'Il cavallino' se viste de seda
Ferrari y el universo que rodea a la escudería citan en Monza a sus clientes para tratar de persuadirles
Al igual que ocurre en Silverstone con los equipos de fórmula 1 que tienen la sede en Gran Bretaña, que son la mayoría, la hinchada de Ferrari acude en masa a Monza, la catedral de la velocidad, un circuito emplazado a menos de dos horas en coche de la sede de la Scuderia, en Maranello. La marca de los bólidos de il cavallino rampante despliega todas sus artes de persuasión. Más allá de los intereses deportivos, que en este caso son inherentes a su ADN, la compañía tiene especial mimo en el factor comercial, de modo que emplea este evento para vender su producto: normalmente, el Gran Premio de Italia se celebra pocos días antes de la feria del automóvil, que en este caso tendrá lugar en Frankfurt. La semana pasada presentó en su cuartel general y para sus clientes, su último superdeportivo, el 458 Spider, y muchos de los interesados han sido invitados a Monza, donde probablemente se cerrarán varias ventas.
Si hay una marca en el mundo que sabe venderse esa es Ferrari. En los despachos de la empresa lo tienen clarísimo y aprovechan al máximo ese filón para colocar todo lo que pueden. El jueves, sin ir más lejos, presentaron un exclusivo simulador que ya está a la venta por 350.000 euros, que incorpora un morro de fibra de carbono como el de los actuales monoplazas de F-1, el mismo volante que agarran Fernando Alonso y Felipe Massa, con todas sus funciones, y una tremenda pantalla circular. Desde el salón de su casa, aquel que quiera dejarse el dinero en este juguete tendrá a su disposición a un ingeniero que, desde Maranello, le irá guiando en tiempo real. Los distintos circuitos del calendario se venden por separado y cuestan una minucia: 30.000 euros cada uno.
"Aprovechamos esta carrera para que los trabajadores de la fábrica puedan pasar un día en la F-1", explica Luca Colajanni, director de comunicación del constructor italiano. "Además", prosigue, "durante los tres días, debemos traer unos 1.000 invitados". La ocasión también es ideal para todas aquellas firmas que de una manera u otra van de la mano de il cavallino. Es el caso de Marlboro, su patrocinador principal, que esta vez ha aprovechado para traerse al cantante Jamiroquai, un apasionado de la velocidad que posee una colección privada de más de 30 coches, y que hace cuatro años incluso participó en la famosa Gumball 3000, una disparatada carrera de vehículos de lujo que transcurre a lo largo de unos 5.000 kilómetros y dura seis días. El Banco de Santander, otro de los patrocinadores de la Scuderia ha invitado a 600 personas, en distinto régimen. Y todo ello, con Milán a menos de 40 kilómetros del trazado.
Con todo, el único elemento que parece estar en contra de Ferrari parece el cronómetro, que ayer, finalizada la primera jornada de ensayos, reflejaba el poderío de Red Bull y McLaren, y la flojera de la estructura italiana, que deberá buscar la forma de darle la vuelta al coche si no quiere quedar retratada en su propio jardín. "Ganar en Monza siempre es especial, es mejor que hacerlo en cualquier otra prueba del año porque es como regalárselo a los tifosi", comentaba ayer Alonso, que por la tarde terminó el quinto, a cuatro décimas del Red Bull de Sebastian Vettel, que fue el más rápido. "En una carrera no se dará ningún milagro. En Spa estábamos a un segundo de los Red Bull y aquí seguimos lejos. Es normal porque el coche es idéntico al de entonces", zanjó el asturiano, que el año pasado salió de aquí victorioso, con carrerilla y la moral por las nubes, todo un contraste con su situación actual.
