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Hasta que llegó De Jong

Holanda ha cambiado el tradicional ideario que caló de una generación a otra y ya no se propone jugar al fútbol, sino ganar el torneo

Ramon Besa
Xabi Alonso recibe una patada en el pecho de De Jong durante la final del Mundial de Sudáfrica.
Xabi Alonso recibe una patada en el pecho de De Jong durante la final del Mundial de Sudáfrica.REUTERS

Hasta que Nigel de Jong abatió a Xabi Alonso con una patada más propia de un karateca que de un futbolista, Holanda siempre había sido la selección más admirada en la Eurocopa y en la Copa del Mundo. No había seguramente un equipo más romántico que el oranje, representante por excelencia de los derrotados y, al mismo tiempo, uno de los adversarios más queridos para los resultadistas, normalmente liderados por Alemania. Holanda transmitía, sobre todo, una imagen de bondad por el despliegue entusiasta de sus aficionados y también por el juego de sus futbolistas, muy buenos jugadores, respetuosos con las leyes y el reglamento y consecuentes con un estilo de juego muy personal.

Huyó siempre de las trampas y a veces había sido, ha sido incluso, excesivamente autocomplaciente con su hermosura perdedora ganada después de caer en las finales del Mundial de 1974 y 1978. La Naranja Mecánica, como se la conocía popularmente y cuya denominación remitía necesariamente a la película de Stanley Kubrick, evocaba a los Mágicos Magiares, la selección de Hungría que asombró a los aficionados en los años cincuenta sin necesidad de levantar la Copa del Mundo. Ambas jugaban al fútbol, no competían para ganar, sino que asumían que el marcador era precisamente el único factor que no podían controlar durante un partido. A ojos de las distintas suegras del mundo, los holandeses llegaron a ser los yernos ideales.

Holanda había sido siempre la gran seductora del fútbol mundial. La hinchada se preguntaba cómo un país tan pequeño podía producir un fútbol tan generoso. El suyo fue un juego revolucionario por armónico y bello, por contracultural, por la capacidad para repartir el esfuerzo, el campo y el balón, por su interpretación del sentido de equipo: practicaba el fútbol total. La selección entrenada por Rinus Michels y liderada por Johan Cruyff tuvo un mayor impacto incluso que el de la campeona Alemania. Quedaba por cumplir el reto de que también en el fútbol gana el mejor o al menos el que mejor juega. Apuesta que con el tiempo recogieron distintas selecciones y varios equipos.

Los mismos clubes holandeses fueron campeones, previa y posteriormente a los setenta, y sus técnicos y futbolistas más célebres han sido capitales para explicar los éxitos de equipos como el Milan y el Barça. A partir del referente oranje, el fútbol evolucionaba frente a la regresión mayoritaria. La técnica era tan importante como el físico y había que dominar por igual la pelota y la cancha, ser un futbolista completo, especialista en el puesto y al tiempo capaz de actuar en cualquier posición por su facilidad para descifrar el juego. Hasta la propia selección holandesa salió campeona en la Eurocopa de 1988.

La selección naranja fue siempre la gran seductora. El suyo fue un juego revolucionario por armónico y bello

Una volea excepcional de Marco Van Basten, que colocó el cuero en la cruceta de Rinat Dassaev después de un centro de Mühren, coronó a Holanda en el mismo Múnich, el mejor de los escenarios posibles después de la derrota oranje contra Alemania en 1974. La generación de Van Basten, Gullit, Koeman y Rijkaard redimió a la de los pioneros que encabezaron Cruyff, Neeskens, Haan, Keizer o Krol. Aquel título invitó a los holandeses a perseverar en la línea sin que cambiara la opinión que acerca suya tenían los rivales y los amigos. A fin de cuentas, la Eurocopa es un torneo a corto plazo que permite triunfos como el de Dinamarca en 1992 o de Grecia en 2004, y que poco tiene que ver con la Copa del Mundo.

No ha habido más título para Holanda, ni en el Mundial ni tampoco en la Eurocopa, que el conquistado en 1988 en Alemania. Hasta Sudáfrica 2010, cuando De Jong pateó a Alonso, la liturgia ha sido muy parecida. Mal o bien el equipo siempre fue reconocible, fiel a su ideario; la mayoría de sus jugadores han triunfado en las mejores ligas continentales; los seleccionadores se han alternado con mayor o menor incidencia en el fútbol; y la afición ha continuado siendo fiel al equipo.

Asegura el periodista Simon Kuper que “más que en otros países, la selección holandesa pertenece a su nación. Cuando los holandeses ven a este equipo ven a su nación hecha carne”. Las caravanas oranje están presentes en los distintos campeonatos, también en Sudáfrica, y sus aficionados son igualmente festivos en la cancha como en las calles. No solo se entregan sin condiciones a su equipo, cosa lógica después de invertir sus vacaciones en el fútbol, sino que además tienen sentido del humor. Durante la Eurocopa de Portugal 2004, por ejemplo, organizaron una campaña para costear el viaje de regreso de su seleccionador, Dick Advocaat, desde Faro hasta Bruselas, para que dejara en paz al equipo y los jugadores gestionaran las alineaciones.

Hoy día es un equipo más disciplinado y táctico. El rondo ha quedado superado por el fútbol físico y directo


Holanda ha tenido seleccionadores dúctiles e intervencionistas, exjugadores y técnicos buenos o malos, y en la alternancia tampoco ha levantado la Copa. Maurits Hendriks, responsable olímpico del deporte holandés, recuerda siempre una frase de Cruyff: “Hay dos tipos de entrenadores holandeses: uno es el técnico puro y duro, el que sabe de fútbol, y el otro, el que sabe de gestión. La clave está en el equilibrio”. A alguno se lo llevó la corriente (Louis Van Gaal); otros fueron consecuentes y no renovaron sus contratos por no cumplir los objetivos (Frank Rijkaard y Van Basten); también los hubo con idas y venidas (Michels) y, evidentemente, también se cuentan aquellos cuyo currículo estaba fuera de duda (Leo Beenhakker y Guus Hiddink).

Hubo un tiempo en que no fue nada fácil gobernar a los jugadores por las pugnas racistas y también por las reyertas de los clubes. Todavía se recuerda la denuncia de Edgard Davids: “A los negros siempre se nos exige mucho más”. Y también se sabe de la hegemonía que tuvieron los futbolistas del Ajax. Así, los torneos se sucedían con la misma facilidad que los seleccionadores y los delanteros centro, signo de distinción de Holanda. Hay pocas selecciones que puedan presumir tanto de sus arietes: Cruyff, Van Basten, Bergkamp, Kluivert, Van Nistelrooy, la mayoría tan elegantes y perfectos como el fútbol de Holanda.

Hubo alguna vez que nadie señalaba al técnico, ni parecía haber trifulcas en el vestuario, e incluso se apostaba a que el ariete vencería definitivamente el recuerdo del as volador Cruyff. Ocurrió entonces, en los momentos de mayor armonía, que Holanda fue víctima de la fatalidad. La tanda de penaltis acabó con las aspiraciones del equipo en Suecia 92, Inglaterra 96, Francia 98 y Holanda-Bélgica 2000. Hasta Portugal 2004, cuando los oranje salieron vencedores de la rueda de la fortuna ante Suecia, para después caer ante los anfitriones.

Robben remata de forma acrobática durante un entrenamiento.
Robben remata de forma acrobática durante un entrenamiento.Manu Fernandez (AP)

Una vez espantada la mala suerte, los holandeses pasaron a ocuparse de la estructura del equipo, a darle vueltas a su concepto del juego, a retocar el famoso 4-3-3, su mayor rasgo de identidad. Ante una cuestión tan delicada se necesitaba una figura sin tacha. Ninguna mejor que Van Basten, el autor del gol glorioso de Múnich, el hijo preferido del padre del fútbol holandés, Johan Cruyff. Una vez pasado sin éxito el Mundial 2006, Van Basten abrió definitivamente la selección a los nuevos clubes, equipos como el AZ Alkmaar o Vitesse, por delante de los clásicos Ajax, PSV y Feyenoord, y cambió el dibujo del equipo en Alemania 2006 a instancias de la vieja guardia, de futbolistas famosos en las ligas europeas como Van der Sar o Van Nilstelrooy.

La figura del 4 desapareció definitivamente después de constatar que nadie era capaz de seguir el trazo de Krol, Frank de Boer o Rijkaard, y Holanda se desplegó a partir del convencional 4-2-3-1. Ya no había un libre capaz de abrir a las bandas con sus cambios de orientación ni de tocar para los extremos, una especie en extinción incluso en Holanda, de manera que se impuso el doble pivote. Apareció la pareja De Jong-Engelaard en la Eurocopa de 2008 y la selección oranje completó una gran fase inicial hasta que se encontró con la Rusia de Hiddink. El viejo zorro holandés acabó con los sueños de grandeza de la renovada Holanda de Van Basten, que optó por dejar a la selección para dirigir al Ajax, necesitado de un serio cambio.

Abatida Holanda por uno de sus ilustres seleccionadores, España cogió el hilo del juego holandés y le dio tanto vuelo que consiguió ser campeona europea y mundial. Manejados por Bert Van Marwijk, los oranje compitieron estupendamente en Sudáfrica hasta alcanzar la final, momento en que apareció De Jong. El volante le pegó al pecho de Alonso hasta dejarle tirado en el suelo sin respiración ante la sorpresa del propio Cruyff. La jugada condenó a Holanda, que no se rindió hasta la prórroga, después de que Casillas le hubiera quitado dos remates de gol al rápido Robben.

El juego de Holanda provocó multitud de interpretaciones. Aunque había retocado sus líneas maestras, sobre todo en cuanto a la disposición de los jugadores en la cancha, nadie hablaba de traición. Los propios comentaristas oranje asumían que también se podía jugar al fútbol con un extremo y que la clave estaba en saber mezclar la segunda línea. Holanda era un equipo mejor organizado y disciplinado, más concentrado y agresivo, y, sobre todo, un especialista en las faltas tácticas. No había perdido toque ni combinación, ni tampoco inteligencia y juego de posición, y a cambio defendía con seis futbolistas por detrás del cuero y atacaba de manera rápida y vertical. El rondo que tantas veces abonaba un juego parecido al balonmano quedaba superado por el fútbol físico y directo, y a la afición no le parecía ni bien ni mal, a la espera de la final.

Y entonces la brutalidad de De Jong ensució a Holanda. La entrada del volante pasó a tener la misma importancia que el gol de Van Basten en Múnich. Incluso el periódico literario Hard Gras publicó la fotografía de la jugada con el siguiente título: “Escuela holandesa”. La crítica fue feroz por parte de muchos internacionales que, como Cruyff y Kluivert, no se reconocían en aquel equipo y, en cambio, se sentían hijos del equipo español. La tormenta, sin embargo, amainó con el tiempo, y los jugadores se salieron con la suya. El lema del equipo es que ya no va a jugar los partidos como antes sino a ganar.

Holanda parte como una de las favoritas del torneo con Alemania y España. La mayoría de sus jugadores son los mismos que compitieron en Sudáfrica y, por tanto, cuentan con dos años más de experiencia y han ganado poder ofensivo. Huntelaar ha sido el pichichi de la Bundesliga con el Schalke (29 tantos) y Robin Van Persie es el mejor artillero (30) y jugador de la Premier con el Arsenal. Ahora le toca decidir a Van Marwijk si juega con ambos o con uno de los dos. Los demás están más o menos claros, salvo el lateral izquierdo, un puesto complicado por las lesiones desde la retirada de Gio.

Hay cosas que no cambian nunca. Ya se sabe que Holanda tiene una muy buena segunda línea, con futbolistas desequilibrantes de la talla de Robben, Sneijder o Van der Vaart, de la misma manera que se conocen sus problemas en la zaga, sobre todo con los centrales y también en la portería desde la retirada de Van der Sar. “Somos un gran equipo a excepción de la defensa”, acostumbra a decir Van Basten. “Claro está que eso significa un tercio del equipo”. Y, evidentemente, cada vez hay menos dudas sobre el doble pivote. El acompañante de Van Bommel será seguramente De Jong, revitalizado después del triunfo en Wembley (2-3), vencedor ante cualquier rival y también frente a quien le disputaba el puesto: Kevin Strootman.

“Si vamos a ganar algo, ahora es el momento”, ha concluido Van der Vaart, uno de los mejores representantes de cuantos futbolistas actúan fuera de un país en el que desde hace dos temporadas vuelve a reinar el Ajax con Frank de Boer. “Más que en la final, hay que pensar en la primera fase”, coinciden los analistas deportivos. Holanda ha quedado encuadrada en el grupo de Alemania, Dinamarca y Portugal, y ya se sabe que los holandeses no pueden con los portugueses, como quedó comprobado camino del Mundial 2002 y en las fases finales de la Eurocopa 2004 y del Mundial 2006.

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Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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