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El bendito Trapattoni

El entrenador italiano sigue siendo a los 73 años un personaje pintoresco e incombustible

Enric González
Giovanni Trapattoni.
Giovanni Trapattoni.

Giovanni Trapattoni es, con 73 años, uno de los técnicos más veteranos del mundo. Es también uno de los más pintorescos: habla varios idiomas y no se le entiende en ninguno, se lleva al banquillo botellines de agua bendita, y con la colección de sus frases absurdas pueden llenarse muchas páginas. Pero el palmarés de Trapattoni, conocido en Italia como Il Trap, impresiona: ha sido campeón en cuatro Ligas distintas (italiana, alemana, austríaca y portuguesa) y no hay título europeo de clubes que no haya ganado. Ahora intenta protagonizar un milagro con la selección de Irlanda.

Il Trap parecía ya semijubilado cuando recibió, en 2008, la oferta irlandesa. No hablaba inglés, cosa a la que nadie concedió la menor importancia porque el hombre destroza cualquier idioma, conocido o desconocido. En Italia, las televisiones tenían que subtitular sus declaraciones, trufadas de dialecto lombardo y construidas con una sintaxis personal e intransferible.

El momento cumbre de su oratoria llegó el 10 de marzo de 1998, durante una de sus primeras conferencias de prensa como entrenador del Bayern Múnich: hay que ver el vídeo, éxito eterno en YouTube, para hacerse una idea. Es la mejor parodia de un dictador alemán, por encima incluso de la que hizo Charles Chaplin.

Irlanda se jugó contra Francia la clasificación del Mundial de Sudáfrica. Ganaba en París por 0-1... hasta que una mano de Henry acabó con el suelo irlandés

Trapattoni, que desarrolló una carrera futbolística más que decente como central y mediocentro defensivo, se estrenó como técnico auxiliar en el célebre Milan comandado por Nereo Rocco. En 1976, tras sólo una temporada como primer entrenador milanista, pasó al Juventus y en cuestión de meses ganó todo lo ganable: la Liga, la Copa y la Copa de la UEFA. Lo mismo hizo una década más tarde en el Inter de Milán. Luego, ya en el extranjero, ganó también Ligas con el Bayern de Múnich, el Benfica y el austríaco Red Bull de Salzburgo.

Triunfó con los equipos potentes que pusieron en sus manos, cosa que no siempre es fácil, y no salió muy bien parado cuando se hizo cargo de equipos más modestos, como el Cagliari, el Fiorentina y el Stuttgart. Eso tiene algo de paradójico, porque el estilo Trap parece apropiado para jugar desde la humildad: defensa, paciencia, trabajo y un par de ideas claras cuando hay que salir al contraataque. Ese estilo ha resultado idóneo en una selección como la irlandesa, cuyo capitán y máximo goleador, Robbie Keane, tiene ya 32 años y juega en una Liga menor como la estadounidense.

Irlanda, que vivió unos años relativamente dorados a las órdenes de Jackie Charlton y alcanzó los cuartos de final en el Mundial de 1990, mantiene con Trapattoni una trayectoria que invita a pensar en la épica. El viejo Trap y sus jugadores quedaron unidos en la desgracia el 18 de noviembre de 2009, cuando le disputaron a Francia la última plaza disponible para el Mundial de Sudáfrica. Irlanda ganaba en París 0-1 y en el descuento empató Gallas, gracias a un balón que Thierry Henry había tocado dos veces con la mano. Aquella injusticia, tan clamorosa que avergonzó al propio Henry y al árbitro, enfureció al país. El Gobierno de Dublín reclamó a la FIFA una repetición del encuentro. La FIFA se negó, y ofreció como triste compensación una medalla al juego limpio que los irlandeses rechazaron. Irlanda se quedó sin Sudáfrica, pero ganó cohesión y el sentimiento de que la historia les debía algo.

La clasificación para la Eurocopa ha demostrado que Il Trap sabe sacar el máximo provecho de futbolistas sin gran brillo técnico

La clasificación para la Eurocopa ha demostrado que Il Trap sabe sacar el máximo provecho de futbolistas sin gran brillo técnico. Prueba de ello es el rendimiento de Richard Dunne, central del Aston Villa y máximo anotador de autogoles en la Premier League: Dunne hizo un partido heroico con Irlanda en Moscú y se ha convertido en la referencia defensiva de la selección.

Otra prueba es James McClean, un jugador de 23 años que hasta hace unos meses sólo era seleccionable por Irlanda del Norte (nació en Derry) y se marchitaba en el banquillo del Sunderland. McClean ha conseguido la autorización federativa para jugar con la camiseta verde de Irlanda y ha florecido como un excelente jugador de banda con Trapattoni.

El sentido común indica que Irlanda, encuadrada en un grupo cuyos otros componentes son la campeona España, la siempre complicada Italia y Croacia, lo tiene muy difícil en la Eurocopa. Las apuestas confirman esa dificultad: una victoria de Irlanda en la final se pagaría 80 a 1. Según ese baremo, Irlanda y Dinamarca son las dos selecciones casi desahuciadas de antemano.

Pero quién sabe. Trapattoni no hace más que esgrimir antecedentes de victorias inesperadas, como la muy reciente del Chelsea frente al Bayern Múnich en la Liga de Campeones o los increíbles títulos europeos de Dinamarca (1992) y de Grecia (2004). “En una competición larga, los equipos más fuertes acaban venciendo”, afirma Il Trap. “Pero aquí hablamos de un solo partido, 90 minutos son 90 minutos y se puede ganar o perder por un simple error, eso es el fútbol”, asegura.

Trapattoni e Irlanda jugarán a sudar y a resistir, como han hecho durante la fase clasificatoria. Acuden a su primer gran torneo en 10 años y eso ya es un éxito. Lo que se pueda conseguir a partir de ahí, con las aspersiones del agua bendita que una hermana monja suministra al técnico, profundamente católico, con las delirantes arengas trapattonianas o con un guiño de la suerte en un contragolpe o un rebote, será bienvenido.

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