Márquez aprende a esperar

Menuda última vuelta. Marc Márquez y Pol Espargaró llevan peleándose en los circuitos desde que tienen memoria. O incluso antes. Los pies no les llegaban al suelo. Montaban motos de 50cc y ya andaban metiéndose la rueda a cada curva. Y así, fueron creciendo. Y ganando. Y escalando categorías. Hasta pelear por un título mundial, el de 125cc en el año 2010 que ganó el de Cervera. Y plantarse ahora en la categoría más salvaje, Moto2, a jugarse el pellejo y la gloria. Como en la última vuelta de la carrera de Estoril.

Márquez había decido que era el momento de atacar a falta de siete giros para el final, después de aguardar cómodamente tras la rueda del delicado Thomas Luthi, una buena rueda para resistir un trazado tan peliagudo. Tenía unas décimas escondidas en la manga. Y las sacó en el momento oportuno, después de cuidar sus neumáticos durante casi toda la prueba, aprendida la lección después de los tres ceros iniciales del 2011.

Para adelantarlo aprovechó la aspiración de la moto del suizo en la recta de meta, como también haría Pol Espargaró, pillo y listo como pocos, que se enganchó al colín de la Suter de Márquez y, con una maravillosa apurada de frenada, dejó atrás a Luthi y no se despegó de su colega de la infancia hasta el último suspiro. Les costó poco abrir brecha con el tercero en cuestión, que acusó el haber cargado con el peso de la carrera, y no pudo seguir el ritmo impuesto por los dos españoles, un par de décimas más veloces en las últimas vueltas. “Le he pasado porque me he dado cuenta de que derrapaba mucho y le costaba al abrir gas”, confesaría Márquez.

Mientras este trataba infructuosamente de deshacerse de la sombra inseparable de Espargaró, el de Granollers aguardaba paciente tras aquel, estudiando sus líneas, calculando sus puntos fuertes, preparando el ataque. A falta de tres vueltas comprobó que, ante la duda de cazarlo en plena meta, sí podría adelantarlo a final de recta, en la primera curva, allá donde dejaron tirado a Luthi. Pasó a una décima escasa a dos vueltas para el final. Y puso en marcha su plan en la última vuelta. Corajudo, metió su rueda delantera en esa primera curva, a la derecha, con una frenada agresiva, en el último instante, pero Márquez resistió el ataque y logró salir de aquella trampa el primero.

La jugada se repitió hasta en tres ocasiones en esos escasos cuatro kilómetros que les separaban de la gloria -“Sabía que era un poco arriesgado, pero también que si me ponía delante de él le hubiera durado una vuelta, así que tenía previsto atacar en todas las frenadas que pudiera”, diría el piloto del equipo de Sito Pons-. Y Márquez salió vencedor de cada envite en un duelo, mayúsculo, que recuerda a los años de ambos en 125cc, cuando el de Cervera se hizo con el campeonato.

El último intento de Espargaró fue en plena chicane (sucesión de curvas): entró el primero, pero Márquez defendió su posición como un jabato, y él, con su Kalex al límite, sintió un coletazo que le alejaría definitivamente de la victoria; se marchó largo, se reincorporó a la pista y culminó el espectáculo con un fantástico segundo puesto, oro para el campeonato que, dice, después de ganar en Jerez, es lo que más le preocupa. “Sabía que tenía una bala para tirar a la desesperada y lo he hecho”, concedió al respecto. “He frenado más tarde de lo que tocaba en la chicane. Llegados a aquel punto sabía que uno de los dos no pasaría”, añadía el vencedor.

No ha cambiado la clasificación, con Márquez en primer lugar con dos victorias y un segundo, y Espargaró, segundo, siempre en el cajón. Tercero, esperando una oportunidad, Luthi. Tras ellos tres, los más regulares, los más brillantes en este inicio de curso, se pelearon otros de los favoritos de la categoría, como Iannone o Redding, Elías o Simón, que terminaron todos ellos y en ese orden, por detrás de Johann Zarco, subcampeón de 125cc el año pasado y una de las sorpresas de este 2012, cuarto en Estoril después de una carrera magnífica.