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Crónica:Arabia S. 0 - España 1 | Mundial 2006
Crónica
Texto informativo con interpretación

Juanito salva al trámite

El gol del central del Betis dio la tercera victoria a España, que pasa a octavos como primera de grupo

España actuó con un exceso de relajación, sin tensión y completó su partido más decepcionante de esta primera fase. Sólo Joaquín ofreció un nivel de juego aceptable.

Los objetivos para esta primera fase ya estaban cumplidos, y de sobra. La clasificación se había conseguido con solvencia y buen juego y, lo que es más importante, la Selección había recuperado la ilusión de una afición desencantada y acostumbrada a sufrir y que ahora vibra y disfruta como hacía tiempo no lo hacía. Por eso, no conviene juzgar a España por lo visto contra Arabia Saudí, uno de los peores equipos tácticamente del torneo. Fue un encuentro vivido sin ninguna tensión competitiva, en el que no había en juego más que el orgulloso y en el que hasta los cambios estaban previstos antes de empezar el choque. Demasiada relajación para esperar un espectáculo del nivel de los vistos contra Ucrania y Túnez.

Luis se permitió el lujo de cambiar la alineación completa y dio la oportunidad de disfrutar de verdad de un Mundial a todos sus jugadores. Bueno, a todos menos a Reina, que pasó de ser el segundo portero en la fase de clasificación a estar clavado en lo más profundo del banquillo, de donde salió Cañizares para vivir su particular partido de homenaje. Apenas le exigieron y cuando lo hicieron respondió con una buena mano en la ocasión más peligrosa que creó Arabia en toda la tarde. Era casi el minuto 79 y el resto del encuentro lo vivió como un espectador más.

Con tanto cambio, el juego de España también dio un giro completo y resultó menos atractivo que en las dos jornadas anteriores. A nadie debió extrañarle. El partido respondió al guión previsto. España ejerció un dominio absoluto, se adueñó del balón, no dio ninguna opción a los árabes y la única incógnita era saber cuántos goles serían capaces de marcar los hombres de Luis. Pero había más ritmo en los bailes de los aficionados en la grada que sobre el césped y así era difícil sorprender incluso a estos inocentes árabes. En las pocas ocasiones en las que España se decidió a combinar y a tocar se vio a los jugadores de Paquetá abrumados y persiguiendo sombras. Sin embargo, la mayoría de las acciones con peligro de la Selección nacieron de acciones individuales y ahí, Joaquín sobresalió más que nadie.

El interior del Betis completó uno de los mejores partidos que se le recuerdan con España. Abrió el campo, intentó el desborde, se animó en el disparo y fue el que más incordió. Era lo que se pedía a los españoles en un partido como éste, pero de forma lamentable ninguno más lo intentó y Luis lo tendrá muy fácil para hacer la próxima alineación. Ninguno de los suplentes aprovechó su oportunidad y salvo rara excepción lo lógico sería que comenzasen en el banquillo el encuentro de octavos.

Marchena

Iniesta no aportó el toque y la lucidez en la distribución que días anteriores ofrecieron Xabi Alonso, Xavi o el mismo Cesc, que no se salió del tono gris del resto del equipo. Pero para tono gris el de Marchena, que estuvo en el origen de las pocas acciones de peligro de Arabia. Tiró mal el fuera de juego, fue mal al cruce, se despistó como lo hace habitualmente y vio una tarjeta amarilla como pudo haber visto dos. Por fortuna, el resto de la defensa no lo hizo y estuvo a un gran nivel. Incluso alguno, como Juanito, tuvo la oportunidad de lucirse en ataque. Una falta sacada por Reyes fue cabeceada con maestría por el central del Betis para marcar el único gol del encuentro.

Fue de lo poco decente que se vio en una tarde que transcurrió entre bostezos y en el que hasta la animosa afición española fue perdiendo ilusión y terminó mirando el reloj con la esperanza de que el árbitro Coffi Codija, de Benín y quizá el peor del torneo, pitase el final.

Seguro que a Luis Aragonés no le gustó nada la desidia con la que afrontó la Selección la última media hora de partido. Ni la entrada de Villa, Xavi y Torres, al que le hicieron un claro penalti al final, por Raúl, Cesc y Reyes sirvió para elevar el tono de un encuentro muy decepcionante.

Tan relajados actuaron los españoles, que los árabes se animaron y en el último cuarto de hora se acercaron más a la portería de Cañizares que en el resto del choque. Incluso reclamaron un más que posible penalti de Albelda y casi en el minuto 90 Saad disparó alto cuando lo más fácil parecía marcar.

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