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Gritar sale gratis

Serena, reincidente, solo pagará 2000 dólares por chillar a la juez de silla durante la final, ganada por Stosur

No es Tina Turner en los gloriosos años 80, pero se le parece. La estadounidense Serena Williams aparece ante la prensa con una camiseta que no tiene mangas, sino jirones de tela, y con la garganta pelada de tantos gritos: sus chillidos contra la juez de silla en la final del domingo ("¡Estás totalmente fuera de control! ¡Odias! ¡En tu interior no eres atractiva! Si alguna vez me ves andando por un pasillo, mira a otro lado (...) Perdedora") le costaron ayer una sanción de 2000 dólares. Nada para la finalista, derrotada (6-2 y 6-3) por la australiana Stosur y que se arriesgaba a algo mucho más serio: jugaba 'a prueba', exponiéndose incluso a que le prohibieran participar en un gran torneo, tras firmar en 2009 un incidente similar. No le pasó nada. Como le dijo a la juez de silla: "¿Castigarme por expresar mis emociones? La última vez que miré, estábamos en América".

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En 2009 y también en Nueva York, la campeona de 13 grandes se encaró con una juez de línea que le pitó falta de pie en un saque cuando estaba al borde del precipicio ante la belga Clijsters (4-6, 5-6 y 0-30). "Juro por Dios que voy a coger esta pelota y metértela por la puta garganta. ¡Lo juro!", le dijo a la línea, lo que le valió dos penalizaciones, y la derrota, que vino acompañada por una multa de 92.500 dólares. Desde entonces, Serena jugaba los grandes con una amenaza de sanción si reincidía. Ese día llegó el domingo. Con 2-6, 0-0 y 30-40 en contra, gritó para celebrar un punto cuando la pelota aún estaba en juego. La juez de silla le dio el tanto a Stosur y así desató la ira de la estadounidense. El supervisor, sin embargo, juzgó que los gritos de la estrella local no constituían una "ofensa mayor" y que, en consecuencia, no merecían un castigo más duro.

"Todo ocurrió muy rápido, y supongo que el reglamento está ahí para algo", dijo Stosur, que con 27 años consiguió su primer grande, que es solo su tercer título. "Fue difícil mantener la concentración porque el público se implicó mucho. En toda mi vida, nunca escuché al público hacer tanto ruido. Y estaba en medio..."

Que Stosur superara todo eso habla de su entereza. Fue un triunfo lleno de aristas. Primera. Stosur ganó su primer grande sin haber jugado jamás en la pista central del Abierto. Segunda. En Nueva York, venció el partido femenino más largo de la historia del Abierto desde que hay muerte súbita (3h16m, ante Petrova) y el tie-break más largo de siempre en los grandes (32 puntos, ante Kirilenko). Y tercera: en 2007, la australiana estuvo durante meses en cama, víctima de la picadura de una garrapata que le transmitió la enfermedad de Lyme. Superar todo eso le sorprendió hasta a ella misma.

"Sí", reconoció; "por lo mucho que he conseguido estar mentalmente concentrada durante el torneo y por cómo he conseguido recuperarme frente a las adversidades. Esto volverá a reinstalar la fe y la confianza en mí misma. Espero que sea el primer día de un nuevo comienzo".

Derrotada en la final de Roland Garros 2010, Stosur arrastró siempre la fama de sus derrotas. Ya en el número siete mundial, sigue trabajando con Ruth Anderson, una psicóloga deportiva. "No todo con ella han sido conversaciones agradables, pero ha sido capaz de abrirme la mente en muchas cosas, además de permitirme que me diera cuenta de otras por mi cuenta", contó la australiana mientras le vibraban uno tras otro decenas de mensajes en el móvil. "Me he dado cuenta de que hay que superar esa última valla, esas batallas mentales que hay en tu cabeza cuando las cosas no van bien en un partido".

Nada fue como Serena hubiera querido. La ex número uno se negó a disculparse o matizar una sola de sus palabras, y se marchó con su camiseta de Tina Turner, igual que si fuera a grabar un video musical, cuando lo que estaba era dispuesto a verlo. Serena y sus gritos, sería el título. "Todo fue muy intenso. Supongo que lo veré en YouTube. Seguro", dijo, y se fue riendo.

Serena Williams se dirige a la juez de silla durante la final del Abierto de Estados Unidos.
Serena Williams se dirige a la juez de silla durante la final del Abierto de Estados Unidos.MIKE GROLL (AP)

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