Nada detiene a Djokovic
El tenista serbio vence a Murray en un duelo vibrante y se medirá a Nadal en la final de Roma
La racha triunfal del serbio Novak Djokovic debió frenarse en 37 victorias consecutivas, 35 en 2011, en semifinales del torneo de Roma y ante el británico Andy Murray, que sacó por el partido con 1-6, 6-3 y 5-4. Prosiguió, sin embargo, con su 38ª victoria (6-1, 3-6 y 7-6). El número dos jugará mañana la final contra Rafael Nadal, vencedor por 7-5 y 6-1 del francés Gasquet. El serbio, quedó claro ante Murray, venderá carísimo su récord. El británico, estupendo en los cambios de ritmo y exagerado en sus protestas y lamentos, debió apuntarse la victoria, pero para lograrla hubiera tenido que arrancársela a Djokovic de entre las manos.
La salida del número dos fue fulgurante. Carcomidas las piernas por meses de triunfos, no pudo mantener el ritmo. Murray le negó el esprint y le ofreció un maratón. El británico, un privilegiado en la lectura táctica de los partidos, tuvo más fuerzas, más pulmones y más energía. Ni eso fue suficiente para derribar a Djokovic, impresionante desde el fondo, decidido en el ataque de la red, y solo un punto desgastado como para apretar lo que hubiera querido con el segundo servicio.
El serbio logró el primer break de la manga decisiva (3-1), lo perdió (3-3); concedió otro (3-4) y lo recuperó inmediatamente (4-4). Superó un punto de break que parecía decisivo (4-4 y 30-40). Luchó hasta el límite, impresionantes sus paralelos, tremendas sus dejadas. Nunca se entregó y jamás dijo basta, castigando la indecisión del escocés cuando tuvo en sus manos el partido (1-6, 6-3, 5-4 y saque).
Eso fue demasiado para Murray. El británico, separado de la victoria cuando la vio a un centímetro, solo siguió luchando lo que le permitió Djokovic. Fueron más de tres horas de tortura. Una exhibición de deseo y voluntad competitiva con decenas de roturas, golpes primorosos y un tenista, Djokovic, coronado por talento, fe y tenis del bueno.