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El Barça gana una final formidable

El campeón tuvo en Fran Vázquez y Mickeal sus nombres propios y derrotó al Madrid (73-69), que fue más coral

Los jugadores del Barcelona celebran su título de la Liga Endesa.
Los jugadores del Barcelona celebran su título de la Liga Endesa.Alberto Estévez (EFE)

Ganó el Barcelona pero sobre todo triunfó el baloncesto. Los dos eternos rivales nos han deparado una serie formidable, repleta de todos los elementos que hacen a este deporte un espectáculo de primera. Al final fueron los azulgrana los que lo celebraron a lo grande, como merecía la ocasión después de haberlas pasado canutas hasta el último minuto, pero el Madrid tiene tantos motivos para la satisfacción que no se le puede considerar perdedor ni mucho menos.

Como los buenos guiones, la historia de esta final dejó para el último acto 40 minutos del mejor suspense, con una enorme riqueza táctica con el muestrario de zonas por parte de ambos como mejor exponente. El Barcelona pareció dominar siempre, pero tampoco fue capaz de establecer significantes jerarquías y las ventajas que hacían presagiar la rotura del partido eran dinamitadas rápidamente por corajudos arranques por parte del Madrid. No hubo un héroe total, pero sí importantes nombres propios. Más claros en el Barça, con un Vázquez imperial que hizo lo suyo y lo que le tocaba al lesionado N’Dong. Anotó con inusitada fluidez, reboteó con fiereza e intimidó como acostumbra. Pete Mickeal, por su parte, con su cara de eterno cabreo, porfió de principio a fin y terminó resultando decisivo con una canasta providencial y nervios de acero en el tiro libre. En el Madrid fue todo más coral, lo que no le quita mérito, aunque echó en falta un hombre referencia durante el último cuarto. Todo esto se jugó en medio de un ambiente atosigante en lo emocional y también en lo físico, pues a la exigencia del partido se sumó que el Palau parecía una sauna.

Barcelona, 73 - R. Madrid, 69

Barcelona Regal: Marcelinho Huertas (4), Navarro (6), Mickeal (17), Vázquez (16) y Lorbek (10) —quinteto inicial—; Sada (5), Ingles (8), Rabaseda (0), Eidson (2), Ndong (0) y Wallace (5).

Real Madrid: Llull (12), Carroll (16), Carlos Suárez (2), Mirotic (10) y Tomic (2) —quinteto inicial—; Sergio Rodríguez (6), Pocius (0), Singler (12), Velickovic (1), Felipe Reyes (6) y Begic (2).

Árbitros: Arteaga, Hierrezuelo y García Ortiz. Eliminado por cinco faltas Fran Vázquez (m. 38).

Unos 7.000 espectadores en el Palau Blaugrana.

La tremenda tensión en la que se jugó el encuentro fue patente desde el salto inicial. El Madrid, como perdedor del encuentro previo, movió ficha e introdujo cambios significativos que obedecían tanto a problemas propios como causados por su contrario. Así, puso en pista a Carroll en un intento de que cogiese ritmo lo antes posible, y también a Mirotic en sustitución de Velickovic, que ha ido de más a menos. El objetivo era incordiar a Lorbek, el hombre que más daño ha hecho al Madrid en esta final. El Barça por su parte no varió sus planteamientos principales y al primer ataque blanco colocó su zona 1-4 con Marcelinho sobre Carroll, una de las claves del cuarto partido. Eso sí, se encontró con una sorpresa desagradable. En las dos primeras posesiones, primero Llull y luego Carroll encararon a Navarro sacándole dos faltas personales en poco más de minuto y medio, lo que le mandó al banquillo. Pocas noticias hubo más del santo y seña azulgrana, hasta el punto de que por primera vez en mucho tiempo su equipo se jugó el todo por el todo sin su intervención, una vez que Laso imitó a Pascual y aplicó la receta Carroll sobre Navarro, negándole el balón y hasta el aire.

El partido, comandado siempre por el Barça y con el Madrid al rebufo, se movió a tirones, lo que provocaba que los parciales abultados se sucedieran alternativamente. Si los azulgrana encontraban su mina en el tiro de tres (24-16), Sergio Rodríguez conseguía revolucionar el gallinero lo suficiente para colocar un 0-8. Cuando Vázquez pareció omnipresente (43-34), Llull y Singler hacían otro tanto. Otro arreón del pívot gallego (56-47) fue respondido por los Sergios en pista, Felipe cogiendo rebotes ofensivos y vuelta a empezar (56-53). La final encogida y resumida a cinco minutos.

En estas apareció Lorbek, al que Mirotic le tenía algo pálido. Pero el esloveno tiene un valor incalculable en el terreno de definición. Asumió responsabilidades y logró ocho puntos clave, que unidos al trabajo de hormiguita de Mickeal colocaron al Madrid con la heroica como única solución. Su contumaz persistencia a no tirar la toalla resultó de quitarse el sombrero. Los triples de Carroll y Singler les hicieron soñar, pero al Barça no le tembló el pulso y supo rematar el partido y la Liga.

La tremenda tensión del partido fue patente desde el salto inicial

De esta forma prolonga el Barça su dominio en cuanto a títulos, con tres éxitos en las últimas cuatro temporadas, pero el salto de calidad y competitividad del Madrid ha sido tan grande que augura un apasionante porvenir a esta clásica rivalidad. Nada resulta mejor propaganda a un deporte que el propio juego, por lo que esta final será recordada durante mucho tiempo. El público, siempre soberano, ha respondido con una asistencia masiva a los campos y unas audiencias televisivas casi olvidadas. Enhorabuena por tanto a los dos. Al digno campeón que ha superado todos los obstáculos y a un Madrid que no debe temer por su futuro.

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