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“Si no mejoras, estás muerto”

Sin respiro tras su séptimo título de Roland Garros, Nadal asalta Wimbledon desde el lunes

Juan José Mateo
Rafael Nadal se entrena esta mañana
Rafael Nadal se entrena esta mañanaClive Rose (Getty Images)

Por el Saint Mary’s Walk baja Rafael Nadal de blanco impoluto, empapado en sudor bajo las nubes negras, sin una mancha ocre en la vestimenta, sin un granito de tierra roja en los calcetines, como si hiciera meses desde que ganó su séptimo Roland Garros de récord. No han pasado, sin embargo, ni dos semanas desde que el mallorquín conquistó París. No ha pasado más que una desde que quedó eliminado en los cuartos de Halle, que se disputa sobre césped. Y no han sido ni cinco los días que ha empleado el número dos en despejar la mente, apartar la raqueta y descansar de su histórica gira de tierra. Nadal afronta ahora la temporada de hierba más importante de la historia. El césped pone en juego un título de Wimbledon y las medallas de los Juegos de Londres 2012. Exige un tributo: que el mallorquín afronte una metamorfosis… Y allí que va Nadal de cabeza. “Si no mejoras”, dice; “estás muerto”.

Es un día frío de chubascos en Londres. Nadal camina con la sudadera bien abrochada (“¿Y los pingüinos?”, ironiza sobre el frío de la habitación) y el gesto enternecido. Sin previo aviso, le ponen un bebé en los brazos, meses tiene la criatura, y el feroz devorador de cerebros se transforma de carantoña en carantoña. A la niña le voltea el gigante, y los dos se ríen. Es un Nadal distinto al de la pista, pero sin perder su esencia. De igual manera, el Nadal de la tierra no es igual al de la hierba, pero se le parece.

“Lo importante es jugar con la superficie, no contra la superficie”, explica sobre la hierba el mallorquín, un español, y ya es novedad, convertido en experto del juego sobre césped: ha disputado la final de Wimbledon en sus cinco últimas participaciones, ganando dos veces el título. “No puedes acometer cambios de locura, porque eres bueno en lo que eres bueno, haces bien lo que haces bien”, continúa. “En el pasado, lo que me ha funcionado bien en esta superficie es ser regular con el saque. No soy el tipo de jugador que sirve bombas, pero sí me funciona ser sólido, sacar con alto porcentaje y la suficiente velocidad. Además, me han ido bien mis movimientos y mi decisión en el juego. Disfruto jugando aquí. Me da algo diferente”.

La hierba, en su día, le dio a Nadal ilusión, retos nuevos, horizontes desconocidos hacia los que dirigir su insaciable apetito competitivo. La hierba, hoy en 's-Hertogenbosch, convirtió a David Ferrer en el único tenista que ha ganado torneos en tres superficies distintas en 2012 (6-3 y 6-4 al alemán Petzschner, su primer título del curso en césped tras ganar en cemento y tierra). Y la hierba, finalmente, levanta ya un telón apasionante. En Londres, bajo las nubes, se empiezan a jugar dos coronas distintas en la catedral del tenis.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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