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Crónica:FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fenómeno Ruud

El airiete holandés resuelve con cuatro goles el partido contra Osasuna

Pamplona no ha sido nunca territorio cómodo para los madridistas. Es, para los blancos, como la visita anual a ese tío lejano que te fríe e collejas y pellizcos en los mofletes toda la tarde. También, los viajes a Navarra siempre han servido de termómetro para medir el estado del equipo y su capacidad para ganar los puntos en los campos donde se ganan los campeonatos. Y hay que decir que la salud de los de Capello es buena, sobre todo desde que viaja con Ruud Van Nistelrooy, que ya suma 12 goles en 15 partidos oficiales con el Real Madrid.

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El partido arrancó con la quinta marcha encajada. Webó tuvo una buena ocasión nada más comenzar, de vuelta, Robinho remató un magnífico centro de Ramos y seguido, Webó perdonó sólo ante Casillas. Ritmo endiablado, intensidad, buena presión y muchas jugadas de ataque.

Al equipo de Ziganda parecía no importarle el intercambio de golpes, jugar a pecho descubierto, pero el Real Madrid, puestos a pegar, tiene a un tipo que pega como Tyson: Ruud Van Nistelrooy. A los diez minutos, el holandés aprovechó un rechace de Ricardo a disparo de Robinho, y al borde de la media hora, terminó una jugada elaborada por Guti y Robinho. Dos goles pisando la línea del área pequeña, dos goles de ariete clásico. Y Van…

El segundo gancho de Van the Man dejó atontado al Osasuna, que hasta ese momento había jugado y generado ocasiones, sobre todo con el buen trabajo de Delporte por la banda izquierda. Resultó un castigo demasiado temprano y severo, y no porque el Osasuna estuviera mereciendo mejor suerte, simplemente, porque el Real Madrid era muy superior y ya a la media hora había puesto demasiado terreno de por medio.

Casillas recibió un mecherazo de unos simpáticos aficionados del Osasuna. El aficionado que lanzó el objeto tuvo muy rápido su premio; el tercero de Van Nistelrooy, un gol sensacional y diferente tras aprovechar un pase al hueco de Raúl y rematar muy fuerte y colocado desde el vértice del área. Y Van…

Todo resuelto

Todo parecía resuelto. El Madrid dio un pasito atrás, qué necesidad tenía de adelantar las líneas, y el Osasuna tardaba demasiado en sacudirse la depresión, el recuerdo de una primera parte nefasta, así que deambulaba sin confianza por el campo a ver si encontraba algún argumento para seguir en el partido.

Con el Madrid contenido y el Osasuna carente de fe, el partido entró en una fase lenta, predecible y espesa. Se echaban de menos esos minutos de la primera mitad en los que el fútbol transitó vertiginoso por el Reyno de Navarra. Así pasaban los minutos hasta que Casillas realizó una parada antológica a disparo de Puñal y, a la salida del corner provocado por el portero madrileño, Valdo remató a placer el primero de Osasuna.

Capello se enfadó muchísimo con la defensa de su equipo por no morder a Valdo, que cabeceó a placer desde el área pequeña, al tiempo que puso en juego a Reyes y retiró a Robinho. Por fin llegaba cierta actividad al partido, por fin pasaba algo, porque hasta el gol de Osasuna al Madrid parecía sobrarle medio partido.

No mejoró gran cosa el juego, revuelto y poco fluido, pero el que no perdió la inspiración, en medio de tanta tarascada y empujón, fue el gran protagonista del encuentro, Van Nistelrooy, que anotó un bellísimo tanto por la escuadra cuando tan sólo quedaban cinco minutos para el final. Un gol precioso que sirvió para firmar una noche inolvidable del fenomenal delantero holandés.

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