_
_
_
_
_
FÚTBOL INTERNACIONAL

El polvorín del Chelsea

La división del vestuario en grupos y los cambios tácticos de Villas-Boas disparan la confusión en Stamford Bridge

LADISLAO J. MOÑINO
Villas-Boas da la mano a Ashley Cole durante un partido de esta temporada.
Villas-Boas da la mano a Ashley Cole durante un partido de esta temporada. IAN KINGTON (AFP)

Apenas medio año después de aterrizar en el Chelsea con el cartel del entrenador más prometedor del fútbol europeo, André Villas-Boas se ha dado de bruces con uno de los grandes temores que le surgieron al aceptar la jugosa oferta de Roman Abramóvich,el magnate dueño de la entidad: la complicada doma de un vestuario plagado de vacas sagradas para un técnico de solo 36 años. Intuía que con su edad no le sería fácil administrar los egos de una plantilla con estrellas veteranas cubiertas de gloria, millones de libras y unos cuantos títulos que rubricaron, bajo el mandato de Mourinho, la historia más ganadora del club. También previó el luso que la puesta en marcha del plan regenerativo que tenía en mente podría ser torpedeado por ese ambiente viciado que suelen generar los estatus de futbolistas que lo han sido todo y que se niegan a dar a un paso al costado.

La derrota del pasado sábado ante el Everton (2-0) ha terminado por airear que ese vestuario es un polvorín y que la inseguridad táctica que se desprende de todas las vueltas que Villas-Boas ha dado a su pizarra ni ha dado resultados ni ha convencido al grupo. Los ingleses, con Lampard y Terry a la cabeza, van por un lado; los portugueses, con Meirelles, Bosingwa y David Luiz, por otro; y los africanos y francófonos, con Drogba y Malouda como cabecillas, forman otro flanco opositor al técnico. Los españoles Torres, Mata y Oriol Romeu, de momento, miran, callan y escuchan.

El propio técnico reconoce su falta de conexión con el plantel

El vestuario considera que Villas-Boas ha mareado a la plantilla con tanto baile táctico y que aún no ha dado con la tecla. El centro de la defensa ha sido un carrusel con David Luiz, Terry, Ivanovic y con Alex . Para abrocharse en el medio ha apostado primero por Oriol Romeu, luego por Obi Mikel y con Essien cuando se recuperó, siempre con Lampard en un plano secundario. Con Mata nunca ha terminado de tener claro si lo prefería en banda izquierda o por detrás del nueve. La feria de pruebas se ha acentuado aún más con los encargados de finalizar el juego. Drogba pasó a un segundo plano de primeras para que Torres, Sturridge y Anelka se alternaran. Ninguna de las combinaciones funcionó. Tampoco cuando Drogba entró en el once la cosa prosperó. El resultado del gallinero en el que se ha convertido el vestuario y del guirigay en la pizarra es que ahora mismo el Chelsea es quinto en la Premier a 17 puntos del líder, el Manchester City. Demasiado para otro proyecto que, una vez más, nació millonario y cuyo recorrido puede acabar en los próximos días si este fin de semana el Chelsea es apeado de la Copa por el modesto Birmingham y la próxima semana el Nápoles le deja tocado en la ida de los octavos de la Liga de Campeones.

El propio Villas-Boas acaba de reconocer su falta de conexión con el plantel al ser preguntado por una supuesta bronca con el núcleo duro del vestuario tras una charla táctica en la que detalló los errores que condujeron a su equipo a la estrepitosa derrota en Goodison Park: “Los jugadores no tienen por qué respaldar mi proyecto. El que lo tiene que hacer es el propietario del club”. Y según medios ingleses, Abramóvich se ha pasado dos veces en los últimos días por los campos de entrenamiento del Chelsea. El magnate ruso pocas veces había bajado al barro con esa frecuencia para apagar un incendio en el que hasta Mourinho ha entrado en escena por boca del presidente del Oporto, Pinto da Costa: “Villas-Boas triunfará en el Chelsea, porque su contrato no es de un año. Tiene que tener tiempo para plasmar al equipo y no puede hacerlo mientras haya jugadores, como se comenta, que se intercambian mensajes con Mourinho. Y Abramovich es consciente de ello”, declaró el lunes en una entrevista en La Gazzetta. El nombre de Hiddink vuelve a sonar con fuerza, porque las vacas sagradas aún recuerdan con agrado su paso por Stamford Bridge. No ven en él a un técnico con barba de dandy que con 36 años pretende cambiar el mundo en el que el Chelsea ya no gobierna pese a que el mecenazgo a granel de Abramóvich continúa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

LADISLAO J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_