_
_
_
_
_
FÚTBOL

El Betis se da un festín

Los de Mel acarician la permanencia al desarbolar (3-1) a un Villarreal de toque inocuo

Rafael Pineda

Al son de Rubén Castro, guiado por un gran Beñat y ayudado por el oficio de Santa Cruz, el Betis se dio un festín ante el Villarreal. El conjunto de Lotina mordió el polvo frente a un rival que mudó de traje y se hizo más práctico que bonito, un método que ensayó en Málaga y que cobró toda su dimensión ahora ante el Villarreal. Mel pobló su equipo de delanteros y, curiosamente, estos fueron los primeros defensas de un equipo que le dio el campo y el balón al rival. Los de Lotina no se lo creían, cómodos en la posesión de la pelota, pero cuando más seguros estaban en su ficticio orden llegaron los golpes de un Betis efectivo y certero.

Mel le enseñó a Lotina cómo ganar sin el balón, o, en definitiva, se plasmó la verdad suprema de este deporte, que solo entiende de goles. A diez puntos del Zaragoza, el Betis saborea la permanencia mientras que el Villareal tendrá que seguir sufriendo. Se convierte el conjunto levantino en la única esperanza del Zaragoza. Respira el Betis, lo hace su afición y también un técnico valiente como Mel, que, con sus defectos, está sacando petróleo a una plantilla que está muy cerca de lograr el objetivo básico de la temporada, que no es otro que seguir otro año más en Primera. El primer peldaño para ir creciendo.

BETIS, 3 VILLARREAL, 1

Betis: Casto; Nelson, Paulao, Dorado, Nacho; Montero (Juanma, m. 61), Beñat (Salva Sevilla, m. 76), Cañas, Pereira (Matilla, m. 53); Santa Cruz y Rubén Castro. No utilizados: Casto; Amaya, Chica y Molina.

Villarreal: Diego López; Mario (Martinuccio, m. 63), Musacchio, Gonzalo, Oriol; Ángel, Bruno; Senna (Nilmar, m. 46), Borja Valero, Cani (Camuñas, m. 63); y Marco Ruben. No utilizados: César; Marchena, Catalá y De Guzmán.

Goles: 1-0. M. 34. Santa Cruz. 2-0. M. 37. Rubén Castro. 3-0. M. 59. Beñat. 3-1. M. 93. Marco Ruben, de penalti.

Árbitro: Velasco Carballo. Expulsó a Ángel por doble amonestación (m. 66.). Amonestó a Paulao, Oriol, Pereira y Montero.

Unos 30.000 espectadores en el Ruiz de Lopera.

Todo discurría según lo había diseñado Lotina en la pizarra. Más o menos. El Villarreal dominaba a su antojo el centro del campo, despoblado de elementos verdiblancos, y mientras Bruno y Borja Valero tocaban y tocaban Beñat se desangraba de tanto correr. Lo curioso del asunto es que el Betis capeaba con comodidad tanto dominio del balón por parte del rival. El Villarreal apenas asustaba, contento con el empate después del triunfo del Barcelona en Zaragoza, y el Betis, blandito, incluso estuvo a punto de hacerse un autogol de verbena.

Todo saltó por los aires en un movimiento de Rubén Castro, con un disparo desde la frontal que cambió de trayectoria y que obligó a Diego López a despejar con muchos apuros. Santa Cruz se adelantó a la defensa e hizo el primer gol. En un duelo planteado entre delanteros y centrocampistas, el que cayó en la trampa fue el Villarreal.

Murió el equipo de Lotina con tanto sobeo de la pelota y la aparición del jugador más desequilibrante del Betis, Rubén Castro, volteó el partido de forma espectacular. El tanto abrió los caminos a las carreras de los béticos, alocadas en el caso de Montero y mucho más certeras con el propio Rubén y Pereira como protagonistas. Con el partido revolucionado, apareció Beñat, quien asistió con el interior para que Rubén se colara por el centro de la defensa del Villarreal para burlar a Diego López con un toque sutil, de barrio, como el que no quiere la cosa. En la acción, el asistente de Velasco Carballo estuvo certero, como en el primer gol. El Villareal se desmoronó cuando soñaba con una noche placentera.

Entonces, con campo por delante, el Betis vivió del contragolpe para machacar a un rival que se creyó con todo hecho en la primera mitad y sucumbió ante la velocidad y el acierto de un equipo valiente, con jugadores con ganas de reivindicarse, caso de Beñat o Castro, autores de goles y pases estupendos. El equipo andaluz se pegó un festín y, ebrio de felicidad, encadenó su segundo triunfo consecutivo. Inteligente en los albores, certero en los minutos decisivos y pinturero en el tramo final, el Betis cuajó un excelente partido.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_