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Crónica:Fútbol | 32ª Jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un empate casi inevitable

El Sevilla y el Zaragoza juegan con la mente en futuros compromisos y sólo merecieron tablas

El partido no le apetecía a casi nadie. A una parte importante de los aficionados sevillistas les obligaba a elegir entre agasajar a su equipo por el pase a las semifinales de la Copa de la UEFA o seguir las primeras procesiones de su célebre y sentida Semana Santa. A los futbolistas del Sevilla aún les quedaban entumecimientos de la paliza que se dieron en San Petersburgo el jueves y el consiguiente viaje de regreso y los zaragocistas dejaban claro dese la alineación que su particular asalto a la gloria les llegará en la final de la Copa del Rey del próximo miércoles contra el Espanyol en el Bernabéu. Pero aún a contrapelo, el encuentro ofreció un golazo del Zaragoza, bastante emoción competitiva en ambos conjuntos y un ejercicio de orgullo de los sevillistas.

Los primeros minutos fueron de tanteo y hasta algo de pereza. Ninguno buscaba ni quería hacerse con el mando de la disputa. Saviola —que a sus deberes contractuales con el Sevilla suma el interés de hacerse elegible para el Mundial de Alemania— estuvo muy dinámico, colocado en el pequeño espacio que le dejaban las dos primeras líneas zaragocistas. En una de sus características carreras hacia el área del contrincante, levantó la cabeza y metió un pase interior a Kanouté que le dejó con toda la ventaja frente a César. Pero el africano no llegó, casi ni luchó. Está muy bajo de forma. Por eso Juande Ramós jugó más en punta, más a cazar que a trabajar la jugada. Pero al entrenador sevillista no le quedó más remedio que sustituirle antes del descanso.

Lo mejor del Zaragoza en la primera mitad fue una penetración por la izquierda de Diego Milito que aprovechó un regalo de los que Alves hace de vez en cuando, se coló casi hasta la línea, centró al área y Sergio García estuvo a punto de marcar tras un control hábil e inteligente.

Pero para inteligencia y habilidad la que demostró nada más comenzar la segunda mitad. Apenas unos segundos después del saque de centro, Javi Navarro despejó mal de cabeza, Renato se confió y Sergio García le robó la pelota para inmediatamente pegarla fenomenal. Tan fenomenal que entró por la escuadra izquierda de Palop. Y eso que el delantero estaba a más o menos 40 metros de la portería sevillista.

Y en ese momento fue cuando el partido tan poco querido se convirtió en UN duelo futbolístico entretenido y emocionante.

Ewerthon estuvo a punto de marcar el segundo para su equipo cuando se escapó en el minuto 70. Y, sin duda, debió de haberlo hecho diez minutos después cuando cabeceó al larguero en vez de a la red, pero porque Alves le empujó cuando iba a rematar. El árbitro no vio el claro penalti y el Sevilla sacó el carácter. A estas alturas de temporada, los sevillistas no se resignan a perder ante nadie y achuchando y achuchando empataron, ya en el tiempo recuperado por el árbitro, con un remate de cabeza de Maresca que estuvo precidido por varios fallos de delanteros y defensas. Lo más justo para un encuentro que ofreció más de lo que se preveía.

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