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Pirlo y la sinfonía ‘juventina’

El genial mediocentro maneja los hilos de una selección nutrida principalmente por la Juve ● Uno por uno de Italia

Jordi Quixano
Pirlo, durante un partido de esta Eurocopa.
Pirlo, durante un partido de esta Eurocopa.ODD ANDERSEN (AFP)

Para el técnico Cesare Prandelli la apuesta italiana estaba obsoleta, reacio a practicar el catenaccio por más que fuera un signo de identidad de la selección que otrora le diera tantos laureles. Perseguía el entrenador una revolución de fútbol (más posesión, presión adelantada, versatilidad en la táctica –pasa del 5-3-2 al 4-4-2 sin apuros-, y dominio del balón) fermentada en la fase de clasificación y lograda en la Eurocopa. Para ello, quería a Pirlo y sus compinches de la Juve, aderezado con gotas de talento.

BUFFON. (Carrara; 1978). Portero del Juventus. Se estudió cómo ejecutaban los penaltis tres rivales de Francia antes de la final del Mundial de 2006 y en la rueda definitiva todos cambiaron de sitio el lanzamiento. “Desde entonces, me fío a mi instinto”, concede Superluigi, el mejor portero del último cuarto de siglo según la IFFHS, justo por delante de Casillas. Buffon jugó de medio hasta los 12 años, hasta que vio a la selección de Camerún en 1990 y descubrió el juego folclórico de Tommy N’Kono, su ídolo. De progenitores atletas, ambos lanzadores de peso, sus hermanas se decantaron por el voleibol y Luigi siguió la estela de su tío-abuelo Lorenzo, portero del Milan e Inter a finales de la década de los 50. Buffon debutó en la Serie A con el Parma a los 17 años y en 2000 le dio el relevo a Van der Sar en la Juve. Poco dado a los aliños y a las estiradas para las fotos, Buffon no flaquea en ninguna de las suertes bajo los palos, más allá de que no es un superdotado en el juego de pies. Un portero que empezó jugando de niño en un pinar y que quedará para la historia.

BALZARETTI. (Turín; 1981). Lateral del Palermo. Aunque se maneja mejor con la zurda, puede actuar en cualquier parte de la zaga, puesto que tiene facilidad para anticiparse, salir al corte y percutir por el flanco. Puesto que su gran amigo Chiellini se despliega por la izquierda, Prandelli ha decidido darle la banda derecha, por delante de Maggio y Abate. Formado en la escuela del Torino, no debutó con el primer equipo –entonces en la Serie B- hasta que se fogueó cedido en el Varese y luego en el Siena. Tras el ascenso, el equipo volvió a perder la categoría y Balzaretti aceptó una oferta de la Juve, por lo que es considerado un traidor para los aficionados del Toro. Expulsado después del Juventus, recaló en el Fiorentina, donde se enfrentó con el técnico que prefería a Manuel Pasqual y Massimo Gobbi. El técnico era Prandelli. Enamorado de la NBA, tenis y Windsurf, seis meses más tarde se marchó al Palermo, ya en 2008. Hasta hoy, internacional y a las órdenes de Prandelli.

BARZAGLI. (Fiesole; 1981). Central del Juventus. Su eclosión tardó en llegar, puesto que se curtió en equipos menores, como el Rondinella y Pistoese, hasta que llegó al Ascoli (cedido por el Piacenza) y luego al Chievo, ya en la Serie A. Apodado Barzaglione –juega con la palabra león-, se cobró un nombre en el Palermo. Tanto, que Lippi le convocó para el Mundial 2006, donde se presuponía que no jugaría; pero una expulsión de Materazzi le abrió las puertas. Con Donadoni también participó en la Euro 2008, pero luego perdió el puesto en la Nazionale hasta 2011. Hasta que llegó Prandelli, que confía tanto en él que ni siquiera le importó una lesión que le restó para los dos primeros partidos de Ucrania y Polonia. “Merece la pena esperarle”, convino el mister. Fuerte, ágil en la corrección, estupendo en el juego aéreo, buen lanzador de penaltis y con dotes de mando, ordena y dirige su línea, por más que no se complica en exceso a la hora de dar salida al cuero. En su palmarés tiene una Bundesliga con el Wolfsburgo, en la temporada 2008-09, curso en el que no se perdió minuto alguno. Desde 2011 está en el Juventus, y también tiene su Scudetto.

BONUCCI. (Viterbo; 1987). Central del Juventus. Se entiende a las mil maravillas con Barzagli, con quien también comparte la zaga en el Juventus. Consistente por arriba, con tino para marcar siempre algún gol, es un marcador infatigable, difícil de superar, además de poseer un buen desplazamiento en largo, quizá porque hasta los juveniles (en el Viterbese) jugaba de medio, incluso en ocasiones de interior. Amante de la música –le chifla David Guetta, Bob Sinclair, Jovantti, Vasco Rossi…-, fue fichado a los 17 años por el Inter, donde llegó a debutar en un único encuentro a las órdenes de Mancini, pero no se ganó un sitio en el primer equipo. Fogueado en el Treviso y Pisa antes de que en una múltiple operación con el Genoa –donde estaban implicados Motta y Milito-, acabó en el Bari. Duró un curso, el tiempo que tardó en contratarle la Juve.

CHIELLINI. (Pisa; 1984). Lateral del Juventus. Es el tercer bianconero de la zaga de la selección. Fuerte, generoso en el esfuerzo y con facilidad para el choque, es un zaguero complicado de superar, con capacidad para ocupar tanto el costado como el eje de la defensa, herencia de su pasado; empezó como extremo, se reconvirtió a interior y acabó como lateral. Tiene un hermano gemelo –ahora es su agente- y de niño soñaba con jugar al baloncesto, febril seguidor de los Lakers y de Kobe Bryant. Crecido en la escuela del Livorno, el Juventus lo fichó en 2004, por más que lo cediera un curso al Fiorentina. Pero la insistencia de sus padres y su voluntad de formarse le llevaron hace dos cursos a sacarse la licenciatura de Economía. Marcado en su día por algunos como gafe porque lesionó involuntariamente a Cananavaro en la Euro 2008, ya nadie duda de sus prestaciones.

MARCHISIO. (Turín; 1986). Medio del Juventus. Comparado con Tardelli –héroe italiano en el Mundial del 82- por su carácter, llegada desde la segunda línea y disparo, el juventino desde la cuna –ingresó en la escuela después de que jugara tres partidos con un club regional-, preferiría que le vieran como a Gerrad, su ídolo porque ataca del mismo modo que defiende. Se maneja con las dos piernas porque su padre, harto de correr tras la pelota, le dijo que se quedaba quieto y que condujera con al zurda a su alrededor, primero, con circuitos, después. Confiado en sus posibilidades, a los 16 años se tatuó Imposible is nothing en el antebrazo. Apodado El Principito –por su elegancia en el juego y forma de vestir-, quiere resarcirse con el triunfo en la Euro, toda vez que en el pasado Mundial jugó pero de lo esperado, sobre todo porque Lippi le puso de enganche y no de volante.

PIRLO. (Flero; 1979) Mediocentro del Juventus. “Es un líder que habla con los pies”, le definió Lippi. Un galardón que se ha ganado con el tiempo y con paciencia, toda vez que empezó como trescuartista y, sin demasiado quiebro ni velocidad para romper desde la segunda línea, acabó gracias a Carlo Mazzone –entonces técnico del Brescia- como mediocentro. Una variación que le cambió la vida, puesto que de no tener sitio en el Inter y de transitar por la Reggina sin demasiado éxito, se ganó una plaza en el Milan, pulso y gobierno del equipo durante una década. Este verano, sin embargo, solicitó más de un año para renovar, además de un aumento de sueldo, denegado por el técnico Allegri. Por lo que Conte, entrenador del Juventus, no se lo pensó dos veces; quería que su equipo jugara con ritmo, que tocara la Sinfonía Pirlo. Lo mismo que Prandelli. Así, Pirlo, que juega con retrovisores, que intuye antes que nadie los movimientos sobre el césped, que guarda la pelota con celo, que la reparte con excelencia, que lanza las faltas con maestría y que, en definitiva, pone el play y la pausa a los duelos porque le sobra el talento y calidad, es Italia.

MONTOLIVO. (Caravaggio; 1985). Centrocampista del Fiorentina. Su primer ídolo fue Zidane, luego se fijó en Totti y siempre se le comparó, al menos en sus primero pasos, con Gianni Rivera. “Mi posición no es la mediapunta, sino que juego por dentro, de medio”, repetía, convencido de que con su pase y visión de juego estaban predestinados para organizar el juego de su equipo. Primero en el Atalanta –club en el que entró a los ocho años- y después en el Fiorentina. De madre y abuelos alemanes, Montolivo, sin embargo, no ha eclosionado como se esperaba, e incluso ahora parece rendir mejor de enganche porque tiene el último pase y hace daño con la velocidad. Es el nuevo fichaje del Milan para esta temporada.

DE ROSSI. (Roma; 1983) Mediocentro del Roma. Apodado Capitán Futuro por la afición del Roma –le consideran el sucesor para recoger el brazalete de Totti-, Daniele siempre tuvo el fútbol en la cabeza, sobre todo porque su padre, Alberto, era entrenador del Primavera giallorosso. Entró en la escuela del club a los 14 años y nunca se ha movido, por más que le hayan pretendido infinidad de clubes. Entre ellos, el Madrid y el Barça de Guardiola. Efervescente en los partidos, infatigable en el esfuerzo, con un buen disparo de media y larga distancia, ocupa mucho terreno y tiene buen toque del balón. Un todoterreno que al principio se granjeó una fama de niño malo, sobre todo porque soltó varios codazos -al estadounidense McBride y a Klusowski, del Brujas, además de duras entradas a Martins (Inter) o Ardito (Siena), todos lesionados-, sobrepasado de revoluciones. Para De Rossi era cuestión de bajar la intensidad; más que nada porque es noble, como demostró en ese partido en el que marcó un gol concedido al Livorno y que luego se anuló porque le dijo al colegiado que lo había marcado con la mano.

CASSANO. (Bari; 1982). Delantero del Milan. Criado en las calles más peligrosas de Bari, el futbolista se acostumbró a jugar entre los coches y plazas, demasiado lejos del colegio y demasiado próximo a la delincuencia juvenil. Con un carácter irascible que ha moldeado con el tiempo, con faltas exageradas a la hora de hablar, deslumbró con el Bari y al principio le costó adaptarse a la rigidez de un club como el Roma, solo reorientado por Fabio Capello, que inventó el termino de cassanate para sus locuras, salidas de tono y también genialidades. Nacido cuando toda Italia celebraba el Mundial del 82, es un jugador de talento puro, de esos que en Italia se miran con recelo hasta que acaban por ser admirados, casos recientes de Baggio y Totti, su ídolo de niño. Fracasó en su aventura con el Madrid –también con Capello-, más pendiente de la juerga que del balón, pero recobró la magia en el Sampdoria para ganarse una plaza en el Milan. Un problema cardiaco en este curso a punto estuvo de retirarle, pero llegó a tiempo para la Eurocopa. Prandelli lo tenía claro: Cassano juega en su equipo. Y responde.

BALOTELLI. (Palermo; 1990). Delantero del Manchester City. Sus padres, ghaneses, llegaron a Sicilia en 1988. Poco después, nació Mario –Supermario, para los hinchas azzurri- con una malformación en el intestino, lo que le hizo pasarse más de un año entero en el hospital. Sin dinero, la familia Barwuah decidió dar en adopción al niño a los Balotelli. Con la doble nacionalidad el mismo día que cumplió los 18 años, siempre ha recibido tantos elogios por su fútbol como reproches por su carácter y su falta de cabeza, cosa que detectaron en La Masia azulgrana, que lo rechazó cuando era juvenil. También ha recibido muchos insultos, como ese día que Delle Alpi –campo de la Juve- le insultó con persistencia diciéndole que no hay negros italianos. En el Inter fue indiscutible con Mourinho, pero se enfrascó en polémicas porque mandó callar en repetidas ocasiones al público, además de que en su día se probó en un restaurante la camiseta del Milan. Repudiado, se marchó al Manchester City, donde también se las ha tenido con Mancini, que llegó a decir que no vestiría más la camiseta citizen. Pero le perdonó, como todos los italianos sus salidas de tono, sobre todo desde esta Eurocopa, donde empezó mal, ansioso, pero la ha acabado como un tiro, con dos goles sobre Alemania.

PRANDELLI. (Orzinuovi; 1957) Técnico de Italia. Futbolista que hizo carrera en el Atalanta y en el Juventus, a Prandelli se le resistieron al principio los banquillos, puesto que descendió con el Atalanta a la Serie B y le echaron del Lecce a mitad de temporada. Pero luego cogió las riendas del Verona para ascenderle a Primera, y se granjeó un nombre en equipos como Venecia, Parma y Roma [poco tiempo por enfermedad terminal de su mujer], donde persiguió un fútbol más de toque y posesión que solo vertical, menos rudimentario de lo habitual. En 2005 llegó a la Fiore y alcanzó las semifinales de la UEFA. Hace dos cursos, aterrizó en la selección con la idea de renovar el equipo, de crear una revolución generacional, hasta el punto que del equipo que participó en el Mundial 2010 a esta Eurocopa hay 13 jugadores nuevos. “Somos Italia, no deberían darnos por perdidos antes de jugar”, advirtió el técnico después de medirse con Alemania. Tiene razón.

BANQUILLO. Aunque no tiene grandes figuras en el banquillo, Prandelli cuenta con jugadores notables que pueden dar aire al equipo, bien para reactivarlo, bien para cerrar un partido. Están Maggio (profundo) y Abate (contemporizador) en la retaguardia derecha, el músculo y la llegada de Motta y Nocerino en la medular, el desequilibrio y regate del pequeño Giovinco, además del golpeo de Diamanti y la garantía del gol de Di Natale.

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