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Aspas, el goleador lenguaraz

El delantero del Celta pregona su aversión al Deportivo, el técnico pide perdón en su boca y el presidente le llama la atención

Hubo un tiempo en el que Iago Aspas (Moaña; 1987) soñó con ser como el Zar, como su ídolo Alexander Mostovoi, aquel mediapunta díscolo y talentoso al que el celtismo quiso erigir una estatua antes de que abandonara el club por la puerta de atrás. Con ocho años, en edad benjamín, Aspas se puso la camiseta del Celta y desde entonces no deja de mostrar un carácter indomable. "Tiene que tratar de hacer daño al contrario con su fútbol porque su protagonismo no puede ser otro", le advirtió Paco Herrera después de que parte de la afición del Granada pusiera precio a su cabeza en la pasada promoción. No le escuchó: Aspas marcó su penalti en la dramática tanda de penaltis y se encaró con el estadio de Las Cármenes para mandarles callar. El árbitro le expulsó.

"En el mundo del fútbol muchas veces no se suele decir la verdad, pero yo digo lo que siento", sostiene Aspas, un talentoso descarado al que le pierde la boca. En la fase decisiva de la campaña anterior cumplió una sanción de tres partidos por llamar sinvergüenza a un colegiado. "Soy una persona nerviosa dentro del campo y a veces me equivoco", asumió. Ahora, lejos del césped, ha vuelto a revelarse como un lenguaraz porque al inicio de la semana del primer clásico que jugará ante el Deportivo, su debut en el estadio de Riazor, abrió su celeste corazón en una entrevista publicada por el diario As. "Soy antideportivista y del Celta a muerte. Por historia somos el mejor equipo de Galicia", anticipó. Y volvió a recordar, como hizo ya hace dos años, uno de los momentos que alberga en su memoria respecto a los derbis que vivió desde la grada, cuando los dos archirrivales gallegos se batían en Primera División, categoría en la que él todavía no ha llegado a debutar. "Fue un partido que perdimos en Balaídos. Vagner le dio una patada a Diego Tristán. Lo celebré como un gol porque fue una provocación de Tristán".

"Pido disculpas en su nombre. Esta semana hemos decidido que no haga más declaraciones, pero estoy seguro que dentro de un tiempo pedirá perdón", previene el técnico Paco Herrera. "Si juega contra el Deportivo, lo animaré y estaré a muerte con él, pero ha cometido una incorrección. Por eso, debe tener una llamada de atención para que no se vuelvan a repetir este tipo de situaciones. La rivalidad debe de ser sana", explica Carlos Mouriño, el presidente del Celta, que salió este viernes a la palestra para rebajar la tensión, ejercicio en el que se han esforzado unos y otros en A Coruña y Vigo desde que Aspas soltó la bomba el pasado martes.

Liviano y rapidillo, Aspas destacó de inicio en los dos flancos, también en la mediapunta donde sacaba réditos de su calidad y de un carácter que le obliga a pedir siempre la pelota, a no arrugarse. Su irrupción en el Celta fue estelar. Debutó en los últimos minutos de un partido contra el Alavés hace tres temporadas y marcó un gol decisivo para la permanencia del equipo en Segunda. Eusebio Sacristán le dio confianza para sentirse jugador del primer equipo y dar continuidad a una saga iniciada por su hermano mayor Jonathan, que se había consolidado como extremo y lateral derecho antes de dejar el equipo tras el último descenso. Herrera, un pedagogo, ha tratado de domesticarle, pero sin continuidad. Ahora, en los últimos partidos, se ha convertido en referencia indiscutible en la delantera de un Celta que encadena 13 de 15 puntos posibles tras caer hace un mes en casa ante Las Palmas. El representante del jugador había tomado la palabra para advertir que varios equipos de Primera seguían sus pasos y reclamar minutos. Herrera se los dio a partir de la segunda parte del partido de Xerez de hace cinco jornadas. Desde entonces ha marcado seis goles, siete si el árbitro Bikandi Garrido no le hubiera concedido en el acta a un defensa del Cartagena un tanto en propia meta que él empujó a la red.

Iago Aspas.
Iago Aspas.LALO R. VILLAR

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