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El miedo gana a la puntería

El guardameta Elizaga frustra a Paraguay en un pulso igualado y sin acierto ante las porterías

En ocasiones el camino del gol es un laberinto indescifrable. Paraguay chocó con los guantes de Elizaga. Ecuador no atinó en sus contados latigazos. Y el pulso acabó irremisiblemente en empate. Ninguno de los dos equipos aprovechó el tropezón de Brasil y dejaron el Grupo B tan igualado como seco de tantos.

Tuvo un punto eléctrico la zancada ecuatoriana en el arranque del partido. Los de Reinaldo Rueda agobiaban la salida de balón de Paraguay con las líneas tensas y Caicedo como el primero de los defensas. Pero la presión inicial no alteró el guión de los guaraníes. 'Tata' Martino cuenta con un grupo solvente, afianzado en sus convicciones por su meritorio recorrido reciente, y con los pronósticos y la historia a su favor. Paraguay había ganado en nueve de sus doce enfrentamientos precedentes con Ecuador en la Copa América, y, atendiendo a las expectativas, pronto invirtió la tendencia del choque. Riveros, Barreto y, sobre todo, Estigarribia dieron vuelo por los costados a la apuesta paraguaya mientras Lucas Barrios comenzaba a revolotear por la frontal del área ecuatoriana.

Paraguay, 0; Ecuador, 0.

Paraguay: Villar; Piris, Da Silva, Verón, Torres; Barreto (Vera, m.38), Ortigoza, Riveros; Estigarribia, Santa Cruz (Zeballos, m. 82) y Barrios (Valdez, m. 73).

Ecuador: Elizaga; Reasco, Araujo, Erazo, Ayoví; Valencia (Arroyo, m. 46), Noboa, Méndez (Quiroga, m. 80), Castillo; Benítez y Caicedo.

Árbitro: Sergio Pezzotta (Argentina). Amonestó a Piris y Zeballos.

Unos 30.000 espectadores en el estadio Estanislao López de Santa Fe.

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Al cuarto de hora, Ecuador había agotado su efervescencia y Paraguay monopolizaba la pelota. Reasco y Ayovi, dispersos en su aplicación defensiva, desnudaban los flancos de la retaguardia ecuatoriana y Estigarribia aprovechó la invitación para desplegar lo mejor de su catálogo. Así llegó la primera ocasión del partido. El extremo paraguayo apuró su carrera hasta la línea de fondo y desde allí sirvió un balón envenenado hacia el punto de penalti. Barreto acudió presto al remate pero su zapatazo se estrelló en las manoplas de Marcelo Elizaga. El guardameta ecuatoriano, el más veterano del torneo con 39 años, mostró su aplomo minutos después para despejar un punterazo de Ortigoza junto al poste y para atajar un intento lejano de Santa Cruz.

El gol paraguayo parecía cuestión de tiempo fruto de un dominio contundente. Pero un relámpago alteró la noche en Santa Fe. Felipe Caicedo cedió un balón funcionarial en el círculo central al desmarque de Christian Benítez. En la línea divisoria, con una inmensidad de césped por delante, el punta del América mexicano, ex del Birmingham City, emprendió una galopada febril rumbo a la portería de Justo Villar. Recorrió la llanura plagada de defensores paraguayos con la convicción de un aventurero. Llegó a la frontal y con un requiebro sutil se abrió hueco retratando a los centrales paraguayos. Solo ante el guardameta se dispuso a culminar su obra de arte pero entonces le perdió la frivolidad. Buscaba un hueco en la historia y decidió que la proeza requería un regate más. Ese fue su pecado. Erró al intentar sortear a Villar y se le esfumó la gloria.

Pero la jugada alteró los biorritmos del partido, Ecuador se sacudió los complejos y equilibró el pulso sin remilgos. Un latigazo de Castillo desde treinta metros confirmó la rebelión ecuatoriana.

En la frontera del descanso y con el balón dividido, los técnicos se vieron obligados a alterar sus pizarras. Barreto dejó a los paraguayos huérfanos de despliegue en el centro del campo y Valencia descabalgó en el extremo diestro de los amarillos. Antes de su lesión en el gemelo, el del Manchester United había dimitido de sus funciones en una noche gris. La incomparecencia de su principal estrella fue compensada por el abnegado esfuerzo de Caicedo que martilleaba en solitario con más voluntad que acierto la portería de Villar.

El empate de Brasil ante Venezuela horas antes había revalorizado el duelo. Los tres puntos eran un premio superlativo que merecía cualquier esfuerzo pero ninguno de los contendientes se animó a liberarse por completo de sus corsés tácticos. El partido nunca llegó desmelenarse, pero la retórica dio paso al intercambio de golpes. En esa guerra nadie echaba el lazo a Estigarribia. El extremo del Newell's Old Boys convirtió cada una de sus tentativas en un susto para los ecuatorianos. Un centro suyo fue descolgado por la cabeza del Roque Santa Cruz que, con un remate picado, puso a prueba las bisagras de Elizaga que respondió una vez más con una sobriedad desalentadora para los delanteros paraguayos.

Los minutos pasaban y la insistencia dejó paso a la inoperancia. El miedo se impuso a la puntería. Los equipos dejaron la valentía para mejor momento y se acurrucaron entorno a sus porterías. El camino hacia el gol de la victoria se había convertido para entonces en algo ininteligible. Solo Colombia sabe ganar de momento en esta Copa América.

Estigarribia y Reasco pugnan por el balón
Estigarribia y Reasco pugnan por el balónJosé Jácome

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