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Los tres mosqueteros, en la Catedral

Muniain inventa y Llorente y Toquero definen ante un Sporting con 10 durante 75 minutos

Los mosqueteros del Athletic han hecho escuela. Empezó Llorente, con su porte de bigardo inabordable, le siguió Muniain como el aprendiz de brujo que acaba sabiendo más de alquimia que nadie, y ahora se ha sumado Toquero, el devastador del área, casi inagotable, que de pronto ha encontrado el gol. Pero en la escuela rojiblanca hay más de lo que parece. Iraola es imprescindible, siempre con la cal en las botas, anulando a su atacante y obligándole a un sacrificio inesperado. Es como si le quitase el filo a su espada y le obligase a protegerse de sus andanadas. Gurpegui es el gladiador. Y todo así.

Pero lo cierto es que la batalla ante el Sporting duró 15 minutos. Fue apenas una secuencia en un largometraje prometido por la buena racha del Sporting y el buen hacer rojiblanco. Un buen partido clásico que se rompió a los cuatro minutos. Si hubiera que ordenar el partido por orden de aparición, como en algunos films, habría que comenzar por el árbitro, Teixeira Vitienes que tartamudeó al principio emulando al actor de El discurso del rey: anuló en el primer minuto un gol legal a Gurpegui, no se sabe por qué; castigó con tarjeta amarilla, no se sabe por qué, una mano inocente de Grégory en un centro inocente de David López; dejó sin señalar, no se sabe por qué, un penalti voluptuoso de Eguren a Gurpegui, que puso a prueba la elasticidad del brazo del jugador y de las camisetas rojiblancas, y finalmente, harto de tanta abstinencia, castigó con penalti otro agarrón, de Grégory a Llorente, más discreto, pero igual de existente, que acabó con el defensor francés en el vestuario al minuto 15. Fue otro error, porque el penalti fue como una catedral pero el castigo disciplinario exagerado.

ATHLETIC 3 - SPORTING 0

Athletic Club: Iraizoz; Iraola, San José, Ekiza, Koikili; David López, Orbaiz, Gurpegui (Iturraspe, min.79), Muniain (Vera, min.75); Toquero (Susaeta, min.65) y Llorente.

Sporting de Gijón: Cuéllar; Lora, Iván Hernández, Gregory, Canella; Eguren (André Castro, min.46), Nacho Cases, Rivera, De las Cuevas (Botía, min.28), Diego Castro; y Barral (Bilic, min.46).

Goles: 1-0, min.16: David López, de penalti. 2-0, min.27: Toquero. 3-0, min.73: Llorente.

Árbitro: José Antonio Teixeira Vitienes (Comité cántabro). Expulsó a Gregory, en el minuto 16, por doble amonestación. Además, mostró tarjeta amarilla a los locales San José, Koikili, Gurpegui e Iturraspe, y a los visitantes Lora y Barral.

Incidencias: Casi lleno en San Mamés. Unos 39.000 espectadores. Tarde fresca, pero soleada, y terreno de juego en buenas condiciones. Vigésima segunda jornada de Liga.

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Ese cuerdo bajito

Mucho partido por delante para la escasez de tropa del Sporting que traía más ganas que juego, ante un Athletic que salió como en aquellos tiempos: voraz, con espíritu indomable, insatisfecho con lo conseguido.

El Sporting no era reservón, sino obligatoriamente reservado. Cuando el Athletic en San Mamés se echa con todo al hombro hay que pararlo. Y si a los 15 minutos se pone por delante en el marcador, ejecutando un penalti que esta vez no tuvo polémica entre aspirantes a lanzadores (tiró David López fuerte, ajustado al poste, sin misterio) cuesta Dios y ayuda enderezar el rumbo.

Al Sporting, que quería hacer de la necesidad virtud, le hundió el gol de Toquero, el otro mosquetero, 12 minutos después, que se había dado una hartada de correr por todos los espacios del campo. No hay brizna de hierba que no conozca la marca de las botas de Toquero. Pero en el gol del alavés medió un gremlin, Muniain, que de pronto le dijo a San Mamés que lo que hace Iniesta sobre la línea de fondo no es un arte de magia particular sino que es un asunto que él puede gestionar con un poco de calma y un bolsillo lleno de descaro. Encaró a Lora, le amagó por su derecha, se fue a la izquierda, bailó sobre la cal de fondo y, sin inmutarse, hizo el pase de la muerte, que Toquero, ciertamente, remató con la facilidad y la frialdad de un killer. San Mamés había visto en tamaño, intensidad, tranquilidad y genialidad a Iniesta vestido de rojiblanco. No es poco.

Ahí murió el Sporting que de pronto vio el desierto, aunque quiso sobrevivir sin agua. Incluso otro gladiador, como Barral, tuvo un mano a mano con Iraizoz, antes del descanso, que concluyó con ambos por los suelos, doloridos y el balón por otro lado. Nadie le podía discutir la actitud al Sporting que, sabiéndose perdido, nunca lo reconoció. Made in Preciado, que de supervivencia humana sabe más que nadie.

Faltaba Llorente, el tercer mosquetero, que se había llevado la mitad de los balones que disputó en su terreno y había cabeceado al larguero un centro templadito de Iraola. Faltaba el grande para poner el punto en la i del Athletic. Y llegó en otro ingenio de Muniain, que más que activo estuvo brillante, y le metió un pase interior a Susaeta para que en horizontal habilitase a Llorente que, en esos casos, no falla.

Era una cuestión de mosqueteros y escuderos. Al Sporting le fallaron los primeros, aunque anda sobrado de los segundos. Se batió el cobre el equipo de Preciado, pero el esfuerzo a veces es insuficiente, cuando un grande, un pequeño y un infatigable te buscan las cosquillas desde el primer minuto hasta el túnel de vestuarios. Es lo que quería hacer el Sporting pero la expulsión, injusta, de Grégory a falta de 75 minutos le cortó las alas.

Carlos Gurpegi Y Fernando Llorente forcejean con Sebastián Eguren Y Grégory Arnolin
Carlos Gurpegi Y Fernando Llorente forcejean con Sebastián Eguren Y Grégory ArnolinEFE
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