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ATLETISMO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En el fango

¿Por qué, con todo lo que ha llovido, la mayoría de los atletas españoles siguen esa práctica?

C. ARRIBAS

Cuando hace unas semanas se quedó embarazada de su segundo hijo, menos de dos años después de tener a Laura, lo primero que pensó Loli Checa, atleta valenciana de 29 años (así se lo dijo a su entrenador, Antonio Serrano), fue que era una mala noticia, un fastidio tremendo para su carrera profesional, pues le obligaba a parar todo 2012, año olímpico. Lo primero que pensaron algunos de sus colegas becados en la Residencia Blume (así lo expresaron en un foro de Internet) fue que el embarazo era una disculpa inventada para tapar una supuesta sanción y que todo era muy sospechoso. Así está el atletismo español. En el fango moral.

El verano, el de 2011, en que corrió en junio, en los Bislett de Oslo, uno de los mejores 5.000 metros de nuestro atletismo, 14m 46,30s, marca que repitió un mes después en París, la atleta de Silla fue en agosto baja por cansancio en los Mundiales de Daegu. En 2012 le acuciaba, pues, la necesidad casi íntima de repetir sus buenas marcas, de estar fuerte en Londres. Esa era su pena, que el embarazo no se lo permitiera; más aún, que alguien dudara de su pureza.

Como Loli, Alessandra Aguilar es entrenada por Serrano, que siempre ha mostrado públicamente su rechazo frontal a la idea del dopaje y ha denunciado sus males. Esas mismas palabras, y las de Aguilar, otra que no ha dudado en reclamar sanciones más duras para los tramposos, se han vuelto obviamente (estamos en el fango, que todo lo enfanga) en su contra llegado el momento del positivo “ingenuo” de la maratoniana gallega.

A Serrano, en la pista, las miradas duras de gente como Nuria Fernández, implicada en la Operación Galgo, que cree llegado el momento de su venganza y le recuerda que ella nunca ha dado positivo y que, en el fondo, todos son lo mismo, se le juntan con preguntas de gente que cree dañada su credibilidad a las que Serrano no sabe, o no puede, responder sin que se dude de su sinceridad.

¿Por qué tienen un médico privado, el mismo, Javier Núñez, de Talavera, varios de los atletas que él entrena cuando allí mismo, en la Blume, tienen a su disposición a los médicos de la federación?, le inquieren. ¿Qué encuentran en Talavera que no tengan en Madrid? ¿Por qué todos ponen en su petición de ficha que su médico es el de la federación y no Núñez? ¿Por qué, con todo lo que ha llovido, la mayoría de los atletas españoles siguen esa práctica? ¿Quién se salva de las dudas?

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Sobre la firma

C. ARRIBAS
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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