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Messi y la ortodoxia del Barça

El argentino interpretó magistralmente la racionalidad del juego azulgrana ante el Getafe

Ramon Besa
Messi trata de marcharse del jugador del Getafe Rubén Pérez.
Messi trata de marcharse del jugador del Getafe Rubén Pérez.Alejandro García (EFE)

El Barcelona ha sido hasta el momento un equipo imbatible cuando ha elegido las condiciones de juego y, consecuentemente, ha actuado como local en el Camp Nou. Únicamente el Sevilla ha conseguido un empate a cero en la Liga después de que Javi Varas, ahora suplente de Palop, le parara un penalti en el tiempo añadido a Messi. Los azulgrana acostumbran a atacar bien cuando la cancha es amplia y el césped está rápido y facilita la circulación del balón, cosa que ocurre siempre en su casa y difícilmente en campo contrario. No es casualidad que con cierta regularidad se quejen del estado del césped cuando visitan a equipos, como el pasado sábado al Zaragoza.

La victoria contra el Getafe forma parte por tanto de una cierta normalidad desde el punto de vista del Barcelona. La novedad estuvo en el despliegue del equipo de Guardiola. A partir del 3-4-3, cada vez más frecuente cuando el rival actúa con un trivote y una defensa que cierra por dentro, los azulgrana desequilibraron el encuentro a partir del rombo formado por los centrocampistas. Los tres zagueros (dos reconvertidos —Adriano y Mascherano— y uno nato: Puyol) defendieron con intensidad y anticipación en situaciones de uno contra uno, los extremos abrieron el campo mientras Alexis ejercía de falso 9 y el cuarteto Busquets-Xavi-Iniesta-Messi generó el fútbol y las situaciones de gol suficientes para resolver la contienda.

El dispositivo permitió por lo demás contemplar una de las actuaciones más completas de Messi. Ubicado en la punta del rombo, por detrás de Alexis, el argentino no solo mantuvo su racha goleadora de los últimos nueve partidos sino que además ejerció de referente y líder del equipo por su intervencionismo y capacidad de asociarse con los medios y los delanteros. Alrededor de Messi, apareció una de las versiones más ortodoxas del Barça. El excelente juego de posición facilitó la sincronización y velocidad de ejecución. El Getafe llegó un segundo tarde a la jugada, incapaz incluso de cometer faltas, y cedió siempre un metro de más, como afirmó su entrenador Luis García.

Al desequilibrio se llegaba a partir del orden marcado por Busquets

Muy técnicos y ordenados, los barcelonistas actuaron con mucha finura, precisión y sentido futbolístico: a veces se imponía la pausa, en otras convenía acelerar y se daba por descontada la presión para recuperar el cuero y el toque de primera para salir hacia el marco rival. Al desequilibrio se llegaba a partir del orden marcado por Busquets, cuya lectura del juego es cada vez más exquisita por su facilidad para ejercer de zaguero o de medio, siempre situado en el punto justo del campo. El plan de Guardiola demandaba una especial atención de todos y, sobre todo, un respeto máximo al libro de estilo que tiene como prioridad la posesión de la pelota.

No deja de ser curioso que el martes no se alinearan los jugadores más transgresores y a veces, cuando no hay manera de provocar las situaciones de superioridad, también los más necesarios: Alves, Piqué y Cesc. Piqué ha sido suplente en partidos decisivos mientras que Cesc ha reconocido que le falta todavía tiempo para asimilar el “software de Guardiola”, especialmente cuando ejerce de interior, y ya se sabe que Alves corrige con la velocidad sus disfunciones tácticas. El técnico siempre es exigente con la ocupación racional de la cancha.

La reacción del Barcelona se produjo precisamente después de un partido que expresó lo peor y lo mejor del equipo de Guardiola. Los azulgrana fueron desbordados por Osasuna durante la primera parte de la misma manera que se corrigieron después del descanso. El entrenador sostiene que sus jugadores cuajaron una de las mejores segundas partes desde que se sienta en el banquillo. Ocurrió cuando aparecieron en escena Cuenca y Tello y el Barcelona recuperó su ideario futbolístico.

El martes ante el Getafe el equipo acabó con 10 jugadores de la cantera

Derrotado en el Reyno de Navarra, el Barça ha encadenado desde entonces 10 victorias consecutivas en la Liga. La reacción se produjo después de tocar fondo y recomponerse en el terreno. Los barcelonistas defienden y atacan mejor, su juego tiene una mayor continuidad y han recuperado la ambición a partir de una situación de inferioridad: quedar a 10 puntos del Madrid. A partir de su abc futbolístico, han recuperado también sus opciones en la Liga después de proclamarse finalista de la Copa y disputar las semifinales de la Champions.

A nadie le pasó por alto que el martes el equipo acabara con 10 jugadores de la cantera, la mejor manera de reivindicar su ortodoxia y fe en una manera de entender el fútbol. El partido fue, en este sentido, ejemplar: el equipo estuvo más cuerdo y agresivo futbolísticamente que nunca y Messi fue el jugador total.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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