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Paraguay echa humo por el partido ante España

El país se paraliza en medio de un ambiente extraordinario a pocas horas del encuentro de cuartos de final del Mundial

Paraguay echa humo. Todo está lleno de banderas "albirrojas" y miles de personas se han enfundado esta mañana, nada más levantarse, la camiseta de la selección. Hasta los tres atracadores que asaltaron ayer una sucursal bancaria en la avenida Eusebio Ayala, llevaban la albirroja puesta (y un pasamontañas). Faltan pocas horas para que se juegue el partido contra España, que podría darle un histórico pase a semifinales, y el ambiente es extraordinario. Quizás se ha ido caldeando demasiado, opinan algunos, incluso más que en los encuentros anteriores, con la idea, fomentada por algunos periódicos y emisoras de televisión, de que hay que ganar, sea como sea, para ofrecer un homenaje a las decenas de miles de paraguayos que viven y trabajan en España, no siempre en buenas condiciones.

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Para colmo, en Asunción ha sentado muy mal un programa humorístico emitido por una cadena de televisión española (Cuatro) en el que se hacía burla de una pretendida niña pobre paraguaya. La Secretaria de la Niñez salió sobriamente al paso de lo que calificó de "un ejercicio tan pobre de humor", pero las cadenas de radio y de televisión subieron mucho el tono y expresaron su enfado por lo que consideraban "racismo" de un grupo de españoles. Demasiada tensión para antes de un partido, piensa el Gobierno del presidente Lugo, que ha ordenado un operativo policial sin precedentes y ha prohibido beber alcohol en la vía pública.

En cualquier caso, hay un gran ambiente en toda la capital. La agónica victoria de Uruguay, ayer, hizo rugir a los paraguayos, convocados en bares y parques al grito de "Vamos, Sudamérica". Todas las miradas están puestas ahora en Argentina y en Paraguay, alentado el sueño de unas semifinales con tres selecciones de la región y la consagración del fútbol latinoamericano por encima del europeo. La posibilidad de entrar a formar parte de ese grupo selecto, del olimpo del fútbol sudamericano, llena de orgullo y de alegría a los paraguayos. Sus jugadores podrán, quizás, perder, pero desde luego, van a tener que dejarse la piel y el alma en el Ellis Park para poder volver a casa con la cabeza alta. Hasta el presidente de Bolivia, Evo Morales, que según las agencias está muy enfadado con la derrota de Brasil, les ha hecho llegar un mensaje de ánimo, de fortaleza y de exigencia.

Miles de paraguayos se han dado cita en el estadio nacional de fútbol Defensores del Chaco, en el que se juegan los partidos internacionales, para presenciar el encuentro en una pantalla gigante, animar a la selección y alentar ese sueño. Los organizadores esperan que acudan unas ocho mil personas, el máximo que puede acoger este vetusto recinto porque esta sometido, precisamente ahora, a obras de remodelación. La prensa local asegura que las obras irán ahora mucho más rápido, gracias a los 15,7 millones de dólares que recibirá la federación paraguaya por su participación en el Mundial. Por lo que se ve, el responsable de la APF se ha negado a que los dirigentes de los clubes metan mano en esa caja y promete que, una vez pagadas primas y gastos, se dedicará a abrir diez canchas de fútbol para divisiones inferiores y para adecentar el estado nacional. "Veremos", opina un escéptico comentarista deportivo en la radio.

El encuentro empieza a las 14.30 hora local, pero el estadio abrirá sus puertas mucho antes para ir ofreciendo un sabroso aperitivo: actuaciones musicales de algunos de los más importantes cantantes locales. "Ojala acudiera también Larissa Riquelme", comenta, risueño, Luis Tamayo, un joven camarero que se declara perdidamente enamorado de la más famosa y guapa de las modelos paraguayas. Para colmo, afirma que Larissa, gran hincha de la selección, ha prometido pasear ligera de ropa por una avenida de la ciudad si Paraguay gana el Mundial. "¿No cree que David Villa puede estropearle la fiesta?", pregunto. "Pues sí. Pero si David Villa viera a Larissa Riquelme, él mismo perdía el partido", bromea Luis. Villa es hoy, sin duda, la peor pesadilla de los paraguayos. Por un lado, le admiran y aprecian, porque no les parece soberbio ni orgulloso. Por otro, no creen que haya manera de pasar a las semifinales si la defensa de la albirroja no consigue pararle en seco. "Ahí estará el partido", mantiene un compañero de Luis en la barra del bar. "Ahí que le paramos y ganamos", corean los dos.

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