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“Cristiano, Higuaín y Özil se quejaron demasiado”

Wernbloom, autor del gol del empate, nuevo héroe del CSKA y peñista del Madrid, se defiende de las críticas de Mourinho por su juego duro

L. J. MOÑINO
Wernbloom controla un balón ante Cristiano.
Wernbloom controla un balón ante Cristiano.MAXIM SHIPENKOV (EFE)

“¿Quieres eliminar al Real Madrid de la Liga de Campeones?”. Cuando Pontus Wernbloom (Kungälv, Suecia; 1986) escuchó esta inesperada propuesta de boca de su representante pensó que era una broma, que su agente, conocedor de su pertenencia a una peña madridista ubicada en Suecia, quería pasar un buen rato a costa de su simpatía hacia el conjunto blanco. Sin embargo, su apoderado le ofrecía realmente abandonar el AZ Alkmaar holandés y firmar por el conjunto moscovita en el mercado invernal. No lo dudó Wernbloom, un tipo con inquietudes culturales al que le atrajo desde un primer momento la posibilidad de vivir en una gran capital europea como Moscú. Su gol, que supuso el empate ante el Madrid (1-1), y las críticas de Mourinho por su juego duro le han convertido en uno de los personajes de los octavos de final de la Copa de Europa.

El futbolista que hizo temer al entrenador madridista por la integridad física de sus futbolistas en el estadio Luzhniki se presentó en la concentración de Campoamor mientras el plantel del CSKA presenciaba por televisión el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Barcelona. Su llegada formaba parte del plan de Slutski para poder mirarle a la cara al Madrid. Nada más llegar hizo gala de una refinada educación escandinava y uno a uno se presentó a sus nuevos compañeros. A la mañana siguiente, en el primer entrenamiento ya enseñó que se trataba de un futbolista de pierna dura; hizo unos cuantos de esos barridos autoritarios que hicieron clamar a Mourinho al término del partido: “Creía que mis jugadores se lesionarían por culpa del número tres del CSKA”.

Internacional sueco en 20 ocasiones, es un fijo para la Eurocopa 2012. Le pelea la titularidad al veterano Svensson, una leyenda en su país con 123 internacionalidades. Sin embargo, parte de la prensa y de la afición suecas quiere verle como un fijo en el doble pivote junto a Kalmstrom, jugador del Lyon. El tres, el dorsal que Wernbloom luce en su nuevo club, tiene que ver mucho con su concienzuda manera de interpretar su posición y su rol. En una de las cuatro temporadas que militó en el Goteborg jugó como delantero. Había excedente de centrocampistas y no lo hizo mal. Esto le dejó un poso de centrocampista llegador que trata de contener: “Escogí el tres en el CSKA para olvidarme del ataque”. “Cristiano, Özil e Higuaín se quejaron demasiado. Jugué fuerte, pero no violento”, se defendió en el diario sueco Expressen cuando se enteró de las críticas que había recibido por su manera de emplearse en el duelo con los madridistas. La estadística dice que solo cometió cuatro faltas, aunque dejó la impresión de ser un jugador que juega siempre al límite del reglamento.

Nacido en el seno de una familia de tradición socialista, Wernbloom es un personaje popular en Suecia desde que en el verano de 2010 se posicionó públicamente en contra de la entrada en el parlamento de Demócratas de Suecia, una formación de tintes racistas. Su popularidad en Moscú, donde aún vive en un hotel, también se ha disparado tras el reconocimiento que Slutski ha hecho de su partido ante el Madrid: “Es el héroe del partido”.

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Sobre la firma

L. J. MOÑINO
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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