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La fórmula de Graham Henry ya funciona

El seleccionador neozelandés, a punto de ser despedido hace cuatro años, ha llevado al equipo a la final de este Mundial

Con la victoria ante Australia en las semifinales del Mundial, Nueva Zelanda alcanza su tercera final de un Mundial. "Ha sido una actuación brillante. Los chicos han sido héroes y estoy muy orgulloso de ellos", afirmó el seleccionador Graham Henry; "aunque el trabajo no ha acabado". Unas palabras que bien podrían haber sido de otro técnico, puesto que Henry, hace cuatro años, estuvo a punto de ser despedido, ante el alud de críticas por la eliminación y el juego desplegado en el Mundial de 2007, cuando cayeron derrotados ante Francia en cuartos. Al final, tras unos meses en los que la federación neozelandesa entrevistó a varios candidatos, le renovó. Y Henry se convirtió en el primer seleccionador kiwi que se mantenía en el banquillo negro tras caer eliminado en un Mundial. Una apuesta que ahora parece recompensarles.

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"Graham ha hecho un trabajo increíble y su balance al frente de los All Balcks es impecable", ha dicho su compatriota y seleccionador de Australia, Robbie Deans, después del partido de semifinales. Estas palabras no sorprenderían de un contrario recién derrotado de no ser porque Deans fue su principal rival para ocupar el banquillo de Nueva Zelanda hace cuatro años. A Henry, además, le apoyan los números; desde que se hiciera cargo del equipo en 2004, ha dirigido 105 partidos en los que ha firmado 89 victorias. O, lo que es lo mismo, casi un 85% de triunfos. Además, ha sido galardonado con el premio de Mejor Entrenador del Año que concede la Federación Internacional de Rugby (IRB) en cuatro ocasiones (2005, 2006, 2008 y 2010).

Las críticas que recibió en 2007 vinieron causadas por el sistema de rotaciones que impuso en el Mundial y porque le acusaron de que el juego del equipo era demasiado arriesgado para unos tiempos en los que se imponía el rugby más conservador, al estilo del que practicaron Sudáfrica e Inglaterra, campeona y subcampeona hace cuatro años. Pero que en este Mundial se han visto apeadas en cuartos. "Creo que tenemos jugadores habilidosos, explosivos, a los que les justa el juego de ataque y que no creo que disfrutaran con juego basado en la delantera y las patadas", se defendió Henry en 2007. El tiempo le ha dado la razón. Su equipo es el máximo anotador del torneo (293 puntos) y en todos los partidos de la fase de grupos sumo el punto extra ofensivo que se otorgaba a los equipos que marcaban cuatro ensayos o más. En cuanto a las rotaciones, tampoco ha cambiado. Y sobre los cambios de posición, solo ha habido tres jugadores que hayan jugado todos los partidos y en la misma demarcación; los dos pilieres, Owen Franks y Tony Woodcock, y el tercera línea, Jerome Kaino.

Pero gran parte del éxito en ataque los All Blacks parte de su defensa, en la que Henry es experto. De hecho, sigue siendo el encargado de esta parcela. "Son un conjunto muy bueno defensivamente", reconocía Deans después de perder la semifinal; "muchos equipos habrían tenido alguna brecha, pero ellos no. Son un conjunto muy difícil de batir". El seleccionador australiano acabó rendido ante la fórmula desarrollada por su rival: "Son un grupo experimentado, con un núcleo duro con tres Mundiales a sus espaldas, pero que sigue teniendo hambre".

A Henry, que acaba su contrato a finales de año, le falta un partido para terminar el trabajo. No es un partido cualquiera. Es la final de un Mundial. Ni un rival cualquiera. Es Francia, quien hace cuatro años puso su fórmula en entredicho.

El seleccionador neozelandés Graham Henry felicita a sus jugadores tras la victoria ante Australia.
El seleccionador neozelandés Graham Henry felicita a sus jugadores tras la victoria ante Australia.PAUL ELLIS (AFP)

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