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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Zaragoza juega y el Depor pega

Hay una fragancia del mejor fútbol alrededor de este Zaragoza que pretende rehabilitar a dos grandes talentos: Aimar y D'Alessandro. Algo de ese aroma pudo apreciarse en Riazor, aunque resultara insuficiente para que el equipo de Víctor Fernández arrancase con éxito. El Zaragoza puso el mejor juego, sobre todo en los detalles, pero dejó también cierto aire de fragilidad. De eso se aprovechó un Deportivo tan irreconocible en los nombres —siete jugadores nuevos— como fiel al estilo de Joaquín Caparrós. Con mucha más eficacia que fútbol, el Depor se llevó la victoria ante un rival que pareció demasiado blando y con tendencia a la dispersión.

El partido se desniveló en dos acciones en las que la decisión arbitral no acabó de verse clara, aunque tampoco pareciese justificable la actitud de los zaragocistas. La primera, con 1-1, fue un penalti de Diego Milito en el barullo subsiguiente a una falta. La segunda resultó más absurda: una agresión de Juanfran que abatió a su equipo cuando más dominaba.

El Zaragoza había abierto el choque antes de los diez minutos gracias a un espléndido apunte de D'Alessandro, con un gran pase a media altura recogido por Ewerthon y remachado por Diego Milito. Las sensaciones no podían ser mejores en el conjunto de Víctor, que, sin embargo, dio pronto muestras de inmadurez. El Depor no tardó en empatar. Una simple internada de Riki desencadenó una serie de pifias en la defensa del Zaragoza hasta que Juan Rodríguez, que siempre aparece por allí, resolvió.

El aluvión de sangre joven que ha llegado al Depor ha traído una inyección de entusiasmo. Hay una frescura juvenil en el equipo, más en la actitud que en el juego, que ayer resultó tan discreto como en la campaña anterior. Pero, entre eso y la flojera defensiva del Zaragoza, se llevó el partido. Lo pasó mal al principio del segundo tiempo, cuando los visitantes tocaron la corneta y lo arrinconaron con un juego profundo y bien hilvanado. Juanfran, de arrebatos incontrolables, estropeó la reacción de Zaragoza, al que, además de los aromas dulces, se le exigirá eficacia, la virtud que ayer tuvo el Depor.

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