, ganador de la pugna entre centrocampistas, sobre todo porque Motta apenas entraba en juego y Edmilson erraba en el rechace. El plantel local fue ganándose el campo para sufrimiento azulgrana. Al Barça se le hizo el equipo demasiado largo, se partió a menudo y se quedó sin llegada a la meta de César. No hubo noticias de los delanteros azulgrana en el primer tiempo, de los más pobres que han disputado los azulgrana a nivel ofensivo. Las faltas tácticas se sucedieron y no hubo hilo de fútbol, sino mucho aburrimiento en el campo.

El Zaragoza le negaba el espacio al Barça, falto de ambición, incapaz de ir a por el partido, necesitado de un pasador. Les pesaba a los azulgrana el partido de Londres y sobre todo la poca actividad de Ronaldinho y Eto'o, lento y fuera de forma. Márquez y Puyol, por lo demás, tuvieron que corregir los errores de los volantes, y el Zaragoza tomó decididamente las riendas del encuentro desde el arranque del segundo tiempo. A Rijkaard no le quedó más remedio que sustituir a Motta, aunque prefirió a Van Bommel antes que Iniesta, un futbolista que seguramente le habría ido mejor a Messi, el único atacante azulgrana que tenía una presencia notable en el encuentro. A Rijkaard le pareció lo contrario y sustituyó al argentino por Larsson, decisión que pareció más que nada política para no incomodar a Eto'o o Ronaldinho. El cambio, sin embargo, resultó nuevamente decisivo.

Larsson ratificó el triunfo azulgrana después que Ronaldinho transformara un penalti por manos de Celades después de un remate de Edmilson. El brasileño, finalmente, tuvo que abandonar el terreno de juego lesionado. El Zaragoza, destemplado, ya no se sobrepuso y cedió la cuchara. Una parte de la hinchada expresó su cabreo por la actitud de Eto'o, que a su entender provocó un cambio de guión del partido cuando amenazó con retirarse. Por una vez, y aunque vaya en contra de su forma de ser, el Barcelona ganó a la italiana y certificó su liderato.

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