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La larga carrera de un hombre polifacético

Desde la cumbre del olimpismo, el empresario, periodista, político y diplomático se convirtió en uno de los españoles más influyentes del mundo

Empresario, periodista, político, embajador y sobre todo, dirigente máximo del olimpismo durante 21 años, Juan Antonio Samaranch Torello, hijo de una acomodada familia catalana, se convirtió, con astucia y diplomacia, en uno de los españoles más conocidos e influyentes del mundo. Nacido el 17 de julio de 1920 en Barcelona, enviudó de María Teresa Salisachs Rowe, Bibis, en septiembre de 2000 , durante los Juegos de Sydney. Deja dos hijos, María Teresa, presidenta de la Federación Española de Deportes de Hielo desde 2005, y Juan Antonio, miembro del COI desde 2001.

Afición deportiva

De niño le gustaba el deporte, pero apenas jugó seriamente al hockey sobre patines. Llegó a ser seleccionador y primer presidente de la Federación Española de Patinaje entre 1954 y 1956. Practicó también el fútbol, el boxeo, la hípica, el esquí, la vela o el golf. En fútbol, era seguidor del Espanyol.

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La Guerra Civil

En mayo de 1938, tuvo que incorporarse al Ejército republicano como sanitario. Como sus ideas no estaban de acuerdo con las filas que atendía, pasó a Francia para regresar a la zona franquista. Posteriormente, se afilió a Falange Española.

El Samaranch periodista

Fue colaborador del periódico La Prensa hasta junio de 1943, cuando le fue retirado el carné por la crónica que escribió del partido de Copa, disputado en el estadio de Chamartín, en el que el Madrid venció por 11-1 al Barcelona. En su artículo criticó duramente al público de Madrid y a los cronistas de la capital que lo incitaban.

Experiencia empresarial

Samaranch se graduó en el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa y en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles, en Barcelona. Tras dejar el periodismo, Samaranch siguió los negocios familiares en la industria textil y entró en contacto con el mundo de la banca, hasta llegar a presidir La Caixa entre 1987 y 1999, institución de la que fue presidente de honor hasta su muerte.

Carrera política

Designado concejal de Deportes en el Ayuntamiento de Barcelona entre 1955 y 1962 y procurador en Cortes por Barcelona en tres legislaturas (1967-1977), su nombramiento como representante en Cataluña de la entonces Delegación Nacional de Deportes le llevó a su primer gran cargo deportivo: delegado nacional de Educación Física y Deportes (1967-1971).

El nombramiento en el COI

Fue miembro del Comité Olímpico Español (COE) desde 1956 y ocupó su presidencia desde 1967 hasta diciembre de 1970. En 1966 fue elegido miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), organismo en el que ocupó varios cargos hasta ser nombrado vicepresidente en 1974, puesto que desempeñó hasta 1978.

En julio de 1977, en un movimiento magistral, fue nombrado embajador en la Unión Soviética, el primero tras el restablecimiento cuatro meses antes de las relaciones diplomáticas con España. Ya entonces sabía que la elección para presidente del COI sería en Moscú en 1980. Y que el apoyo de los países del Este iba a ser clave, como así sucedió.

Durante la 83ª sesión del COI, fue elegido presidente en primera votación. Renunció a su cargo de embajador y celebró su 60º cumpleaños con su sueño hecho realidad.

Luces y sombras

Durante los 21 años que estuvo al frente del COI, vivió periodos de luces y de sombras, con éxitos indiscutibles y problemas que dañaron gravemente su credibilidad, especialmente los casos de corrupción en las campañas para designar sedes olímpicas. Samaranch convirtió el organismo en una empresa rica y poderosa, una máquina de generar ingresos en el concepto de deporte como espectáculo masivo y mediático.

Uno de sus mayores logros fue que su ciudad natal, Barcelona, organizara los Juegos Olímpicos de 1992. El 19 de junio portó la antorcha olímpica a la salida de Sant Sadurní de Noya (Barcelona), y el 9 de agosto clausuró los Juegos en el estadio de Montjuic.

Diplomacia olímpica

Samaranch contaba como el mayor éxito de su mandato la unión del movimiento olímpico, el COI, con las Federaciones Internacionales y los Comités Olímpicos Nacionales, sus tres grandes pilares. Experto anfitrión y agasajador, llevaba adelante todos sus planes manteniendo contentos a sus miembros.

Su gran debilidad fue permitir la continuidad de una forma de amiguismo aristocrático instaurada en lo más profundo del olimpismo. A su marcha, sólo 12 de los 118 miembros que habían intervenido en las últimas elecciones no habían sido nombrados por él. Gracias a eso, y a su habilidad para manejarlos con proyectos de futuro, fue reelegido tres veces por aclamación y unanimidad, y ratificado en su cargo en pleno escándalo de la corrupción.

En su último discurso como presidente del COI el 12 de julio de 2001 dijo que dejaba un movimiento olímpico independiente "sin haber recibido jamás subsidios de los gobiernos" y pidió a los miembros del COI que mantuvieran la unidad.

Distinciones

Samaranch recibió gran número de distinciones y premios, como las Grandes Cruces de la Orden del Mérito Civil, del Mérito Naval y del Mérito Militar y de la Orden de Cisneros, en la España franquista. Fue investido doctor honoris causa por más de una docena de universidades españolas y extranjeras, entre ellas la Politécnica de Madrid y la Sorbona, y fue académico honorario de la Real Academia de Cataluña (1995) y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1997).

El mayor sueño cumplido por Juan Antonio Samaranch como presidente del Comité Olímpico Internacional  (1980 a 2001) fue lograr los Juegos de Barcelona de 1992. En la imagen, Samaranch porta la antorcha olímpica a la salida de Sant Sadurní de Noya, el 19 de junio de 1992 (Barcelona).
El mayor sueño cumplido por Juan Antonio Samaranch como presidente del Comité Olímpico Internacional (1980 a 2001) fue lograr los Juegos de Barcelona de 1992. En la imagen, Samaranch porta la antorcha olímpica a la salida de Sant Sadurní de Noya, el 19 de junio de 1992 (Barcelona).ARCHIVO

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