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Crónica:Fútbol | Octava jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una cuestión de pegada

Buades adelantó al Nàstic y Roberto Carlos, Helguera y Robinho remontaron para el Madrid, que jugó un partido gris

El Real Madrid sufrió mucho más de lo que indica el marcador para superar a un Nàstic que tuvo momentos brillantes, pero que terminó sin fuerzas y cometiendo demasiadas faltas.

El presidente del Real Madrid, Ramón Calderón, aseguró en las horas previas al partido que su equipo no debería tener problemas para ganar en Tarragona. O no conocía al Nàstic o no conoce a su equipo. Porque si el Madrid se impuso al buen equipo que entrena Luis César fue por su efectividad, por la calidad de sus jugadores, no porque lo mereciera por su juego. Lo mejor que se puede decir del conjunto que entrena Fabio Capello es que supo reaccionar a tiempo. Nada más.

El Real Madrid se presentó en Tarragona con la misma alineación que ganó en Bucarest al Steaua y en el Bernabéu al Barcelona, pero el espíritu del equipo fue otro al inicio, muy parecido al de Getafe. Y como sucedió aquel día, el Nàstic se comió al Madrid en la primera media hora, empezando por su centro del campo y terminando por la defensa. En ataque, Van Nistelrooy representó el papel del hombre invisible.

Este equipo al que Fabio Capello trata de dar forma desprecia el balón, no lo quiere y ahí empiezan algunas de sus virtudes y muchos de sus defectos. Cuando tiene espacios, la velocidad y la técnica de algunos de sus futbolistas convierten en letales los contragolpes. Pero cuando el equipo rival se repliega y defiende con orden, el Madrid termina desesperado, sin encontrar el camino de salida. Podrían hacerlo Guti o Robinho, el que más lúcido estuvo en ataque, pero sin el balón poco pueden aportar.

El técnico del Nàstic, Luis César, un inteligente estratega, supo leer el encuentro y ordenó una presión que ahogó al Madrid. El ritmo que impusieron los de casa fue altísimo y los hombres de Capello fueron incapaces de seguirlo. Este Nàstic trata muy bien el balón, lo cuida y sabe construir buen fútbol con él, sobre todo Buades, un mediocentro más que interesante. Con el campo y el balón controlados, el Nàstic completó sus mejores minutos de la temporada y convirtió a Casillas en el mejor jugador del Madrid.

El rápido y hábil interior izquierdo brasileño Gil y Buades obligaron a Casillas a recordar que es el mejor portero de España, por si alguien todavía lo dudaba. Desbordado el centro del campo, donde Diarra y Emerson ni cortaban ni creaban y Guti no aparecía, la defensa era incapaz de contener la avalancha. Y en una de esas oleadas cayó el primer gol. Gil superó con facilidad a Sergio Ramos y Cannavaro derribó, de forma grosera, a Makukula, que con sus casi dos metros estuvo más rápido y más listo que el italiano. Buades convirtió el penalti y puso, con justicia, a su equipo por delante.

Ahí sonó el despertador del Madrid, que se vio fuera del partido y sin argumentos para remontarlo. Las respuestas a sus problemas se las dio el propio Nàstic, que equivocó la táctica, dio un paso atrás, perdió metros e intentó frenar al rival sólo con faltas. Demasiadas faltas. De una de ellas, cuando el reloj buscaba ya el descanso, nació el gol del empate. Roberto Carlos situó el balón, apuntó a la barrera, golpeó con potencia, Makukula saltó y la pelota pasó bajo sus pies y superó a Rubén. Primer tiro a puerta del Madrid y primer gol. Sin haber ofrecido nada, los de Capello se fueron al vestuario con un empate que no merecieron.

Helguera

Revitalizado por ese gol, el Madrid se encontró con el segundo nada más empezar la segunda parte. El Nàstic inquietó algo al salir de los vestuarios, pero el que golpeó fue Iván Helguera, que aprovechó un despiste de su marcador para rematar de cabeza un buen balón servido desde el córner por Guti. Con dos latigazos el Madrid invirtió el resultado.

Conseguido el objetivo de dar la vuelta al marcador, el Madrid recuperó sus vicios y volvió a ceder el campo y el balón al rival. Pero a diferencia del primer tiempo, el Nàstic no llegó con tanta facilidad a Casillas, que sólo se vio exigido en un tiro del veterano Pinilla, que completó un buen partido, y en otro de Cuéllar cerca del minuto 80. Los jugadores de Luis César primero perdieron el aire y después las ideas.

Abandonado por las fuerzas, el Nástic se vio incapaz de superar a un Madrid que se empeñó en vivir sobre el alambre hasta que ya casi al final, con los tarraconenses despistados y fuera de sitio, completó la mejor acción de la noche y Robinho sentenció. Raúl, que vivió una noche muy gris, Robinho, Diarra, Reyes y Sergio Ramos tocaron y combinaron al primer toque hasta que el centro del lateral sevillano fue rematado a gol por Robinho. Pudo aumentar la cuenta poco después Emerson, pero hubiera sido un castigo excesivo para el Nàstic, que no mereció un marcador tan duro.

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