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Nadal abruma a Ferrer

El mallorquín arrolla 6-2, 6-2 y 6-1 al alicantino y llega a la final tras un brillante partido

Juan José Mateo
Nadal golpea la pelota desde el suelo durante el partido ante Ferrer.
Nadal golpea la pelota desde el suelo durante el partido ante Ferrer.K. T. (AFP)

Cuando Rafael Nadal gana un punto con el culo en el suelo, trastabillado y lanzado hacia una nueva bola de break (2-6, 1-2 y 30-30), hace tiempo que el partido ha terminado. El mallorquín ya empieza a sentirse en su séptima final de Roland Garros, donde intentará desempatar el récord de seis títulos parisinos que le unen al sueco Borg, cuando David Ferrer juega mal las dos bolas de break que se procura en el cuarto juego (2-1). La cabeza del alicantino se llena de pesadillas cuando perdona ese segundo tanto de rotura, con todo a favor a mitad de pista. Recuerda entonces que ha perdido 15 de los 19 partidos que le han enfrentado a Nadal. Que solo le ganó en arcilla cuando el mallorquín ni tenía barba (2004). Su cabeza explota: Nadal suma 19 de los 22 puntos que se disputan desde entonces (6-2), le mete un 9-1 en juegos hasta que llega la lluvia (6-2, 4-1) y, tras la reanudación, atacando con larguísimos tiros y defendiéndose con saques decisivos, se marcha (6-2, 6-2 y 6-1) al vestuario a ver el Roger Federer-Novak Djokovic.

Ferrer ha perdido 16 de los 20 partidos que le han enfrentado a Nadal

Sin casi público en la grada, el partido arranca con la previsibilidad de la película que ya se ha visto. Como siempre, Ferrer comienza firme, vibrante, brillante incluso: se apunta seis de los primeros siete puntos y amenaza con poner a Nadal contra las cuerdas. Como siempre, el mallorquín va capeando como puede el temporal, convencido de que ya llegará su momento, de que ya ha vivido esa tormenta, de que ya sabe que escampa, pasa y termina sin que él se haya ahogado. Como siempre, se cumple la previsión del número dos mundial, que poco a poco va desgastando al número seis. Ferrer quiere jugar a toda prisa, porque es capaz de imponer un ritmo infernal, el más alto del circuito. Nadal le va poniendo freno deteniendo el partido, alargando los peloteos, congelando el tiempo. A la que el mallorquín enjuga la segunda bola de break a la que se enfrenta, rompe el saque de Ferrer y se dispara hacia la victoria: por ejemplo, en todo el segundo set, solo pierde cuatro puntos con el saque.

Ferrer felicita a Nadal tras el partido.
Ferrer felicita a Nadal tras el partido.PATRICK KOVARIK (AFP)

Pese a la comodidad de su triunfo (es la semifinal parisina en la que menos juegos ha perdido Nadal en su carrera) la victoria deja conclusiones interesantes. De nuevo, el saque acudió al rescate del mallorquín, quien ante uno de los mejores restadores del planeta firmó esta secuencia desde el peligroso 1-2 y 30-40 de la primera manga: segundo saque a la línea, ace, doble falta, y, tras frenar una segunda bola de break en ese parcial, saque ganador y saque ganador. Ferrer perdería su siguiente juego en blanco. Vería en el segundo set que Nadal le ganaba un punto tras trastabillarse, aposentar el trasero en el albero y volver a levantarse. Capitularía, finalmente, ante el mejor tenista que ha jugado en el siglo XXI sobre tierra. Eso es hoy. Mañana puede ser otra cosa: un solo partido, una sola victoria, alzar un séptimo título de récord, convertiría a Nadal en el mejor jugador de toda la historia de la arcilla.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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