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El Atlético no llega a tanto

Un gol en el último suspiro de la Real casi descarta a los rojiblancos de la ‘Champions’

Jordi Quixano

Por una vez el Atlético negoció con el esfuerzo y resultó de lo más rácano, quizá porque tiene la final de la Liga Europa a la vuelta de la esquina, quizá porque pensó que le alcanzaría con su pegada para desportillar a la Real, equipo con poco que decir en la Liga, liberado de toda obligación y en tierra de nadie. Se equivocó de medio a medio, castigado en el último suspiro, toda una penalidad porque la Champions ya no es una probabilidad, sino una quimera.

ATLÉTICO, 1 - REAL SOCIEDAD, 1

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Domínguez, Filipe Luis; Gabi, Mario; Arda (Salvio, m. 56), Koke, Adrián (Diego, m. 77); y Falcao (Godín, m. 88). No utilizados: Asenjo; Manquillo, Assunção y Pedro Martín.

Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Demidov, Mikel González, Cadamuro; Elustondo, Illarramendi (Llorente, m. 78); Xabi Prieto, Zurutuza, Griezmann (Vela, m. 81) y Agirretxe (Ifrán, m. 59). No utilizados: Toño; Ansotegui, Aranburu y Estrada.

Goles: 1-0. M. 54. Gabi suelta un zapatazo desde fuera del área. 1-1. M. 91. Vela empuja el balón a la salida de un córner.

Árbitro: Iglesias Villanueva. Amonestó a Mario, Zurutuza y Falcao. Expulsó (m. 73) por dos tarjetas amarillas a Gabi.

Calderón: 35.000 espectadores.

Lejos de su renovada versión desatada, cuando parecía haber descartado el pase vertical y el disparo prematuro por el toque reflexivo y el gancho oportuno, el Atlético se mostró en el Calderón anónimo, falto de protagonismo y de balón para expresar su mejor fútbol. No jugó con la gallardía que le exige su escudo y su afición —lo que le ha valido aplausos y resultados—, ni adelantó como últimamente la línea defensiva 10 metros. Resultó que el equipo no tuvo velocidad en el pase ni en el repliegue, ni contó con Diego para hacer de quarterback; toda una caricatura de ese Atlético que descompuso al Espanyol y al Valencia. Flaquezas, en cualquier caso, que no acabó de rentabilizar la Real, con demasiados gatillazos en el punto y final de las jugadas.

Equipo sin agobios clasificatorios, que no destensado, la Real se presentó en el Manzanares para plasmar el hermético ideario de Montanier: estrecheces en las líneas, presión en la zona de creación contraria, pases rápidos y contragolpes en un santiamén. Solo Xabi Prieto, sastre del juego, catapulta del último pase, todo a la vez, tuvo la licencia para saltarse la orden, para regalarse un toque de más. Poco le importó actuar en el costado derecho, limitada su mirilla a la mitad; su trascendencia en el equipo es tal que no hay jugada en la que no actúe de frontera. Así, se marcó una virguería de tacón, recibió de nuevo y soltó un centro que Agirretxe no supo enlazar a gol. Poco después, en un ataque tan vertiginoso como engalanado, la Real se expresó y Prieto se definió. Fue cuando Carlos Martínez robó en su campo e hizo un cambio de orientación. Cuero de nuevo al medio, toque al área y Prieto, con ojos en la nuca, la cede a la llegada de Carlos Martínez, que cerró el círculo pero no el gol porque Courtois la escupió a córner con la uña. La Real al cuadrado; tiritona atlética.

Sin facilidad para la mezcla, el equipo rojiblanco tiró de la estrategia, del juego de arrastres que tan pronto rentabiliza como luego le penaliza. Como en ese córner donde todos se movieron al segundo palo y Mario, desde atrás, llegó para enganchar el remate, desviado. O como en ese otro, donde tras un rechazo, el propio Mario le dio con el exterior del pie para chutar, de nuevo, a las nubes.

El equipo rojiblanco tiró de la estrategia, que tan pronto rentabiliza como luego le penaliza

Desbravada la Real en el segundo acto, quizá porque su exigencia pasaba por disfrutar del duelo y no de un combate, el Atlético recuperó un tanto el toque. Si algo tiene el equipo de Simeone, que las ha pasado canutas en este curso, con el despido previo de Manzano, perdido en la tabla, efervescente en Europa y ejemplar en el esfuerzo, son versiones. Asimilado el contragolpe como la bandera de su juego, el tiempo le ha dado pausa, capacidad de conjugar el balón y compromiso con la posesión. Pero sin Diego sobre el tapete, con Turan empecinado en bajar a recibir y lanzar pases de 30 metros, faltó concluir. Hasta que Gabi, atinado, recogió el esférico fuera del área y soltó un zapatazo ajustado al palo que acabó en la red.

Poco duró el festejo, lo que tardó el mismo Gabi en protestar una decisión arbitral y luego en levantar la pierna hasta la cabeza de un rival. En inferioridad numérica, Ifrán asustó con un latigazo que le cuchicheó al poste y, cuando se daba por descontado el empate, un saque de esquina se convirtió en el mayor de los tormentos: Juanfran eligió proteger el cuero en vez de despejarlo y Llorente centró para el gol Vela, que despeña y despeja al Atlético de la Champions; no llega a tanto.

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