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Adiós a Kanouté, adiós a una época

El delantero oficializa su adiós, un símbolo del fin de ciclo del gran Sevilla

Rafael Pineda
Kanouté celebra su gol en la tanda de penaltis en la final de la Copa de la UEFA 2006-2007, ante el Espanyol
Kanouté celebra su gol en la tanda de penaltis en la final de la Copa de la UEFA 2006-2007, ante el Espanyol

Al mismo tiempo que los jugadores del Betis celebraban el triunfo en el derbi, Kanouté, uno de los jugadores emblemáticos en los que se cimentó el gran Sevilla de la última década, oficializaba su adiós de la entidad andaluza. “No puedo pagar el viaje a todos los sevillistas para que vengan a despedirme a Barcelona (donde juega el Sevilla la última jornada de Liga ante el Espanyol). Hablar de despedida es duro, y hablaremos con el club, pero de momento es mi última temporada como sevillista y hay que aceptarlo así”, aclaraba Kanouté nada más finalizar el partido ante el Betis. Una rotura muscular en San Mamés el pasado ocho de abril lo dejó malparado para el final de la Liga y durante los últimos días ha venido trabajando duro para poder disputar algunos minutos el sábado ante el Rayo, en el Sánchez Pizjuán, y poder despedirse así de una afición que lo idolatra. No puede ser de otra forma.

Es el jugador extranjero que más partidos ha disputado en la historia del Sevilla, con un total de 287, y el que más goles ha logrado, 135

Kanouté, que acaba contrato, es la cabeza visible de la generación de oro sobre la que se cimentó el Sevilla de los grandes éxitos. En la entidad andaluza ha batido un registro tras otro en las siete temporadas que lleva en el club de Nervión, al que llegó en el verano de 2005. Se ha convertido en el jugador extranjero que más partidos ha disputado en la historia del Sevilla, con un total de 287, mientras que también es el jugador foráneo con más goles, con un total de 135.

Junto a Kanouté despuntaron jugadores de la talla de Luis Fabiano, Palop, Escudé, Maresca, Dragutinovic, Renato, Alves, Adriano, Javi Navarro, Martí, Puerta, Poulsen o Keita. Con el adiós de Kanouté, solo Palop, Escudé y Navas permanecen como supervivientes de aquel pasado glorioso. La marcha de Kanouté oficializa el fin de ciclo de aquel gran Sevilla, que conquistó dos Copas de la UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de Europa y otra de España entre 2006 y 2010, cinco de estos títulos con Juande Ramos en el banquillo y uno de ellos, la Copa del Rey de 2010, con Antonio Álvarez como entrenador de la primera plantilla. Además, el Sevilla fue el tercer clasificado en 2007 y 2009, y cuarto en 2010. Ahora, por primera vez desde 2004, el Sevilla puede quedarse fuera de disputar competición europea.

“La temporada ha sido muy mala, sin tapujos”, reconoció José María del Nido, en la presidencia desde 2002 y con el que llegaron los grandes éxitos junto a Monchi en la dirección deportiva. Los buenos cimientos en los que se basó el crecimiento del Sevilla han provocado que la caída se haya ido ralentizando desde el último éxito, la cuarta plaza y el título de Copa en 2010. Sin embargo, algunos síntomas de decadencia empezaron a vislumbrarse en el verano de 2008.

Los primeros problemas llegaron con el adiós del entrenador de los títulos, Juande Ramos, quien abandonó el banquillo en busca de la Premier League en 2007, con Antonio Puerta recién fallecido y un equipo muy tocado en lo anímico. El club miró hacia abajo y le dio la alternativa a Manolo Jiménez, un hombre de la casa, que en su primera temporada dejó al Sevilla en la quinta posición, aunque ya el juego no era tan brillante como el de las dos temporadas anteriores.

Jiménez sí logró meter al Sevilla en la tercera plaza a la siguiente campaña, pero ya en ese verano de 2008 se acentuó una tendencia que nació en el verano de 2007. La dirección deportiva, que se había encumbrado con el fichaje de jugadores como Baptista, Alves o Adriano, comenzaba a fallar más de la cuenta en una entidad que había crecido vendiendo bien, como en los casos de Reyes, Baptista o Sergio Ramos, para reinvertir todavía mejor en la confección de la plantilla. Desde 2007, y salvo excepciones, casos de Keita, Martín Cáceres o Squillaci, el Sevilla ha errado en su política de fichajes. A medida que abandonan la entidad jugadores como Alves, el propio Keita, Poulsen o Adriano, el Sevilla se gastaba una gran cantidad de dinero en jugadores que no ofrecen el rendimiento esperado.

La fórmula de vender para crecer, clave del éxito, se hace añicos con la llegada de jugadores como Chevantón (9 millones), De Mul (5), Mosquera (8), Koné (12), Acosta (7,5), Konko (8,5), Romaric (8), Zokora (8), Sergio Sánchez (4), Alexis (5), Guarente (5,5) e incluso Negredo (14). Las malas planificaciones se acentúan desde 2010, cuando se gana la Copa, pero el fulgor del éxito momentáneo impide realizar una renovación más profunda. La eliminación en la previa de la Liga de Campeones ante el Braga en 2010 abre la primera brecha importante y pone sobre el tapete el segundo gran error de los dirigentes del Sevilla: la incapacidad para encontrar un entrenador que fuera capaz de dinamizar los proyectos planificados por Monchi y su equipo. A Manolo Jiménez le sucedió en marzo de 2010 Antonio Álvarez, que apenas completó el curso y cinco jornadas de la temporada 2010-2011.

La temporada pasada no se supo detener el evidente proceso de empobrecimiento de la plantilla

El problema era más profundo y radicaba en la confección de una plantilla cuyos principales baluartes se iban haciendo mayores, caso de Palop, Escudé, Dragutinovic, Renato, Luis Fabiano o Kanouté, a medida que los fichajes que iban llegando (Cigarini, Dabo, Alexis, Guarente…) eran incapaces de ofrecer un nivel competitivo propio de la elite.

Entre la llegada de Gregorio Manzano y el impulso de los refuerzos invernales de Medel y Rakitic, el Sevilla todavía logró la pasada temporada una clasificación por los pelos para la Liga Europa. En el pasado verano, tampoco se supo detener el evidente proceso de empobrecimiento de la plantilla. Se pasó de intentarlo todo con Marcelo Bielsa a apostar de forma decisiva por Marcelino García Toral. Fichajes como los de Coke, Spahic, Manu del Moral o Trochowski no ofrecen ningún salto de calidad y el remate llega en el pasado mercado invernal. El Sevilla vende a su mejor hombre, Martín Cáceres, al Juventus, y se la juega con Reyes (3,5 millones al Atlético), un delantero desconocido, Babá, procedente de la Liga portuguesa (3 millones al Marítimo) y Cala, repescado del AEK de Atenas. Sin reacción, Marcelino es destituido. Llegó la apuesta por Míchel, el quinto entrenador en solo dos años.

A falta de dos jornadas para el final de la Liga, el Sevilla es 12º y está a cuatro puntos de la sexta plaza. Una entidad con 100 millones de presupuesto se aleja de Europa.

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