_
_
_
_
_

“No juego para los ojos del mundo, sino para mí mismo y para mi equipo”

El torneo es un examen para De Jong, cuya patada voladora a Alonso simboliza la derrota de Holanda en el Mundial de 2010

Diego Torres
Patada de De Jong a Xabi Alonso en la final del Mundial de 2010
Patada de De Jong a Xabi Alonso en la final del Mundial de 2010CORDON PRESS

Una lluvia gruesa cae sobre los campanarios de Cracovia, moja los techos de bronce del castillo de Wawel, empapa el césped del campo del Wisla y resbala sobre la frente de Nigel de Jong. El centrocampista permanece inmutable. “Me siento bien, en forma”, dice tras el primer entrenamiento de Holanda en su base polaca. Con los brazos cruzados, se esfuerza en ofrecer una imagen digna de sí mismo mientras las gotas surcan su cara y habla para los micrófonos que se apiñan ante él. Allí están. Esos aparatos envueltos en esponjas son sus intermediarios ante las audiencias mundiales. Esa idea global y difusa que le está contemplando con la mezcla de desdén que la propaganda reserva a los perdedores.

Antiguamente, las acciones determinaban la suerte de los futbolistas. El destino de De Jong se configuró por una imagen más que por una acción. Una imagen multiplicada hasta el infinito desde el 11 de julio de 2010, el día de la final de la Copa del Mundo de Sudáfrica, ganada por España. Su patada voladora al pecho de Xabi Alonso ha sido tantas veces reproducida que ya es un símbolo. Un gesto que le representa ante los amigos y los enemigos. Para muchos holandeses, sintetizó la degradación ética de una selección que desdeñó su noble pasado para perseguir el éxito a cualquier precio. Para millones de aficionados fuera de Holanda, De Jong quedó simplemente retratado como una especie de villano.

El centrocampista del Manchester City se pasó más de un año sin apenas hacer declaraciones a la prensa. Sintió que le habían maltratado, sobre todo en su país, en el que los medios especularon sobre las consecuencias de su agresión en el arbitraje del británico Howard Webb. Desde que el propio juez admitió que vio la patada en el descanso del partido, por televisión, los holandeses inducen que prefirió compensar la impunidad de la primera parte evitando mostrar la tarjeta roja a Iniesta, autor del gol, por patear a Heitinga en el segundo tiempo. En resumen: la derrota ante España fue culpa de De Jong.

“Tenemos la esperanza de ganar la Eurocopa”, dice De Jong, interpelado por los periodistas sobre las dificultades de Holanda, obligada a medirse a Dinamarca, Portugal y Alemania en la fase liguera. “No nos ha tocado el grupo más fácil, pero uno nunca sabe contra qué rival se encontrará en mayores dificultades. Tendremos que estar concentrados al ciento por ciento y será duro, pero así son estos torneos. Todos buscan al más débil y señalan a Dinamarca. A mí me parece que Dinamarca es un buen equipo. Si no lo fuera, no habría ganado por 4-1 a Portugal ni quedado el primero en la fase clasificatoria”, comenta.

Holanda juega contra Dinamarca su primer partido, el sábado, y nadie duda de quién es el favorito. “Tenemos que ser realistas”, advierte De Jong cuando le recuerdan que, tras la final de Johanesburgo, las expectativas ubican a Holanda, como mínimo, en la de Kiev; “no se trata de comparar las competiciones. Lo que nos espera es difícil y tenemos la presión de ganar de entrada a los daneses para afrontar lo siguiente con más tranquilidad. De momento, entre mis compañeros, la confianza es muy alta”.

“Hay que concentrarse en ganar a Dinamarca. Lo hecho... hecho está. Estamos en 2012”

Poco a poco, el cuestionario deriva hacia 2010, hacia la derrota decisiva frente a España. Nadie menciona la patada voladora. No es necesario. La tensión alcanza su pico cuando un periodista de la BBC le acerca su micrófono y le pregunta directamente si ha llegado la ocasión de rectificar “ante los ojos del mundo”. De Jong mira a la boca de su interlocutor. Sigue cruzado de brazos. Su ceja derecha, abierta por una larga cicatriz de boxeador, le da un aire vulnerable. Solo parece un buen muchacho intentando luchar contra un adversario invisible cuando replica con toda la calma que es capaz de aparentar: “No creo que deba jugar para los ojos del mundo. Creo que debo jugar para mí mismo y para mi equipo. Es la única manera de gestionar la presión. Concentrarte en lo que sabes hacer, ir a por el partido contra Dinamarca y olvidarte de la Copa del Mundo. Lo de 2010 ya es historia. Lo hecho... hecho está. Ahora estamos en 2012 y esto no es el Mundial, sino el Campeonato de Europa”.

El debate, frecuente agitador de la selección holandesa y su entorno, está más encendido que nunca. Como apunta a la cuestión del estilo y como el estilo depende del centro del campo, las discusiones suelen afectar a De Jong. Para Johan Cruyff, oráculo oranje, promotor de un fútbol menos inhibido, el mediocentro defensivo está de más en un esquema en el que jugaría con Van der Vaart por delante de la defensa. El seleccionador, Bert van Marwijk, prefiere espesar su esquema con dos mediocentros de contención, normalmente Van Bommel y De Jong. Hace unos días, Edgar Davids, que ya eligió heredero, propuso una solución: “La mezcla perfecta es De Jong con Van der Vaart. Pero no creo que Van Marwijk sea lo suficientemente valiente para atreverse con esa pareja”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_