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Un plan contra el mejor

Nadal buscará el título ante Djokovic, un genio en el remate, imitando el alto ritmo de peloteos que le impuso Ferrer en cuartos

"Pero aquí sigo yo, luchando", dice Rafael Nadal mientras pierde ante el serbio Novak Djokovic la final del Abierto de Estados Unidos de 2011, en la que cede su servicio 12 veces, su récord negativo. Cuatro meses después, los mismos protagonistas se miden este domingo (9.30, Canal+) en la final del Abierto de Australia. Nole tiene una ventaja psicológica: suma seis victorias seguidas sobre el mallorquín. Nole tiene una ventaja estratégica: ha ganado 10 de sus 15 duelos en cemento. Nole tiene una ventaja técnica: frente al desequilibrio de Nadal, que ha repartido 117 golpes ganadores con el drive y 37 con el revés, él ataca con igual firmeza por las dos orillas (77-62). Al mallorquín, sin embargo, le distingue su inconformismo. Un nombre ocupa su cabeza, y no es el de su contrario.

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"Djokovic tuvo muchos problemas en cuartos contra David Ferrer, e incluso habría podido perder, porque David le aguantó bien el ritmo", razona Toni Nadal, tío y entrenador del número dos, que vio cómo el serbio y el alicantino gastaban 2h 15m solo en las dos primeras mangas. "La clave está en aguantar un ritmo alto, con un juego parecido al de Ferrer, para que Djokovic no tenga la posibilidad de entrar a pegar los golpes que suele", prosigue el entrenador, que observó cómo el serbio boqueaba y boqueaba, asfixiado por tan largos intercambios. "Rafael debería ser constante. No sé si tiene la capacidad que tiene David de mantener ese ritmo tan alto, pero ese es el camino. No se puede apartar de él. En cuanto a facilidad de golpes, de entrar a la pista y rematar, Djokovic es superior a nosotros. Hay que imponer lo que le puede hacer más daño: peloteos duros, con mucha intensidad, y confiar en que se ahogue un poco", añade. "El alto ritmo es tener una velocidad de crucero alta sin cometer fallos. No es correr. Son repeticiones altas. Es pam, pam, pam, otra vez, otra vez, otra vez, hasta que surja la posibilidad de cambiar [de dirección] y que él no tenga la opción de meterse encima de la bola".

Agotado, el número uno se disparó ante Ferrer hasta los 16 errores no forzados de media por set en los dos primeros parciales, periodo en el que solo ganó cinco puntos más que su contrario. Si el alicantino cedió aquel encuentro fue por dos razones: el inmenso talento de Nole y su propia falta de convencimiento en los momentos decisivos (bola de break en el segundo set y dos minibreaks de ventaja en el tie-break de la segunda manga, finalmente perdida).

"La diferencia con David es que Rafael tiene un pelín más de potencia en los golpes intermedios", argumenta Toni. "Su bola tiene un poco más de efecto, aunque el remate de David sea mejor. En calidad son parejos. La diferencia es que Rafael ha vivido más situaciones de dificultad que David y les ha hecho frente. Sé lo que queremos hacer, pero no sé si sabremos. Rafael tiene que estar mentalizado para un partido muy duro, porque Djokovic te apura bastante porque hace muy pocos regalos. Falla muy poco".

Es sábado y faltan menos de 24 horas para el partido. "¡Que le den al calentamiento! ¡Que le den a la entrevista con la tele! ¡Dejadme dormir!", grita entre risas Djokovic, quien, calzado con unas chancletas, devora dos cenas en menos de una hora y media (un par de mazorcas de maíz, ensalada, pollo...) mientras le cuenta al checo Stepanek qué pensó cuando vio la luz del día tras acostarse a las cuatro de la madrugada del viernes. El serbio llega el sábado al club a las 18.00. No se entrena con raqueta. Apenas suda un rato en el gimnasio, y luego se sumerge en un baño de hielo. Son los preparativos de la batalla. El lento in crescendo que debe llevar al número uno mundial hasta el duelo. Djokovic sabe una cosa: este no es el mismo Nadal al que venció en Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos 2011.

En Melbourne, el mallorquín tiene un día más de descanso que su rival, y su juego parece más afilado que antaño. Así, el español salva el 76% de sus puntos de break, frente al 64% del serbio. Es el sello de su convencimiento. Así, Nadal ha cometido 128 errores no forzados por 184 de Nole. Es la señal de que está listo para los largos intercambios. Y así, con 218 ganadores suyos por 219, empate técnico, queda claro que la mente será el elemento desequilibrante.

"He avanzado en el juego", razona el mallorquín. "Me noto más rápido, con más opciones de generar fuerza en situaciones límite, de salvar puntos que parecían perdidos con pasantes. Llevo más golpes ganadores que nunca", avisa. "Es un partido impredecible", le contesta Djokovic. "Vi a Rafa remontando contra Federer. Por eso es un campeón. Nunca se rinde. Tiene espíritu de lucha y pocas debilidades. Desea el título, pero yo también lo quiero". En la noche de Melbourne habrá 14 grandes sobre la pista, 10 del español, cuatro del serbio. Se pelea por algo más que un título: Nadal compite para cerrar la herida abierta por seis derrotas seguidas ante su bestia negra.

Nadal y Djokovic, frente a frente.
Nadal y Djokovic, frente a frente.

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