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El capitán tímido

A Lloris quizá le falte carácter, pero es un portero espléndido

Diego Torres
Lloris, en el entrenamiento de ayer.
Lloris, en el entrenamiento de ayer.laurent cipriani (AP)

El carácter asambleario de la República Francesa se contagia a todas las asociaciones, formales e informales. También impregna a la selección, en la que el capitán de los jugadores ha tenido históricamente más peso que el propio técnico nacional. Con Laurent Blanc se ha interrumpido la tradición. Ejerce desde 2010 un papel equiparable a la presidencia. Ayer convocó a la prensa antes del partido contra España, el más importante que ha dirigido en su vida. Acudió acompañado de su capitán, Hugo Lloris, rebajado a la condición de tímido primer ministro. El portero es un funcionario escrupuloso que vive a la sombra de Blanc. Por cierto, cuando ejercía la capitanía Blanc mandaba tanto y empequeñecía de tal modo a sus entrenadores que todos le conocían como Le Président.

Alguien malicioso preguntó a Lloris si había tomado medidas punitivas contra los compañeros que se habían sublevado tras la derrota contra Suecia. Se rumorea que Ben Arfa se encaró con Blanc y que Nasri mantuvo un duelo dialéctico con M’Vila en una noche de elevada temperatura parlamentaria. Blanc se ajustó las gafas al escuchar la pregunta y ejercitó su pose más presidencialista. Girándose hacia el portero, le dijo con retranca: “Es para ti, ¡ufff!”.

Lloris, pálido a pesar del sol implacable de Ucrania, movió sus finísimos labios para dejar oír su voz aflautada: “En nuestro vestuario hay diferentes personalidades, diferentes caracteres. Después de una derrota hay mucha decepción. En esa situación es normal que se produzcan reacciones como las que ha habido. Ahora nuestro objetivo es ir lo más lejos posible. Es importante superar ese mal rato. Nos hemos calmado y estamos todos disponibles para jugar el partido contra España, que es lo más importante”.

Todos tomamos la palabra” Lloris sobre el meta de la terapia de grupo tras caer ante Suecia

El último eslabón en la capitanía que enlaza con Platini, Papin, Deschamps, Blanc, Desailly, Vieira y Zidane es un hombre con cara de susto. Sus ojillos negros brillan atentos, como dos ascuas, en la cara huesuda. Se hace difícil imaginarle tomando la palabra en pleno vendaval asambleario, que es lo que ha venido sucediendo en la concentración de Donetsk desde el miércoles pasado. “Todo el mundo ha tomado la palabra”, dijo Loris; “hemos tenido dificultades y todo el mundo ha tenido la necesidad de explicarse. Ha sido constructivo para focalizar la energía sobre el partido contra España”.

La introversión que caracteriza al portero del Lyón fuera del campo contrasta con sus dotes extraordinarias bajo el marco. Si con Lloris su selección ha perdido un capitán autoritario, nadie en el equipo pone en duda que ha ganado un guardameta espléndido. El mejor que se pone la camiseta azul en los últimos 30 años. La figura imprescindible para evitar una humillación mayor frente a Suecia. El partido acabó 0-2, pero Lloris hizo cinco paradas. Todas, respuestas a tiros lanzados desde dentro del área. Como si no hubiera defensa.

Ha sido algo constructivo para focalizar la energía en el duelo con España”

Lloris se comporta como un portero experto a pesar de sus 25 años. Seguro con los pies, rápido de reflejos, atento a cada detalle del partido, maestro de la anticipación por arriba y por abajo, el joven de Niza tiene todo el respeto de sus compañeros. Aunque no ha conquistado la Liga, ha ganado tres veces el primer premio de la Asociación de Futbolistas Profesionales de Francia.

Blanc tardó un año y medio en decidir sus capitanes. Para justificar sus dudas alegó la juventud y la falta de carisma de los aspirantes. Cuando parecía que se decantaría por Abidal, sobrevino lo impensable. A Abidal le diagnosticaron un tumor. Entonces, el seleccionador endosó el brazalete a Lloris porque, con carácter para el mando o sin él, ha sido, al fin y al cabo, uno de los pocos futbolistas del equipo que ha postergado sus intereses particulares para defender el bien del grupo.

La ausencia de un líder natural generó confusión cuando las cosas se torcieron frente a Suecia. Al portero, por más capitán que sea, le faltó madurez para saber mandar y Blanc, el verdadero président, ya solo es un entrenador.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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