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FÚTBOL | 29ª jornada de Liga

Osasuna hurga en la herida de la Real

El equipo de Aguirre, sin hacer nada fuera del guión, mete en el descenso al de Arconada

Osasuna reclama su cota de relevancia a cambio de victorias. Ayer, ante la Real Sociedad, encadenó la tercera consecutiva y afianzó aún más su candidatura a entrar en una plaza de Champions. Si en ocasiones los navarros vencen con el fútbol alegre y desenfadado que tanto le gusta a su técnico, ayer necesitaron una buena ración de oficio para imponerse a los guipuzcoanos. En un partido sin brillantez pero con la pasión de los objetivos de ambos, una genialidad al principio desequilibró la balanza final.

Osasuna saltó expansivo, con grandes ambiciones. Sólo con ese estado anímico y con un poco de presencia, consiguió amilanar a la Real y encerrarla hasta que una falta botada desde la derecha por el zurdo Delporte le llegó a Muñoz. Era una jugada ensayada, con el medio centro entrando desde fuera del área y los delanteros apretándose cerca de la portería. El canterano, que ya logró un tanto espectacular contra el Espanyol, volvió a demostrar sus dotes artísticas. Sin dejar caer el cuero, empalmó una volea que se coló a media altura entre todos, incluido Alberto.

Osasuna 2 - Real Sociedad 0

Osasuna: Ricardo; Flaño, Cuellar, Josetxo, Clavero; Puñal, David López; Valdo (Webó, m. 52), Muñoz, Delporte (Cruchaga, m. 75); y Romeo (Raúl García, m. 60).

Real Sociedad: Alberto; Rekarte (Cifu, m. 67), Labaka, Viafara, Garrido; Boris, Mikel Alonso; Xabi Prieto, Mark González, Gari Uranga; y Nihat (De Paula, m. 66).

Goles: 1-0. Muñoz remata de fuerte volea con la zurda y desde dentro del área una falta, cerca del banderín de córner, botada desde la derecha por Delporte. 2-0. Puñal, cometido sobre Webó.

Árbitro: Rubinos Pérez. Amonestó a Puñal, Cuéllar, Raúl García, Muñoz y Xabi Prieto.

Unos 17.500 espectadores en el Reyno de Navarra.

Los navarros ganaban en soltura y los pupilos de Arconada sintieron el temor de los que se encuentran perdidos. Labaka, con un error garrafal de comunicación, remató contra su propia portería en un intento de cesión sin percibir que Alberto estaba justo a su lado. La pelota se escapó rozando el palo. En ese momento, Osasuna se mostró un punto distante. Dejó de apretar, regaló una parcelita en la medular y permitió que los extremos realistas galopasen en desorden. La conclusión fue una especie de bombardeo insistente y poco atinado, sin llegar a probar a Ricardo, excepto un error del meta en una salida ante un pase bombeado. Poco más. La Real ya no tiritaba, pero se topaba contra su falta de estilo y sus carencias. Xabi Prieto apenas conectó con la pelota y Mikel Alonso erraba en la transmisión. Sin bujías, los donostiarras tenían que tirar de lo primitivo, el balonazo, para acercarse al área rojilla y, este año al menos, la zaga navarra es consistente e impermeable. Además, para fortuna de la Real Sociedad, los de Aguirre no terminaban de apretar y en la dupla atacante de los pamploneses faltaba Milosevic, ligeramente lesionado, y que hubiese dinamitado el choque.

El encuentro necesitaba una revolución. Osasuna no pisaba el acelerador y la Real se condenaba a no encontrar la meta rival. Sin embargo, ambos equipos se animaron mutuamente con las primeras dosis de juego hilvanado. Primero Muñoz, cómo no, fue quien se volvió a poner los galones. Desde fuera del área, el futbolista lanzó uno de sus misiles que Alberto rozó lo suficiente para despejar. Después, llegó la lesión de Valdo, tras un salto en el que Viáfara le golpeó con la cadera en el cuello y que le llevó directo al hospital.

En este punto, con la entrada de Webó, dio comienzo el correcalles. Uranga, con espacio para correr y balón puso en peligro a Ricardo. Nihat, activo pero sin conexiones, también probó al meta madrileño. En medio un cabezazo de Romeo y otro de Webó que pusieron picante y emoción a un choque de capa caída. La culpa de todo, la ausencia de dominio en la medular, que parecía un oasis de caravaneros: todos paran pero nadie se queda más de lo necesario. Aguirre introdujo a Raúl García para dominar

Los momentos de fuegos artificiales no se alargaron demasiado más. Osasuna, con el paso de los minutos, decidió componerse. El resultado, lo fundamental para mantenerse en la cumbre, tomó prioridad. Ni un ápice de frivolidad, paradas continuas, una buena dosis de faltas y la contención necesarias, cambios incluidos, para convertir el choque en un terreno minado, aunque sin olvidar el contragolpe.

La Real no supo contrarrestar este dominio del tempo y volvió al juego inicial, trufado de desesperación, balones verticales y altura, mucha altura. Sin embargo, las ocasiones no llegaban para los donostiarras, que se ahogaron en el mar de su impotencia hasta tal punto que Xabi Prieto decidió rematar con la mano un pase bombeado. Pero Prieto no es Maradona.

La Real se mete en puestos de descenso. El Osasuna continúa ocupando una plaza de Liga de Campeones. Sus pantillas, nombre a nombre, no son tan distintas. Tampoco el juego. Pero mientras el equipo navarro sabe lo que quiere y como conseguirlo, el grupo que dirige Arconada vive en una blanda indecisión permanente. Una blandura que afecta, en primer lugar, a la línea defensiva.

La defensa de la Real Sociedad casi nunca es muy segura. En ocasiones, es incluso grotesca. Por ejemplo en el gol de Muñoz, que aunque meritorio, se vio favorecido por la infantil idea de los zagueros del conjunto donostiarra de cobijarse bajo su propio larguero para defender una falta lateral. Más extraño aún fue, poco después del tanto, un despeje de Labaka hacia su propia portería que se marchó rozando el palo. Resulta que David Sánchez lanzó desde su propio campo un pelotazo largo sin ningún propósito concreto. Y ahí salieron a por la pelota el meta Alberto, de cara, y el central Labaka, de espaldas. Ambos saltaron a por el balón, cada uno en una dirección. Pero llegó antes el defensor que impulsó la pelota hacia su propia portería. tuvo suerte. A diez minutos del final el repartode faltas era el siguiente: Osasuna, 23; Real Sociedad, 7.

La misma candidez afectaba a la vanguardia del grupo de Gonzalo Arconada. Tras recibir el tanto antes de cumplirse los primeros cinco minutos de partido, se apropió el conjunto realista de la pelota. Decidió atacar, ayudado por la falta de gusto por los excesos ofensivos de los chicos de Aguirre. Pero sólo el turco Nihat, que jugó de referencia en punta, conoce bien el oficio. El resto, en mayor o menor medida, son buenos proyectos de futbolista que aún están muy inmaduros. Es el caso de Xabi Prieto. Buen jugador, internacional en todas las categorías inferiores. Chico habilidoso, pero con ese punto de blandura que no se sabe si alguna vez conseguirá olvidar. Tampoco da la impresión de tipo que se las sabe toda Gari Uranga. Veloz y técnico, gasta mucha energía en aventuras condenadas a la nada. Como un disparo franco, frente al portero, que lanzó ya en el segundo tiempo flojo contra Ricardo.

Sin embargo, aunque el control real del choque era de Osasuna, la pelota la tenía la Real. Y alguna ocasión. Bueno, en el primer tiempo, una ocasión. un fallo en una salida de Ricardo, que despejó mal, le sirvió a Mark González, otro joven talentoso pero poco hecho, para disparar a bocajarro. Ricardo, portero de grandes reflejos, se rehizo y sacó una manopla para rechazar el lanzamiento.

En el otro lado, el equipo navarro aguardaba su oportunidad. Así también gozó de sus oportunidades. Una de Romeo, nada más comenzar el segundo tiempo, que auguraba un cierre prematuro y definitivo del partido. El propio Romeo probó suerte en otro lanzamiento lejano que se le marchó alto.

Conforme avanzaban los minutos el control realista era aún mayor. Valdo ya no se encontraba en el césped. El interior diestro tuvo que ser sustituido tras darse un fuerte golpe en un costado tras un salto. La Real empezó a disparar a puerta con una frecuencia altísima. Tiros lejanos, en su mayoria. Salvas de artifio, sobre todo. Pero Osasuna no se sentía desbordado. Neutralizaba el romo ataque donostiarra y hacía daño al contragolpe.

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