Villa y Mata ponen Mestalla de pie
Otro gran partido de la pareja de atacantes permite al Valencia derribar al Depor
En un partido desmelenado, el Valencia subrayó sus virtudes ya conocidas (los centrales y la conexión Mata-Villa) y añadió otras (las vueltas de Albelda y de Joaquín) para tumbar a un Depor que empezó muy guapo y acabó desgreñado. El cuadro de Lotina mandó mientras el choque estuvo constreñido. Pero cuando se desató, cayó en las manos de Mata y Villa, en un despliegue torrencial de fútbol. Son inteligentes, generosos y perspicaces en su búsqueda constante del pase y el gol, clavado entre ceja y ceja. Sin un mediocentro consistente de creación, el Valencia sigue líder gracias a la velocidad de sus centrales, la fuerza de Albelda y la magia de Mata y Silva. Mestalla se fue a casa muy henchido al entender que el Depor es un adversario de cierta entidad y ya no los pesos plumas con los que se había enfrentado hasta ahora.
La vieja máxima de Di Stéfano a sus porteros tomó cuerpo ayer en Mestalla: "Las que vayan dentro, intenten pararlas. Las que vayan fuera, no las metan dentro". Lo desoyó Renan, que introdujo con la manopla izquierda en su propiaportería un centro desde la derecha de Pablo Álvarez que había rebotado en Moretti. Son cosas que pasan en las mejores casas: le ocurrió a Zubizarreta ante Nigeria en el Mundial de Francia en 1998.
El viento en la cola redobló la apuesta del equipo de Lotina, que se adueñó del centro del campo y jugó media hora con una autoridad inesperada. Tenía el balón y ponía de los nervios a la gente de Mestalla, que observaba la falta de estructura de su equipo. , incapaz de mandar en los medios. , como se le supone al todavía líder de Primera. Abandonado por el físico, Edu se vio rodeado de enemigos y no supo darle la salida al balón que merecía.Entonces Joaquín renació en un par de internadas demoledoras. En la primera, Filipe le cazó y se ganó una tarjetaamarilla. En la segunda, el lateral brasileño prefirió taparle la línea de pase, pero no pudo. El tobillo de Joaquín siempre ha hallado centros de donde parecía imposible. Esta vez sobrevoló las manos de Aranzubia y le llegó a cabeza de Mata, cuyo remate pasó por entre una nube de piernas. La jugada la originó Morientes, que hubo de bajar para tener algún contacto con el balón. Un contacto decisivo.
El partido viró completamente. Albelda se sintió de nuevo el dueño de su equipo. Impuso su personalidad en el centro, recuperó media docena de balones divididos y transmitió el espíritu ganador.Mestalla, tan arisco con el que fuera durante años su capitán, acabó rendido a él. Y la comunicación Mata-Villa se desató. El Guaje había desaprovechado hasta cuatro ocasiones , una anomalía tratándose de quien es. A la quinta fue la vencida, aunque quien se venció realmente fue Aranzubia, al que le pasó el balón por entre las piernas. La ventaja desmelenó al Valencia, que combinó de primeras, a la velocidad del rayo, como no lo había hecho hasta ahora. Villa y Mata -a un ritmo trepidante- irrumpieron por la izquierda y el pase final lo remachó a bocajarro Joaquín, que se fue a celebrarlo solo a la tribuna cuando el resto de compañeros se juntó en un círculo alrededor de Villa y Mata, otra vez artífices de la jugada. No sería la última. Quedaba otro pase soberbio de Mata, que prefirió regalarle el gol a Villa (sexto tanto en la Liga) en un servicio celestial que le dejó ante la portería vacía.
El Depor se hundió. Y ni Lafita ni Omar Bravo consiguieron levantarlo. El primero aprovechó para acortar distancias el error de la zaga local, parada porque el juez de línea había levantado la bandera. El público arremetió sin razón contra el árbitro antes de despedir a sus jugadores como merecían, entre grandes aplausos. No hubo ni un ápice de aburrimiento en Mestalla, sino un partido arrebatador. Y un Valencia que empieza a verse otra vez entre los grandes.
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