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El doble examen de Orellana

El chileno del Granada llega cedido al Celta, club que condenó en junio a permanecer en Segunda División

Leyó la jugada como nadie. Corría el minuto 20 de la vuelta del playoff que medía al Granada y el Celta en su lucha por seguir con opciones de ascender a la Primera División, cuando el granadista Fabián Orellana (Santiago, Chile; 1986), a la carrera, encontró el hueco exacto para hacer grandes sus 169 centímetros de estatura y rematar de cabeza en el área. Su gol igualó la eliminatoria, abocándola a una tanda de penaltis en la que su equipo siguió soñando, mientras el Celta quedó condenado a seguir un año más Segunda. Tres meses después, con los andaluces ya en la máxima categoría, Orellana llega cedido a Vigo. Así, no solo tendrá que convencer a su nuevo entrenador de que es válido para el equipo, sino que también deberá ganarse el perdón de la afición.

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"Lo único que pensé cuando marcó, fue cómo un jugador de 1,69 metros pudo cabecear en nuestra área", recuerda ahora Miguel Torrecilla, director deportivo del cuadro gallego, que llevaba cuatro años siguiendo a Orellana. El extremo, que era propiedad del Udinese, italiano, jugó en el Granada el curso anterior como cedido. Pero hace una semana, firmó un contrato que le vinculaba definitivamente al club andaluz. O eso parecía. Sobre todo si se tiene en cuenta que en el año pasado fue un fijo -jugó 39 partidos y marcó ocho goles- en las alineaciones. Pero horas después de estampar su autógrafo en el contrato, el futbolista fue cedido al Celta. "El Udinese tenía demasiados extracomunitarios y los presidentes, Gino Pozzo y Quique Pina, decidieron que pasara a ser del Granada", explica Juan Carlos Cordero, director deportivo de los andaluces; "aquí pensábamos que había otros jugadores y otros sistemas que nos podían venir mejor. Pero sabemos que es un jugador importante, internacional, un valor en alza que es de nuestra propiedad".

Hay otra razón por la que le cedieron. Orellana tiene un fuerte carácter que en ocasiones le pasa factura. El año pasado, fue expulsado en tres ocasiones y tuvo algún que otro roce con su entrenador, Fabriciano González, Fabri. "Todos sabemos que no había buena relación entre ellos" reconoce Cordero; "es algo público y es una de las causas de que no haya seguido, evidentemente".

El chileno, que se puede desempeñar en las dos bandas y en la media punta, deberá utilizar ahora ese carácter para ganarse a una afición a la que hace tres meses dejó sin ascenso. "Defendía los colores de su club", dice Torrecilla, que asegura que el celtismo tiene su gol "en la retina", pero de un modo positivo: "Siembra ilusión, porque se sabe que en momentos importantes asume la responsabilidad". "Es una anécdota", le secunda Cordero; "si fuera un problema, ningún jugador cambiaría de equipo. Quién iba a saber que ahora jugaría en el Celta".

En cualquier caso, según Torrecilla, Orellana llega a Vigo con ánimos de redimirse: "Está en su mente, con juego e ilusión, reparar el daño que le hizo a la afición del Celta". Igual de claro lo dejó el propio jugador el martes, en su presentación: "Vengo para ascender por segundo año consecutivo". Tras debutar el jueves ante Las Palmas en la Copa, tendrá la oportunidad de empezar a cimentar un nuevo éxito hoy (18.00 Canal+ Liga/GolT) contra el Elche en la Liga.

Orellana
OrellanaSALVADOR SAS (EFE)

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