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La doble vida de Manaudou

Tras dos años retirada, la nadadora francesa, perseguida por la polémica, se clasifica para los Juegos de Londres

Laure Manaudou, en los campeonatos franceses de Dunkerque
Laure Manaudou, en los campeonatos franceses de DunkerquePHILIPPE HUGUEN (AFP)

Ocho meses después de anunciar su vuelta a la competición, la nadadora francesa Laure Manaudou ha conseguido clasificarse para disputar los Juegos Olímpicos de Londres. En Dunkerque, la diva de la natación francesa paró ayer el crono en los 100 metros espalda en 1m 16s, su mejor marca después de volver a las piscinas en junio de 2011.

Manadou terminó llorando -también sollozó tras el fiasco que protagonizó en los Juegos Olímpicos de Pekín- y dedicó su victoria a su hermano Nicolás: “Siempre ha creído en mí”. Durante los últimos años, pocos habían confiado en la vuelta de la mejor nadadora de la historia de Francia, campeona olímpica en Atenas en 400 metros libres con 17 años, triple campeona del mundo y con siete títulos europeos. Una vida de culebrón – en 2007 salieron a la luz unas fotos íntimas y sus malas relaciones con su entonces novio, el nadador italiano Luca Marín, fueron retransmitidas en directo por la televisión tras pelearse al borde del agua en los campeonatos de Europa de piscina corta-, los malos resultados (ninguna medalla en Pekín) y su deseo de ser madre le alejaron del agua durante dos años. Aunque decidió volver con 25 años. “He sido madre, mi hija me ha dado armonía y no quiero hacer tonterías, he madurado”, contó cuando anunció su regreso.

Perseguida siempre por la polémica –horas antes de conseguir el pase a Londres relacionó en su twitter los asesinatos en el colegio judío de Toulouse con los videojuegos, lo que desencadenó una protesta que provocó que cerrase su cuenta-, la francesa de Lyon ha vuelto a brillar ahora y ha batido el récord de Francia en 50 metros espalda, parando el reloj en 28,16s, 34 centésimas menos que su anterior plusmarca, que logró en agosto de 2007. Columnista en el Journal du Dimache, la nadadora, que irónicamente se define como starlette caprichosa, señalaba poco antes de competir para lograr el pase a Londres que si lo conseguía volverían los superlativos para la campeona. Si fallaba, “por unas décimas de segundo”, sería para los medios y los aficionados “la nadadora que nunca debió de irse al extranjero a entrenarse”. De momento, ha ganado la batalla en el agua.

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