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Crónica:FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Ronaldinho, el genio de un partido maravilloso

Gaby Milito adelantó al Zaragoza y Ronaldinho remontó para los locales en una noche rebosante de fútbol que cerró Saviola

Motta pide explicaciones al árbitro tras ser expulsado.
Motta pide explicaciones al árbitro tras ser expulsado.EFE

En el Camp Nou se presentaban dos de los protagonistas de la Liga con más carisma y prestigio ante un público que llevaba mucho tiempo esperando ver a su 'Barça' volver a brillar. No han salido defraudados los espectadores y seguramente guardarán su entrada durante muchos años recordando una noche de auténtica gozada para los degustadores del buen fútbol.

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Juego trepidante, entrega en todos los implicados, decisión y ambición bien aderezados con calidad han sido los factores que han presentado los futbolistas en el escenario. Por un lado, el Barcelona, un grupo bien armonizado que desplegaba todo su repertorio ante sus incondicionales seguidores. Un regate de Messi, una exquisitez de Ronaldinho y triangulaciones generadas por el habilidoso Iniesta dejaban extasiados a los culés, pero sin gol.

En el lado contrario, el Zaragoza, un conjunto que no había llegado acobardado al césped, pero que no podía mostrar sus capacidades porque el balón se encontraba siempre en el jugador contrario. Sin embargo, los visitantes no habían llegado a encerrarse y en cuanto han tenido su oportunidad han dado el 'do de pecho'.

El Zaragoza aprovecha su momento

D'Alessandro -exiliado en la banda derecha contra natura a su perfil zurdo- lanzaba un saque de esquina perfecto hacia un Gaby Milito que se desmarcaba con inteligencia de Márquez y enganchaba una difícil volea que acababa en gol. El Barça lo había hecho todo bien, pero el Zaragoza le superaba.

Los de Rijkaard habían visto la cara de sus rivales por primera vez y quedaban unos instantes amuermados ante la sopresa en el programa de la noche. Era el momento de los teloneros, pero ni D'Alessandro ni Diego Milito consiguieron finalizar dos buenas ocasiones al borde del área.

Habían transcurrido 20 minutos y el público disfrutaba con cada jugada y cada momento de ambos equipos pero llegaron las malas noticias: Messi se rompía fruto de su explosividad. Es preocupante la frecuencia con la que el argentino cae lesionado, pero más preocupante es que Celades y Edmílson también se lastimaran pocos minutos después como si de una enfermedad contagiosa se tratase.

César también había amagado con marcharse por problemas en su muñeca, pero se quedó en el campo para regalar un gol a Ronaldinho en un saque de esquina al quedarse a medias en su salida. El brasileño parece que se ha costumbrado en los últimos partidos a usar la cabeza para rematar además de para ingeniar sus habituales creaciones.

Se llegaba al descanso con las únicas interrupciones de las salidas de Giuly, Motta y Ponzio y con las ganas de pedir un 'bis' a los artistas que tan buen espectáculo habían dado en el primer tiempo.

Segundo período de igual nivel

Y el segundo período repetía situaciones: pases rápidos del Barça, balones al hueco de Ronaldinho, paredes precisas en ambos equipos, contragolpes rápidos de los puñales del Zaragoza y calidad rebosante en todos los presentes. Ahora tocaba un ejemplo visión de juego de Deco, luego generosidad de los artilleros en cada ataque con sus compañeros, de nuevo una diagonal de Ewerthon… Cada jugada ha sido una demostración de cómo se puede crear fútbol sin necesidad de fallos del rival.

La concentración de ambos grupos no ha decaído en ningún momento para evitar echar por tierra el magnífico trabajo desarrollado en el césped. De hecho, la ausencia de ocasiones de gol simplemente se ha debido al buen hacer también en posiciones defensivas.

Emoción y desgraciado guiño histórico

La noche debía contar también con su punto emotivo y ese primero lo ha puesto Javier Saviola. El argentino ha salido en lugar de Gudjohnsen a 20 minutos para el final con la habitual ovación atronadora de su público, siempre sensible con cada momento del 'Pibito'.

El segundo punto lo ha puesto Motta al apartar a Diego Milito en un lance con el balón. Pero allí estaba Rafa Guerrero, quien ha interpretado agresión en el lance y ha vuelto a ser protagonista diez años después de aquel polémico partido en el que se equivocó al expulsar a un jugador del Zaragoza contra el Barça. Hasta Frank Rajkaard ha saltado a la banda para protestar ante el asistente por la tarjeta roja mostrada al italo-brasileño.

En tercer lugar, Gaby Milito frenaba a Saviola cuando se marchaba sólo hacia portería. Resultado: el defensa a la caseta,los dos equipos con diez jugadores por bando a falta de 15 minutos y los aficionados rugiendo en cada instante como si del partido más decisivo de la temporada se tratase.

Todo por decidir a diez minutos del final

La fiesta terminaba y todos querían llevarse su premio a casa. Los excesos de la noche no se notaban en invitados y anfitriones, pero la hora llegaba y había que resolver. Y en esos casos es cuando las estrellas brillan. Le dieron la oportunidad a Ronaldinho y el brasileño se lució: falta al borde del área que colocó pegada al palo para dejar en las retinas de todo el mundo uno de esos momentos de genialidad que recordarán eternamente. Era su octavo gol en la Liga y la guinda a un partido de fútbol que ha contado con la excitación de los grandes partidos.

Pero hasta el final del encuentro no se podía acabar la emoción y Zapater ponía el enésimo detalle del encuentro en una buena combinación del ataque maño que acababa por encima de la portería tras una demostración de reflejos de Víctor Valdés. Un último ramalazo de Ronaldinho nos permitió comprobar lo bien que lanza las faltas y Saviola demostró la naturaleza del delantero, pues sólo tuvo que cabecear a portería vacía el rechace del larguero a tiro del brasileño.

En definitiva, todo aquél que haya visto el espectáculo desearía que se repitiera el espectáculo cada noche con el mismo cártel, porque cada uno ha brillado en su papel. Eso sí, en la próxima función, que Ronaldinho no vuelva a hacer la cabriola con la que golpeó disimuladamente a Ponzio en el primer tiempo sin que Mejuto González apreciara que fuera una agresión premeditada. Y que tampoco vuelva Rafa, claro.

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