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Lorenzo se pone fino

El piloto de Yamaha exprime su M1 más estable aunque menos veloz que las Honda, para vencer a Pedrosa y Stoner

Nadia Tronchoni
Jorge Lorenzo celebra la victoria
Jorge Lorenzo celebra la victoriaFADI AL-ASSAAD (REUTERS)

Jorge Lorenzo lo sabía. Su sonrisa imperturbable le delataba. Y la pole lograda el sábado hizo pública la sospecha: Yamaha había vuelto a situarse en el centro de la diana. Sí, la Honda alcanza unas velocidades estratosféricas en las rectas, pero también lo hace la Ducati de Héctor Barberá (alcanzó una velocidad punta de 341km/h) y no le da para ganar pruebas. En cambio, la nueva M1 ha mejorado su velocidad punta y sigue siendo una delicadeza en las curvas, es estable en frenada, y permite mantener un ritmo excelente a lo largo de las 22 vueltas que dura una prueba como la de este domingo en Losail, con un asfalto a 23 grados por mucho que la luna se aupara a lo alto del cielo catarí. 

Y como Lorenzo sabía todo eso no se alteró lo más mínimo cuando tras un par de vueltas en cabeza, después de una excelente salida desde la primera posición de la parrilla —mejor fue, por supuesto, la de Pedrosa, que salía desde la tercera fila y se colocó segundo en el primer viraje—, Stoner le dio caza. Pero por mucho que el australiano, el dominador de la categoría reina en 2011, el amo y señor de Losail, donde había ganado cuatro de las últimas cinco carreras, rodara tranquilamente en el primer puesto y empezara a distanciarse vuelta a vuelta de Lorenzo y Pedrosa, que no lo perdía de vista, el mallorquín no sufrió. Sabía que llegaría su momento.

Sabía que no hay moto más completa que la suya, ni piloto más fino que él. Sabía que llegado el ecuador de la prueba, cuando los neumáticos empezaran a perder adherencia, Stoner, que los había exprimido como un loco para tratar de escaparse, pagaría la osadía, y él, que se esmera en pilotar con la ternura con la que una madre pone la mantequilla en la tostada de un hijo, sacaría el mayor partido de sus gomas. Y así sucedió. Pasadas las once primeras vueltas, Stoner empezó a perder algunas décimas por el camino y Lorenzo apretó los dientes para ir reduciendo la ventaja.

Claro que la nueva era de las motos de 1.000cc arrancó con la carrera anunciada: mayor igualdad, adelantamientos, cambios de posiciones, neumáticos que bajan dramáticamente su rendimiento, y tres pilotos superlativos, preparados para el espectáculo y para la pelea. Pedrosa no había renunciado a sumarse a la fiesta. Había resguardado sus neumáticos tanto o más que Lorenzo, agazapado siempre tras él, inteligente como pocos, de modo que probó a robarle esa segunda posición. No le costó demasiado, pegado como estaba a aquél, hacerlo a final de recta dada la potencia de su Honda. Pero aquello no terminó ahí, porque Lorenzo nunca se rinde, y, también porque Pedrosa parece haberse tomado en serio su promesa de ganar agresividad en las frenadas.

Solo faltaban cuatro vueltas. El de Yamaha le devolvió el adelantamiento con un interior de vértigo. Ya olía a Stoner, que estaba a solo cuatro décimas. Y no pretendía renunciar. Pedrosa lo volvió a intentar, sin éxito. Y Lorenzo se envalentonó: pasó a Stoner en otra curva, un adelantamiento apurado, en el que aprovechó que su presa andaba escasa de fuerzas y acusaba el esfuerzo. Olió esa debilidad también Pedrosa y se descubrió agresivo como pocas veces. Pudo resistir el ataque de las Honda en la recta Lorenzo porque arrancó décima tras décima en cada viraje. Y saboreó la victoria como pocas veces lo había hecho en el 2011, sabiéndose mejor, sabiéndose superior. Se puso fino. Su Yamaha se lo permitía por vez primera desde el 2010, año en el que fue campeón del mundo.

Tras los tres fantásticos —el cuarto, Rossi, andaba perdido en batallas estériles—, vino el resto. Dos Yamaha satélite, las de Crutchlow y Dovizioso, peleando por el cuarto puesto; y las Ducati en otra Liga: la primera, la de Hayden, pasó por meta 28 segundos después de Lorenzo.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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