_
_
_
_
_
EL CÓRNER INGLÉS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El nuevo modelo a seguir

Es mucho más fácil jugar como el Chelsea que como el Barça y mucho más plausible para un equipo normal

Torres sustituye a Drogba en el Camp Nou.
Torres sustituye a Drogba en el Camp Nou.Jasper Juinen (Getty Images)

Partidazo mañana. Lo habría sido aunque los dos equipos estuvieran a mitad de la tabla, sin ningún trofeo de por medio. Pero ocurre que el resultado determinará, casi con total seguridad, el campeón de la Liga inglesa. Lo interesante será ver si uno de los dos elige imitar el nuevo esquema táctico que, de pronto, ha reemplazado al del Barcelona como modelo ganador.

Se miden mañana el Manchester City y el Manchester United. La última vez que jugaron, el City ganó por 6-1, la peor derrota sufrida por el United en Old Trafford desde 1955. En caso de ganar, la victoria sería doblemente dulce para el United. Habría logrado la revancha y ensancharía su ventaja en la Premier a seis puntos con solo dos partidos restantes. Un empate tampoco sería un mal resultado para el equipo de Alex Ferguson.

“Fue horrible; fue un suicidio”.

Alex Ferguson, entrenador del Manchester United, tras su último partido contra el Manchester City.

Lo que nos lleva a preguntarnos si el entrenador escocés optará por jugar contra el vecino City como lo hizo el Chelsea esta semana contra el Barcelona en la semifinal de la Champions. Mucho se ha dicho sobre el juego exuberante, ofensivo, ballético, total del Barça de Pep Guardiola, de cómo ha marcado un hito en la evolución del fútbol y tal. Bien..., pero el juego del Chelsea; el que eliminó al Barça de la Champions no en un partido, sino en dos; el que conquistó al mejor equipo del mundo..., ¿no será digno de imitar también?

Digno o no, lo cierto es que es mucho más fácil jugar como el Chelsea que como el Barça y mucho más plausible para un equipo normal. Para empezar, no se necesita una plantilla de jugadores capaces de controlar o pasar el balón, de correr, regatear o incluso pensar. Y ni siquiera hay que estar en buenas condiciones físicas. Es más, cuanto más grandotes y gordos los jugadores, mejor. Las sesiones de entrenamiento en este sistema tampoco deberían ser muy largas por temor a que los jugadores adelgacen (Ángel, El Fideo, Di María no tendría cabida en este sistema) ni demasiado frecuentes. Con una media horita de estiramientos el día antes de un partido irían que chutan.

Bueno, a ver... En el nuevo fútbol que pregona el Chelsea tiene que haber un jugador que sí sea capaz de chutar y correr e incluso de regatear. Uno, nada más, con quizá un suplente en caso de lesiones. Así que la solución podría ser que aquel jugador y su sustituto se sometieran a una preparación física intensiva, tipo Rafael Nadal, al margen de la de los luchadores de sumo que componen el resto del equipo, la mayor parte de cuyos días los consumirían jugando a la Play (pasatiempo favorito de la mayoría de los futbolistas profesionales y otros niños pequeños) o comiendo kentucky fried chicken.

Esto sí sería una revolución en el fútbol: cada equipo jugando con una formación 10-1, centro del campo inexistente y goles menos frecuentes que un hoyo en uno en el golf

Más allá de si el United opta por imitar al Chelsea mañana, la cuestión de fondo tiene que ser si, dado lo atractivo y ameno de este modelo, lo acabarán copiando todos los demás equipos. Más aún teniendo en cuenta que estamos en crisis y que casi todos los clubes, especialmente en España, están endeudados. Habría que pagar un buen sueldo al jugador que corre y a su suplente, eso sí. Ahí los clubes se disputarían la contratación de los Didier Drogba, los Cristiano Ronaldo, los Messi, los Fernando Torres. Pero a los otros 10 del equipo inicial se les podría pagar un sueldo de funcionario medio o soldado raso, ya que lo único que tendrían que aprender es a desplegarse de manera ordenada, como árboles en un bosque, en el área grande y nunca, jamás, pisar fuera de sus rectangulares fronteras. Es probable incluso que, con el tiempo, el juego dé un salto evolutivo más y los 10 magníficos se concentren todos en el área chica a la espera de las embestidas del llanero solitario rival.

Esto sí sería una revolución en el fútbol: cada equipo jugando con una formación 10-1, centro del campo inexistente (con el tiempo, se podría llegar a reducir el largo del terreno de juego de 100 a 50 metros) y goles menos frecuentes que un hoyo en uno en el golf.

Quizá Pep Guardiola ha intuido que este es el fútbol del futuro y por eso anunció esta semana que se iba. Quizá José Mourinho lo haya visto también y por eso anunció que se quedaba.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_