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La fortuna se alía con el Valencia

La afición carga contra el entrenador del Valencia a pesar de la victoria

La fortuna se alió con el Valencia de las rotaciones, que ganó por 2-1 al Valladolid gracias a un gol de Silva en una acción en el último minuto del encuentro, en el que un balón lejano rebotó en un defensa antes de entrar en la meta de Butelle. Ni la entrada de Silva y Villa en el segundo tiempo encendieron la luz de un Valencia triste y con muchas dudas ante el Valladolid, que no padeció en exceso a lo largo de todo el encuentro, hasta el punto de disponer de algunas ocasiones para sumar los tres puntos, aunque, al final, la mala suerte, le supuso una derrota que no mereció.

Los dos primeros goles fueron consecuencia de sendos errores de los porteros, lo que permitió que se moviera el marcador en un partido sin apenas opciones de gol y que necesitó de estos fallos y del rebote de la última jugada para que el tanteador se moviera. Cuando llegó el gol de Kome, como consecuencia de un fallo garrafal de Cañizares, el Valladolid ya había demostrado cuales iban a ser sus armas en este encuentro: mucha presión y una gran concentración, con la una única limitación importante en el juego aéreo, en el que los valencianistas casi siempre fueron superiores.

Sin mejorar en su fútbol, el Valencia consiguió empatar a mitad del primer periodo, para lo que también fue necesario un nuevo error defensivo, en esta ocasión de Butelle, el portero cedido por el club de Mestalla al castellano, que no atrapó un disparo inocente de Arizmendi, lo que permitió que Morientes igualara el partido. A partir de ese momento, el juego se trabó mucho, el equipo local no fue capaz de convertir su tanto en un revulsivo y la falta de ideas del Valencia marcó el ritmo del partido hasta el descanso.

El Valladolid mantuvo la intensidad del principio hasta el descanso, pero su propuesta ofensiva no estuvo a la altura de la de los primeros minutos y en el tramo final del primer periodo tuvo que estar concentrado en defender las acciones a balón parado de su rival, lo que limitó su capacidad para volverse a aproximar a la portería de Cañizares, que tras su estrepitoso fallo apenas tuvo que volver a intervenir. Poco cambiaron los argumentos del encuentro en el segundo periodo, al menos hasta que entró Silva en el lugar de Manuel Fernandes, que se había diluido en la zona izquierda de la medular valencianista, lo que dio un poco más de profundidad a su equipo.

El efecto de su entrada y de la de Villa poco después ya había desaparecido cuando en el minuto 69, Cañizares enmendó su error con una parada espectacular tras un remate de Llorente, en la primera aproximación pucelana tras el descanso a la portería local. Con todo ello, el encuentro llegó a su tramo final sin más interés que la igualdad en el marcador y la posibilidad de que la victoria se decantara a favor de cualquier equipo en un momento del encuentro en el que al Valencia le faltaba imaginación y al Valladolid le valía cada vez más la igualada.

El Valencia ganó el partido cuando nadie lo esperaba, puesto que buena parte del público ya se había marchado en el momento en el que llegó el gol de Silva. Los que se quedaron se dedicaron, tras el tanto, a gritar ¡Quique vete ya! y abroncar con fuerza al equipo en el momento en el que terminó el partido.

Morientes, durante el encuentro
Morientes, durante el encuentroEFE

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