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Pirlo, el alter ego de Xavi

Tras enfrentarse en 2000, los dos medios han defendido un estilo durante 12 años que ha acabado por imponerse A ambos les costó ser reconocidos

Pirlo y Xavi, dos de los jugadores más representativos en sus selecciones.
Pirlo y Xavi, dos de los jugadores más representativos en sus selecciones. G. C. STACHE (AFP)

Tras empatar Italia con España en el primer partido de la Eurocopa (1-1), a Pirlo se le preguntó por su rivalidad de tantos años con Xavi. “Sí, es un buen jugador”. Ante la prensa, Andrea Pirlo (Flero, Italia, 1979) es un personaje anodino. En el vestuario, sin embargo, sus compañeros reconocen en él a un bromista y a un líder para crear estados de ánimo.

Desde que se midieron en el Campeonato de Europa sub-21 de 2000 en Eslovaquia, Pirlo y Xavi han iluminado a sus selecciones y a sus equipos. Han defendido un estilo a contracorriente cuando empezaron; a favor en los últimos tiempos. Aquella vez ganó el italiano: La Azzurra fue campeona de Europa sub-21 justo antes de los Juegos Olímpicos de Sidney, donde España eliminó a Italia en los cuartos de final y conquistó la medalla de plata tras perder la final frente a Camerún.

Para el italiano, que ha renacido en el Juventus, este torneo ha sido una revancha

Pese a ser un año más joven, Xavi (Terrassa, 1980) debutó dos cursos antes en la selección absoluta: ante Holanda en 2000. Venía de ser campeón del mundo juvenil en Nigeria 1999, vapuleando a Japón en la final (4-0). Pirlo esperó a 2002 ante Azerbayán. A los dos les costó ser reconocidos. Eran tiempos difíciles para gente como ellos: débiles en lo físico, superdotados técnicamente.

Pirlo empezó de fantasista en el Brescia, donde su familia trabajaba en un parque de atracciones. Lo compró el Inter, pero el club neroazzurro lo cedió primero al Reggina y después al Brescia. Sin saber qué hacer con él, lo traspasó al Milan en un intercambio de tres jugadores. Pirlo pidió al entrenador, Carlo Ancelotti, una prueba como regista. Ahí empezó todo: 10 años en el Milan, dos Champions, dos Ligas y un Mundialito de Clubes, además del Mundial de Alemania con La Azzurra en 2006.

Xavi debutó en el primer equipo del Barcelona en agosto de 1998, de la mano de Louis van Gaal. El club azulgrana también dudó de él. Hasta la Eurocopa de 2008, una exaltación de su fútbol creativo. Dos años después repetiría en el Mundial de Sudáfrica. Antes y después sumó seis Ligas, dos Copas del Rey, tres Champions y dos Mundiales de Clubes.

Los dos han marcado los mismos goles en sus selecciones: 10. Pirlo en menos partidos, 88. Xavi suma 26 encuentros más. Su vida la han consagrado a facilitar los goles de los demás. El pase de Xavi a Torres en la final de Viena ante Alemania es un resumen de su carrera. Son difíciles de neutralizar porque más que correr, flotan. A Pirlo, en el pasado curso, Vincenzo Montella, técnico del Catania, le ordenó un marcaje individual. A Xavi, Hugo Sánchez le mandó a Chico, del Almería, en un partido de Liga disputado en el Camp Nou hace dos años.

El azulgrana, en cambio, ha extraviado la fluidez, penalizado sin un delantero

Para Pirlo, esta Eurocopa es una revancha. El técnico del Milan, Massimiliano Allegri, lo había ido desplazando por Van Bommel. Llegó libre al Juventus, la ilusión de una novia nueva. Pese a que al principio, el entrenador, Antonio Conte, no contaba con él. Pero cambió el esquema para acunarlo junto a Vidal y Marchisio: ganó su tercer scudetto y se impuso como el mejor asistente del campeonato. Al segundo entrenamiento, ya era el líder del vestuario junto a Buffon. Falló, curiosamente, dos penaltis y marcó otros dos. Ninguno tan emocionante como el cucchiao (cuchara) a Inglaterra en la tanda de los cuartos de final de esta Eurocopa. Pirlo ha vuelto al cielo.

Xavi, en cambio, ha extraviado la fluidez de siempre, penalizado por jugar sin un delantero que absorba sus envíos en profundidad. “Me hubiese gustado ser más trascendente, pero no siempre se puede”, reconoció ayer, enfrentado tantas veces en el campo a Pirlo, hermanados por la manera de sentir el juego. La final de Kiev volverá a unirlos y a separarlos.

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