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El guardián de las esencias

Vilanova fue la primera opción de Zubizarreta para reemplazar a Guardiola

Tito Vilanova, en la ciudad deportiva de Barça, antes de que el presidente del club, Sandro Rosell, anunciara que sería el sustituto de Pep Guardiola
Tito Vilanova, en la ciudad deportiva de Barça, antes de que el presidente del club, Sandro Rosell, anunciara que sería el sustituto de Pep GuardiolaALBERTO ESTÉVEZ (EFE)

Últimamente, a Tito Vilanova hay algo que le saca de quicio: que le pregunten si está bien. Porque lo malo ya pasó. Pasó el bulto en el cuello, un tumor en la glándula parótida, el diagnóstico, el golpe anímico, el remedio, el tratamiento y la recuperación. Todo. Superó el susto, recuperó el paladar perdido y... volvió a sonreír. De eso hace tiempo, antes incluso de recibir el alta médica. Ni siquiera se le nota la cicatriz en el cuello que, coqueto, insiste en taparse. Está fantásticamente y le sale el aire del Empordá que lleva en las venas cuando se harta de responder a la pregunta de cómo se encuentra: “Collons, que estoy bien”, se rebela ante los amigos y su madre si hace falta.

Francesc Tito Vilanova nació hace 42 años en un pueblo del Empordá, donde sus padres atendían la huerta y una verdulería. Despuntó pronto en las divisiones inferiores del Palafrugell por su estatura, 1,78 metros, y su capacidad técnica y en 1984 dejó el pueblo y se fue a Barcelona, a La Masia. Allí vivió una experiencia que le marcó el carácter y el gusto futbolístico. Hizo amigos que fueron sus compañeros y ahora serán sus ayudantes, Jordi Roura y Aureli Altimira, y se forjó fama de jugador fino y elegante. No llegó a debutar en el Barça, pero jugó en el Figueres, Celta, Badajoz, Mallorca, Lleida, Elche y Gramanet y dejó amigos y respeto allá donde fue. Así que no es extrañó que ayer su teléfono estuviera a punto de explotar. Dicen que como jugador le indignaban los terrenos de juego en malas condiciones y, como siempre fue muy señor al vestir, no tardaron en llamarle El Marqués.

Fue el primer entrenador de Messi cuando llegó a Barcelona, el primero en corregirle y en dar afecto a un chaval asustado

El hombre que ha tenido la valentía de aceptar el puesto de Pep Guardiola comenzó su trayectoria en los banquillos en el cadete del Barça, en el que coincidió con Cesc y Piqué y fue el primer entrenador de Messi cuando llegó a Barcelona, el primero en corregirle y en dar afecto a un chaval asustado. Tuvo poco tiempo a La Pulga porque Sandro Rosell le despidió en 2003 del fútbol base. Pero la vida tiene estos guiños: ayer fue nombrado sustituto de Pep Guardiola.

A Andoni Zubizarreta le conminaron a dar razones. “¿Por qué? Porque representa todos los valores del juego y de la idea. Porque sabes de su preparación y capacidad de análisis”, explicó el vasco. “Porque le pone horas hasta durmiendo, porque tiene la implicación que necesitamos... Por preparación, calificación, capacidad de poderlo hacer, compromiso, personalidad para llevar la plantilla y para estar ante los medios. Por eso, Tito. Era nuestra opción y ha aceptado. No hay más”, cerró el director deportivo de la entidad.

Tuvo poco tiempo a La Pulga porque Sandro Rosell le despidió en 2003 del fútbol base

Entre quienes le conocen bien, Vilanova se explica por sí solo. Mamó de las fuentes de Carles Rexach y, aunque con la llegada de Johan Cruyff debió hacer las maletas —Danny Müller, el novio de una hija del holandés, que llegó con ellos de Ámsterdam en 1988 le cerró el paso—, tuvo tiempo para entender que aquella manera de jugar, valiente y con el balón, resumía lo que él siempre había sentido. Tito, en tanto que mano izquierda de Guardiola, es el guardián de todas esas esencias.

Muchas de las decisiones que ha tomado Guardiola en los últimos años son consecuencia de la influencia de Vilanova, que, en efecto, se justifica por sí solo. Siempre ha dicho, por ejemplo, que en el Barça no puede jugar cualquier futbolista: “Necesitamos jugadores especiales porque somos diferentes. Eso es un problema, pero también nuestro mayor orgullo”. Por eso se puso tan pesado con la idea de fichar a Villa o insistió tanto en recuperar a Cesc; por eso le dio la idea a Pep de retrasar a Messi para que jugara como falso nueve y le dio la razón con una mirada cuando vieron en acción a Busquets... Por eso se pasa tantas horas hablando con Xavi... Por eso ayer, al saber que Tito era el señalado, el vestuario, con Messi a la cabeza, levantó el pulgar con una sonrisa.

Guardiola explicó ayer que, al tener noticia de que Zubizarreta le había ofrecido el cargo, solo le dijo una cosa a Tito: “Si te sientes fuerte, tira, no dudes ni un pelo. Le dije solo que se lo planteara”. Tito está fuerte, tan fuerte que parece que pueda volar. Tenaz, apasionado, educado, discreto trabajador, pero tipo de tanto carácter que la sorpresa entre sus amigos no fue el guantazo con el que contestó al dedo en el ojo que le metió Mourinho, sino que no le diera más fuerte.

Ayer, para sorpresa de sus padres, de su esposa y de sus dos hijos —Adriá, el pequeño, juega en las divisiones inferiores—, ayer mismo, aceptó ser entrenador del Barça. Al estilo de Pep, no ha negociado el sueldo todavía. Un día de estos, Josep María Orobitg, su representante, que también lo es de Guardiola, deberá sentarse a hablar de ello con Zubizarreta.

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