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Beñat dinamita Nervión

Un golpeo genial del vasco en el descuento da el derbi sevillano a un Betis más fuerte y con las ideas más claras

Rafael Pineda

Sobraron las bengalas en el Sánchez Pizjuán, incluso algún acceso de dureza innecesaria, se impuso un fútbol aceptable y dos equipos, que mostraron sus armas, quizás a ráfagas, para deparar un derbi animado, de buenos detalles y una enorme igualdad. Mereció el Betis en el triunfo y lo logró con un golpeo genial de Beñat, un vasco que pasará a la historia de los derbis por su genial golpeo en el alargue del partido, cuando, imitando a Ronaldinho, le coló el balón a Varas por debajo de su barrera. Un tanto que, más allá del sentimiento, asesta un golpe casi mortal a las aspiraciones europeas del Sevilla y cuestiona el trabajo de Míchel.

Su equipo, mustio, solo aguantó en los primeros minutos de ambas partes, siendo superado en el resto del partido por un Betis más fuerte, más sensato, que quizás dio un golpe sobre la mesa para alterar el orden del fútbol sevillano, que lleva años en manos de su rival. La explosión de júbilo del beticismo ahogó a un Sevilla en franco declive. Fue para los béticos el final soñado después de tantas frustraciones.

Sevilla, 1-Betis, 2

Sevilla: Varas; Luna, Fazio, Cala, Fernando Navarro; Navas, Medel, Trochowski (Babá, m. 74), Reyes (Rakitic, m. 57); Manu del Moral (Lios Alberto, m. 85) y Negredo. No utilizados: Palop; Coke, Deivid y Guarente.

Betis: Fabricio; Nelson (Chica, m. 41), Paulão, Dorado, Nacho; Iriney (Cañas, m. 64), Beñat; Santa Cruz, Pozuelo, Montero (Pereira, m. 78); y Rubén Castro. No utilizados: Casto; Amaya, Matilla y Salva Sevilla.

Goles: 1--0. M. 5. Negredo. 1-1. M. 43. Beñat, de falta. 1-2. M. 92. Beñat, en otra falta.

Árbitro: Delgado Ferreiro. Expulsó a Medel (m. 91) por doble amonestación. Amarillas a Beñat, Negredo, Fazio, Trochowski, Dorado, Jefferson Montero y Cañas.

Unos 48.000 espectadores en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

Al Betis le marcó una puesta en escena típica de los equipos con el estómago lleno. La derrota del Sporting lo dejó en Primera, lo que aligeró de tensión al cuadro de Mel. El Sevilla, un hidalgo venido a menos, sí le metió al juego lo que exige un derbi. Tensión, agresividad en cada balón dividido y clase, porque la tiene, en algunos de sus jugadores, caso de Trochowski o Negredo. Lo pasó mal el Betis en un inicio lleno de dudas, ocupando mal los espacios y acusando algunas decisiones de su entrenador, como la colocación de Santa Cruz como interior derecho. La ficha más alta del Betis destinada para marcar goles se limitó a cerrar a Reyes, otra ficha tan alta como estéril, en este caso para el Sevilla. El trabajo del paraguayo del Betis, sin embargo, fue modélico.

Trochowski, en su mejor cuarto de hora de la temporada, le enseñó la matrícula a Beñat e Iriney, colocando un balón al área que Negredo cazó anticipándose a la débil defensa bética y rozando el fuera de juego, con la mente puesta en la Eurocopa. El gol hizo justicia a una acometida explosiva del Sevilla, más metido que su rival, también con más en juego. El apagón llegó al cuarto de hora, cuando los de Míchel mutaron de forma sospechosa, alimentando la irregularidad que les ha perseguido durante toda la temporada.

Con Reyes desaparecido y Manu en la inopia, a medida que aparecía Beñat, bien secundado por el joven Pozuelo, un pequeño torbellino entre líneas, el Betis comenzó a crecer. Paso a paso, metió al Sevilla en su área, aterrorizado por su incapacidad, temeroso de perder el control a pesar de la presunta calidad que atesoran muchos de sus futbolistas. El Betis apretó, hizo suya la agresividad del rival y se pisó área.  Pudo haber penalti a Pozuelo y Delgado Ferreiro, que no quería líos, le perdonó la roja a Negredo, que sacó del campo a Nelson con una entrada muy dura.

Comenzaron los empujones, los golpes y algunos gritos para demostrar que se jugaba un derbi. El Betis, renacido, pescó en una falta de Beñat, como en la ida. A Medel le faltó aplomo ante Santa Cruz. Encontró solución a sus problemas quitándole el balón al Sevilla, que sufre atrás, así de fácil y de efectivo.

Míchel vio que Reyes era un estorbo en banda y lo metió por el centro, mandando a Manu del Moral a la izquierda, para reventar a Santa Cruz. El utrerano, de mediapunta, le creó problemas al Betis, que volvió a verlas venir, como en la primera mitad. Reyes hizo jugar a Navas, que superó a Nacho una y otra vez. Míchel se acordó del Reyes de la primera parte y lo mandó a la ducha para cabreo del utrerano y entró Rakitic. Un cambio con miga.

Acusó el cambio el Sevilla. El partido entró en un marasmo, con los dos equipos midiéndose, sin golpearse. El derbi estaba abierto. Harto de buscar a Navas, el Betis tenía peligro al contragolpe, más entero, con las ideas más claras. Llegó al tramo final del derbi dando la cara en un territorio tan hostil como Nervión. Los de Míchel se mostraron espesos, faltos de aire, sin fútbol para sobrepasar a un Betis con ganas de revertir el orden futbolístico de la ciudad, en manos del rival durante casi una década.

En esos momentos decisivos solo le faltó una acción de calidad de alguno de sus hombres letales, caso del delantero Rubén Castro, que eligió mal en un par de acciones, o de Beñat, que llegó al tramo final desfondado,pero con la suficiente calidad como para anotar un gol antológico, que muestra la inteligencia de un gran futbolista.

Los hinchas del Sevilla apedrean el autobús de su propio equipo

R. P.

Los ánimos estaban muy calientes a la conclusión del derbi en la afición del Sevilla. Un grupo numeroso de hinchas esperó a los jugadores sevillistas cuando salían del estadio, momento en el que fueron gravemente insultados. Los aficionados, muy exaltados, solo respetaron a Navas y Medel, al tiempo que la tomaron con el resto de los jugadores, ya en el autobús para realizar una cena de recuperación en un cercano hotel al Sánchez Pizjuán.

Allí les esperaba otro numeroso grupo de hinchas, en torno a unos 80, que recibieron al autobús con una lluvia de bengalas y lanzamiento de objetos, lo que provocó la enérgica actuación de la policía, que se empleó con rapidez y contundencia. Los aficionados radicales, sin embargo, interceptaron el paso del autobús con un contenedor de basura y cuando quedó bloqueado, comenzaron con una continua lluvia de objetos. No es la primera vez que los ultras del Sevilla emplean la violencia con sus jugadores, ya que a lo largo de la temporada y después de los malos resultados cosechados por el equipo, algunos jugadores se han visto envueltos en situaciones desagradables, aunque no de la gravedad de la que se vivió tras la celebración del derbi. “Es un día muy triste”, reconoció Míchel, quien reconoció que su continuidad en el Sevilla la próxima campaña se complica.

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