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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cañizares salva al Valencia

El meta para un penalti a Riquelme y frena al Villarreal, con uno más la segunda parte

En el derby más caliente que se recuerda, el Valencia dejó escapar por su mala cabeza una victoria que mereció por juego. En concreto, la mala cabeza de Angulo, que facilitó su expulsión al filo del descanso. Y la de Marchena, que propició un penalti sin ninguna necesidad. La derrota la evitó una vez más Cañizares, que volvió a parar otro penalti. Otra vez en los últimos minutos. Y en esta ocasión nada menos que a Riquelme, que lo lanzó mucho mejor que Ronaldo hace una par de jornadas: más fuerte y esquinado. Con el mismo resultado. La parada de Cañizares. Fue un partido eléctrico. Además de Cañizares, Baraja y Aimar ofrecieron su mejor versión. El Villarreal sólo igualó las fuerzas con un jugador más, que no fue Riquelme, anulado anoche, sino Guille Franco, que desbordó a Albiol y le regaló el gol a Forlán.

El mea culpa que entonó Quique Flores en la previa del partido surtió efecto. El Valencia se desprendió de la caspa que lo había cubierto en los últimos cuatro partidos y se lanzó al ataque. Quique exigió a sus jugadores un cambio de imagen y Baraja asumió que la trasformación pasaba principalmente por él. Por su capacidad para quitarse los miedos de encima y pisar el área contraria, como en sus mejores tiempos. Llegados al último tercio de la temporada, no era normal que Baraja, uno de los volantes con más llegada del fútbol español en los últimos años, sumara solamente un tanto. A los 30 años y un físico precario, podía adivinarse el principio del fin. Ayer, sin embargo, lo desmintió. Dirigió con maestría a su equipo y amenazó al Villarreal desde distintos ángulos, ya fuera en un disparo desde lejos o en un intento frustrado de peinar un precioso centro de Aimar, que se convirtió, por cierto, en su mejor aliado. Cada vez que el vallisoletano alzó la vista a su izquierda, vio cómo Aimar entraba en diagonal como una flecha, se deshacía con facilidad bien de Josemi bien de Gonzalo Rodríguez. Sumaban una ocasión tras otra. En el duelo entre los dos amigos, rivales y compatriotas, Aimar estuvo más presente que Riquelme. Dio la impresión de que el primero tenía más cosas que demostrar. Además de que, sobre Riquelme, caían un par o tres de hombres de blanco cada vez que el media punta argentino recibía el balón. Órdenes de Quique.

El premio al dominio local lo obtuvo Baraja en un lanzamiento de falta al estilo Beckham. Golpeó a la pelota con tanto efecto que, aunque ésta entró por el palo que cubría el portero, Viera no tuvo ninguna opción de pararlo. Demasiado endiablada la trayectoria del balón. Demasiado esquinada. El Valencia se le presentaba un panorama limpio después de un mes de penurias, pero entonces entró en acción Angulo. No por nada meritorio futbolísticamente, sino porque atropelló a José Mari, no supo frenarse y vio la segunda tarjeta amarilla. Era el final de la primera parte y eso significaba que el Villarreal tendría media parte para reaccionar.

Siguieron acumulando ocasiones de gol pese a la inferioridad numérica. Cosa que no lograba de ninguna manera el Villarreal, que venía a morir en el balcón del área valencianista. Para evitarlo, Pellegrini quiso abrir el campo con la entrada de Calleja, enviado al extremo izquierdo. Y sí, precisamente por ahí, por el pico izquierdo del área, llegó el gol del empate. Recogió Guille Franco un despeje orientado de Quique Ávarez, se deshizo de Albiol con una semi bicicleta y su centro sólo hubo de tocarlo a gol Forlán. Guille Franco empieza a justficar su fichaje invernal: tiene desborde y gol.

Un tirazo de Aimar lo sacó con el pecho Viera, en una frivolidad efectiva del meta urguayo. Claro que nada comparable con la temeridad de Marchena, que tocó el balón con la mano dentro del área, sin ninguna necesidad. El penalti de Riquelme, con potencia, a media altura y a la derecha del portero, lo detuvo Cañizares. Ante tanto atropello, el del árbitro fue monumental: amonestó a Aimar por caer dentro del área después de que le pisaran, le quitaran la bota y lo lesionaran. Esa fue su culpa. Se retiró lesionado y dejó a su equipo con nueve.

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