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Robinho es esencial

El brasileño devuelve a la vida al Madrid ante un Recreativo que sólo cedió al sufrir dos expulsiones

Robinho reapareció para confirmar su condición de esencial en el Madrid. Salió a escena con el impacto de los jugadores señalados en una de las noches más sombrías de su equipo. Al cabo de un partido miserable, Schuster le hizo entrar para resolver lo que parecía condenado al fracaso. Había sido un intercambio desbocado, un duelo que el Madrid sufrió con la ineptitud propia de los que no encuentran respuestas. El Recreativo lo había metido en un problema. Estaba en los huesos y Robinho le devolvió a la vida. Apenas entró en contacto con la pelota, su primer remate valió el triunfo. Su segundo tiro lo certificó. Dos golpes, dos goles.

El Madrid se jugaba el liderato, pero el que tomó la iniciativa fue el Recre. Lo hizo con la convicción de un equipo importante, atento en la defensa, casi suficiente, y profundo en el ataque. Martins, Varela, Camuñas y Sinama hicieron un ejercicio de asociación que desconcertó al Madrid, que se desmoronó. El blanco es un equipo sin demasiado fútbol por paradójico que pueda parecer. Sus técnicos lo saben y sus jugadores lo empiezan a sospechar. El carácter que alienta a los iluminados ha dado paso a cierta toma de conciencia que en ocasiones resulta perniciosa. No es bueno saberse limitado si ese conocimiento inspira inseguridad. Ayer, al verse apretado, se dejó intimidar. Si no dimitió fue gracias a la intervención de Ramos y Diarra, que, en situaciones de angustia, se convierten en imprescindibles.

Martins sometió a la defensa del Madrid a un proceso de desgaste. El portugués, meritorio de Scolari, hizo todo lo necesario para que ir a la Eurocopa. Su repertorio de pases a Varela y Camuñas mantuvo en constante alerta a la defensa del Madrid. No hubo respiro para Heinze y Cannavaro, exigidos una y otra vez. Ni la colaboración de Ramos y Diarra resultó suficiente para sellar las vías de agua. El Madrid pasó de la tensión a la angustia. El remate parecía inminente y Casillas lo esperaba agazapado. Llegó antes del segundo cuarto, en una jugada a balón parado. Una falta lateral, lanzada por Martins. El Madrid puso todas las condiciones para dejar expuesta su portería. Fue un monumento a la falta de atención. Cáceres, imprescindible en el juego aéreo del Recre, se vio solo. Libre en el segundo palo. Nadie le tapó. Nadie le impidió poner el pie y empalmar el balón según bajaba, llovido, desde 40 metros. Fue el primer tiro del Recre entre los tres palos. Y fue a la red.

No parecía la mejor noche de Casillas. Pero estaba llamado a salvar al Madrid con tres intervenciones decisivas. La primera, en la última jugada de la primera parte, cuando, solo ante Sinama, desvió el tiro. Las otras dos, en la segunda mitad, cuando desbarató dos remates de Sinama y Martins en la fase más caliente. Porque el partido, que el Recre empezó dominando con solvencia, se tornó áspero, vertiginoso. El Recre no supo administrar su ventaja y se dejó llevar por las emociones. Perdió un poco de energía, bajó la guardia y cedió metros. Drenthe culminó entonces lo que había anunciado. El holandés, que había probado los tacos de Bouzón, no se achicó. Encaró siempre. Hasta que se fue. Su determinación y su potencia contrastaron con las vacilaciones de Robben. Cuando pudo, metió el centro. No fue un buen centro, pero Sorrentino midió mal. Raúl metió la cabeza. Tal vez en fuera de juego. Hubo un choque, el delantero y el meta se desplomaron aturdidos y el balón terminó en la portería. En su primer disparo, el Madrid empató.

El gol aceleró el partido. Se aceleraron las pulsaciones de los jugadores. De la confusión se pasó a la violencia. Sergio Ramos, tan valioso en la primera parte, fue expulsado en la segunda por una entrada dura. El mismo camino transitó Beto por agredir a Heinze. El árbitro repartió justicia. Pero el duelo no tardó en volverse a desequilibrar. Quique Álvarez dejó a su equipo con nueve jugadores después de lesionar a Robben. El holandés intentó seguir, pero no pudo. La velada se había convertido en una escaramuza. Todo derivaba hacia una conclusión inevitable. En la agitación perdió el Recre, desfigurado, convertido en un equipo vulgar. En ese ámbito, los tipos como Robinho hacen estragos.

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