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La lupa del Apoel

Jovanovic, que entrena a un grupo sin jerarquías, realiza interminables sesiones de vídeo

Jordi Quixano
El técnico Jovanovic, durante la sesión previa al duelo ante el Lyon.
El técnico Jovanovic, durante la sesión previa al duelo ante el Lyon.JACK GUEZ (AFP)

Al tiempo que los jugadores se tiraban el agua por encima, cantaban y bailaban al ritmo del Ai se eu te pego de Michel Teló en las entrañas del estadio Petrovski, de San Petersburgo, la casa del Zenit, las calles de Nicosia se inundaban de cánticos y bufandas para festejar el pase histórico del Apoel a los octavos de final de la Champions. En el vestuario, a escasos metros del alborozo, su técnico, el serbio Ivan Jovanovic, asentía con una sonrisa, entremezclada la felicidad y la satisfacción. Su lupa no había fallado, sus interminables sesiones de vídeo habían valido la pena porque su grupo, tan sencillo como falto de jerarquía, había superado en la fase de liguillas al mismo Zenit, Oporto y Shakhtar. Ahora aguardan al Lyon después de perder (1-0) en la ida.

La naturalidad del Apoel se explica en muchos detalles. Sobre todo, porque no hay intransigencia alguna; porque no hay normas estrambóticas ni castigos por llegar tarde, entre otras razones porque no ha habido un solo jugador que se durmiera para la sesión matinal. La única obligación es la de pasar cada semana por la báscula de la dietista, que les pesa y mide la grasa. Pero tampoco se pagan las tarjetas, no se desayuna o se come en la ciudad deportiva —tiene dos campos— y el presidente, Phivos Erotokritou, no se entromete en nada, hasta el punto de que nadie le vio por el vestuario del estadio Petrovski para descorchar botellas de champán. “No le gusta. Él prefiere el modelo de gestión inglés, el de dejar hacer”, revela Urko Pardo, un español que era el portero titular hasta hace cuatro jornadas. Un modelo que funciona porque con el presupuesto más bajo del torneo —poco más de ocho millones de euros— fichó jugadores que le han dado una gran rentabilidad —Jahic, Belaid, Kaká, Adorno, Urko...— y solo se gastó 640.000 euros. Quizá por eso, porque ninguno tiene la aureola de estrella, el vestuario no es piramidal. “Es un grupo muy abierto, en el que se escucha la opinión de todos”, dice el delantero Esteban Solari. “No hay un líder. Quizá esa sea la fuerza de este equipo”, apostilla Urko.

Dionisios Chiotis detiene el balón y Urko Pardo, de espaldas.
Dionisios Chiotis detiene el balón y Urko Pardo, de espaldas.JACK GUEZ (AFP)

Solo manda Jovanovic, que suele dar las charlas en griego a la vez que el segundo entrenador las traduce al inglés. “Pero en el vestuario se habla el portuñol”, explica Urko. “Porque hay mucho brasileño y portugués, además de nosotros y el paraguayo Aldo”, apunta Solari. Y, reinante el buen ambiente, las bromas están a la orden del día, como en el cumpleaños de Urko, cuando la plantilla le cogió y troceó los calzoncillos que usa para los entrenamientos y los partidos. “Pero al siguiente día me trajeron unos nuevecitos, ¿eh?”, cuenta. También se persigue atinar con el mejor doble de los futbolistas, reírse de una prenda nueva de ropa... “Somos niños, al fin y al cabo”, suelta el meta. Unos niños que están haciendo toda una hombrada en Europa. Quizá, porque nada les sorprende.

Cada semana, el míster reúne a los jugadores en la sala de la ciudad deportiva para una sesión de vídeo. “Suelen ser largas”, comenta Solari. Y no es raro que sean dobles. “Le gustan mucho”, aclara Urko, “y eso es lo que le diferencia del resto de entrenadores. Siempre sabemos lo que nos encontraremos delante”. Sobre todo, en la Champions, cuando no es raro que los jugadores se pasen tres horas atados a la silla porque Jovanovic les pone partidos completos y les remarca ciertas jugadas. “Porque en Europa nos toca defendernos”, reconoce Urko. “Porque tiene una gran capacidad para analizar los rivales y resumir los puntos buenos y malos de los rivales”, agrega Solari.

El conjunto chipriota, que ha hecho historia en Europa, aplica en todo la naturalidad

La lupa de Jovanovic, en cualquier caso, no funciona igual en la Liga chipriota, en la que van los terceros, a cuatro puntos del líder, el AEL Limasol. Circunstancia que ha puesto de uñas al público, que ha convertido en tónica el abucheo. “Los hinchas son sorprendentemente efusivos y pasionales”, puntualiza Solari, “pero no conflictivos. Es lógico que estén reacios porque estamos flojos en nuestra competición, en la que teóricamente somos superiores”.

No así en Europa, donde son la revelación, donde tienen la lección aprendida al dedillo. Hoy, como siempre hacen en el vestuario antes de jugar un partido, los jugadores gritarán tres veces “¡Apoel!” al unísono. Juegan contra el Lyon. “Ganarle es posible”, dice Urko. “Estamos convencidos”, remarca Solari. Tienen claro que el rival, más allá de las genialidades individuales, difícilmente puede sorprenderles.

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